Nicanor,

Vengo leyendo con mucho interés tus cartas que interpreto siempre escritas de buena fe. Por eso y porque nobleza obliga me corresponde matizar que si realmente fuese que "así lo dejó dicho y escrito San Josemaría" son frecuentes generosas excepciones cristianas.

Mi mujer en sus tres últimos meses de cáncer terminal fue contenida y cariñosamente asistida en mi propia casa por sacerdotes de la Obra. A la que no pertenecemos ni pertenecimos. Nuestro único vínculo: de estudiante universitario me alojé en una de sus residencias. Treinta y tres años antes de esa situación. Me consta que los padres Ernesto G. y Javier C. estaban superados por sus compromisos con los fieles del Opus e hicieron malabares para poder visitarla periódicamente. No hubo ninguna intención de contraprestación ni de influencias, ni donaciones ni de ventaja alguna. Solo afecto sincero con gente que hacía más de treinta años que no veían.

No es el único caso que conozco en la Argentina.

Un abrazo.

Eduardo de Donatis