Un cura ejemplar y otras cuestiones.- H.A.
Fecha Friday, 16 July 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


UN CURA EJEMPLAR Y OTRAS CUESTIONES

Leyendo en Internet la página web de Romana me he enterado de la muerte de don Ignacio S., un sacerdote numerario con el que tuve la suerte de convivir unos meses. Era un hombre práctico, ingeniero industrial, que había vuelto a su país después de varios años trabajando en Boston. El me dio algunas de las lecciones más valiosas de lo que era la virtud de la pobreza. Se afeitaba con jabón de lavarse las manos, una barra de La Toja o cualquier otra marca de batalla y una cuchilla de las que duran semanas. Fue la primera persona de la Obra a la que vi interesarse por si quienes vivían con él estábamos dados de alta en la Seguridad Social en nuestras empresas, si teníamos derecho a asistencia sanitaria, si estábamos enterados de los derechos derivados de los acuerdos sindicales. De esas cuestiones, entonces, no había notas de ningún color ni tamaño.

Don Ignacio no llevaba ostentosos puños blancos por debajo de la sotana ni del cleryman, ni olía a colonia ni a nada. Usaba el metro y los autobuses. Sus zapatos eran viejos y feos, pero suficientes. Era un trabajador, como los demás. En fin, ya digo, una novedad para mí. En su "27" nada se decía de esos aspectos, pero sí ponía que tenía fimosis. ¿Y eso a quién le iba a importar? Pues con la fimosis ha debido de ir a cuestas toda su vida, de centro en centro hasta que definitivamente ha llegado a donde no importa nada de eso que en el Opus Dei, según San Josemaría, debe importar porque es la voluntad de Dios pasada por su omnisciente e infalible cacumen, so pena de condenación eterna y segura infelicidad terrenal.

Tuve la suerte de conocer a otras dos personas en la Obra que, por distintos motivos, tenían un algo que hacía importante tratarles y aprender de ellos. Don Juan Jiménez Vargas y doña Gloria Toranzo. Personas únicas que rompieron sus moldes. Ascéticos, ejemplares, rigurosos, exigentes con criterios racionales, lógicos. ¿Santos? Seguro que sí. Más que otros muy preocupados por llevar el pelo colocadito, los zapatos con hevilla, la corbata radiante sobre una pechera impoluta, los puños destelleantes blanco nuclear con gemelos elegantes pero sobrios... esos cromos, de paisano o de traje talar, que tan bonitos quedan y tanto proclaman las virtudes humanas de la pulcritud y la pijez sin edad ni fronteras. O esas señoritas tan tiesas, que ponen los ojos en blanco, que desde lejos ya se sabe a qué organización pertenecen, que procuran que no se les marque el pecho ni el trasero y van todas colocaditas con el pañuelito y proclamando en el vestir su celibato, y que son reprendidas si se desmarcan del sello y admonizadas con todo tipo de males y perdiciones si comen plátanos de postre o si se preguntan qué tal les iría usar tampones. Sé que aún dura la cruzada del Opus Dei contra el tampón. ¿Por qué razón? ¡Pobres chicas! ¡Lo que tienen que aguantar!

Besos y abrazos.
H.A.







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