Querida Rosa:
Síiiiiiiii, Rosiña, sí que me refería a ti. Ya se lo dije a Agustina cuando me habló de tu carta: me ha alegrado el día. No sabes cuántas veces he pensado que qué habría sido de ti. Siempre deseando encontrarte para pedirte perdón por haberte llevado al opus. Y ahora es un buen momento: perdona, Rosa, lo siento muchísimo.
Me alegra ver que has rehecho tu vida, que te has curado de esos diagnósticos y esos tratamientos negligentes y delictivos. Supongo que el médico del que hablas, el pseudo siquiatra, es uno de Santiago. De hecho no era siquiatra, pero se forró a base de cobrar unos buenos dineros por consulta.
Espero que hayas vuelto a la música que te apasionaba. Porque Rosa -a todos los que estáis leyendo esta carta-, era una niña alegre, simpática, buena, inteligente y guapa. Siempre sonriendo. Y espero que ahora sea una joven alegre, simpática, buena, inteligente y guapa… lo espero de corazón.
Seguiremos en contacto si quieres porque me encantaría verte. Agustina tiene mi dirección de correo.
Un beso muy fuerte, Rosa
Brisas (Inés)