Las malas prácticas están en el ADN del espíritu del Opus Dei.- Agustina
Fecha Monday, 14 December 2015
Tema 070. Costumbres y Praxis


El escrito de Cug titulado “Pidiendo perdón” es la mejor demostración de cómo la obra nos enseñó a hacer y actuar de manera innoble, anticristiana y fanática. Por lo que pide perdón Cug –y cualquiera de los que estamos fuera y cualquiera de los que siguen dentro podrían firmar ese testimonio-, es por haber vivido y practicado “el espíritu de la obra”, ese que había que “esculpir a fuego en cada uno de nosotros”, ese “si no pasáis por mi cabeza y mi corazón, habéis equivocado el camino”, ese que por el que se nos calificaba como “muy de casa” si se practicaba bien y se ponía en duda nuestra entrega si no se vivía o no se luchaba por adquirirlo en su más fiel seguimiento.

Es curioso que, cuando se desvelan tantos casos de malas prácticas dentro del Opus Dei se responda desde la institución que “esos errores son cosas de personas concretas” como si toda la formación interna en los mal llamados “medios de formación” no hubieran tenido nada que ver en cómo teníamos que vivir y practicar “el espíritu” y dar cuenta de ello en la charla y en la confesión.

Señores del Opus: las malas prácticas aprendidas en “casa” son institucionales, son estructurales, están en sus principios más básicos, son el ADN de su doctrina y espíritu. Debe ser el prelado y su camarilla los primeros que tienen que pedir perdón por haber inculcado ese mal espíritu. Al fin y al cabo, la obediencia debida tiene en algunos casos una explicación o cierta justificación ya que, habiendo inculcado machaconamente que quien se va de la obra se va al infierno, recuerden aquel amenazante “Obedecer o marcharse” del santo fundador. ¿A quién había que obedecer? ¿A la propia conciencia? ¿A Jesucristo? ¿Al Papa? ¿A los padres? ¿A las leyes de cada país? ¿Al sentido común?... No señores del Opus Dei: había y hay que obedecer a su peculiar espíritu y a su errónea doctrina, por muy infumable que ésta sea. Por eso, marcharse, es una liberación y el comienzo de una limpieza espiritual y mental para ponerse a bien con Dios, con la vida, con las leyes, con la familia, con los amigos, con el mundo y con la propia conciencia.

Agustina López de los Mozos









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