Menudos embrollos se vienen destapando - ¡Y se destaparán! - con respecto a las actividades de algunos fieles de la Prelatura dentro del Vaticano. Primero, la extraña carta que la Congregación para la Fe dirige al Director del Colegio Gaztelueta, en vez de enviársela a los padres de la presunta víctima, siendo el mismísimo “Vicario de Cristo” quien escribió a los padres. Lo “normal” hubiera sido dirigir la carta a los padres de la presunta víctima ya que es el Papa quien se compromete a que la Iglesia Católica les responda. Rarezas vaticanas, la carta de la Congregación pide perdón por el caso de pederastia al Director del Colegio Gaztelueta y sea el Colegio quien lo comunique a los padres de la presunta víctima. Rarísimo.

Ahora, el cura de la Prelatura que roba documentos y graba a hurtadillas al Papa. La Prelatura, inmaculada, responde que ellos sólo tienen potestad sobre la dirección espiritual ¡La hicieron espectacular! Porque quien sepa un poco de cómo se lleva la dirección espiritual de los fieles del Opus saben que el trabajo, el modo cómo se realiza y debe realizarse es parte de los temas de la “charla fraterna” semanal y que se debe ser “salvajemente sincero” (Ref. Escrivá) al detallar lo que se conversa y salvajemente obediente a las indicaciones recibidas, las cuales se han de ejecutar “libremente”, es decir, el fiel que recibe la indicación debe tragar la cápsula porque le da la gana. Si no la traga, mal hijo por mal camino… leña para buen fuego que nunca se extingue (Ref. Escrivá).

Nicanor
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