Desinformación en el Opus Dei.- Ex_apéndice
Fecha Monday, 18 January 2016
Tema 010. Testimonios


                Dentro del Opus, un silencio sepulcral envuelve los acontecimientos inconvenientes que, aunque sean reales y consistentes, no deben saltarse la censura que los mantiene relegados en los límites establecidos por la cúpula. Las barreras que impiden que el rebaño tenga acceso al conocimiento de multitud de hechos que serían “dañinos” para su alma, son auténticos muros que sirven para mantener al “personal” pastando apaciblemente en los pastos del “cercado” sumido en una ignorancia beneficiosa, terapéutica.

                Es maravilloso, muy de agradecer, el celo que los pastores despliegan, con riesgo de contaminarse ellos mismos, para evitar que las ovejitas se vean afectadas por el veneno de la realidad circunstante. Mantenerlos en la ignorancia es en realidad un servicio que se presta a los borreguitos, evitándoles caer en las ciénagas que pueden encontrar en el prado apacible en que habitan.

                Los temas tabú que hay que evitar en las conversaciones son muchos y muy variados y llevan a veces a situaciones tan ridículas como quererle convencer a uno de que algo que de lo que ha sido testigo presencial, si no es “conveniente”, no solo debe silenciarlo, si no que, además tiene que llegar al convencimiento de que “eso no ha ocurrido”.

                Ya conocemos los efectos de la muerte civil. Jamás hay que hablar, de los que se han ido, ni siquiera citar su nombre. Hay que borrar todo rastro de su paso por las labores, por las obras corporativas, ni siquiera recordar aquellas cosas que hizo y han quedado como prueba patente y permanente de su paso.

                Me alegré mucho, hace poco, al ver unas fotos recientes de una obra corporativa en la que estuve hace ya más de treinta años. Diseñé entonces unos farolitos que se colocaron en varios puntos de la casa y comprobé que ahí siguen. Pensé: ¡Por lo menos esos se han salvado! Nadie se acuerda ya ni sabe quién los diseñó, quién los hizo, quién los puso. Pero ahí están seguramente por eso, porque son testigos mudos de mi paso. En la misma foto, cerca de uno de esos faroles hay una palmera: ¡Yo la planté!

                ¡Farolillos anónimos, vieja palmera, inocentes y discretos testigos de mi paso…! Ahí seguís, desde que yo os puse. Habéis vencido a la “mano” que borra fotos de “Crónica”, sume en el anonimato a los “desertores”, ignora su existencia, condena a la muerte civil y hace desaparecer el rastro de la memoria de todo aquel que se ha ido de la “cosa”... ¡Gracias por estar ahí  y haber escapado a la censura!

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