En relación con lo que señala Gervasio en su nota Novedades en el caso Gaztelueta, me permito hacer un brevísimo comentario sobre un aspecto “colateral” que me parece no se ha comentado. 

Es muy interesante que el Pontífice haya mandado a la Congregación para la Doctrina de la Fe, un asunto en el que el denunciado es un laico, porque no puedo dudar de que él sabe perfectamente –y si no él sus asesores- que el Código de Derecho Canónico no trata de este tipo de delitos cuando son cometidos por laicos, por más católicos ultra comprometidos que sean.

El Papa en esos apresuramientos irreflexivos que a veces tiene, ha pensado seguramente que el laico del Opus Dei, acusado de ese delito horrendo, no era tan laico por ser “miembro” de aquella Prelatura Personal que no puede tener “miembros” laicos sino solo clérigos, y que se parecen tanto a los religiosos. 

Al Papa lo ha traicionado el subconsciente cuando ofreció lo que ofreció a los padres de este chico: parece haber pensado que la Congregación era competente porque el denunciado era “miembro” de una institución de la Iglesia y entonces o era clérigo o era religioso, solo así se explica el paso en falso.

La Congregación sin duda ha debido ser más clara y declararse simplemente incompetente para conocer las causas de laicos en este tema concreto, con lo cual habría quedado claramente establecido que los miembros no clérigos del Opus son laicos. Eso es lo que hace cualquier juez cuando no puede intervenir en un proceso; en lugar de eso ha hecho un rulo, quizá para no dejar en mal predicamento a un Papa que no sabe que la Congregación no tiene jurisdicción sobre determinados delitos sexuales cometidos por laicos, o que cree que los laicos del Opus Dei son en realidad religiosos disfrazados.

Si la Congregación hubiera aceptado el caso, quedaría claro en primer lugar que el Opus tiene miembros y en segundo lugar que esos miembros o son clérigos o son religiosos. En cualquier caso, el denunciado habría podido recusarla alegando que no tenía ninguna competencia sobre él por ser laico.

Lo que sí es incomprensible es que el mismo Papa que contestó la carta de los padres y les ofreció un imposible, no les haya vuelto a escribir para decir que se equivocó.

Haenobarbo