Simplificando.- Ramón
Fecha Friday, 18 September 2015
Tema 100. Aspectos sociológicos


Hola amigos,

¡Quién me mandará escribir nada! Pepito me ha puesto las orejas de burro por decir en mi escrito previo (14/09/15) que en España la clase media ilustrada era escasa o inexistente, como terreno abonado para el Opus Dei. El sostiene que soy un simplista - y razón no le falta - al decir este tipo de cosas. 

A ver si se me entiende ahora: estábamos hablando de los motivos para entrar / ser coaccionado para la entrada / seguir bajo presión en el Opus Dei. Yo decía (y aquí es donde Pepito no ha puesto el acento) que la gente se mete en el lado oscuro con un ideal, de seguir a Jesús y cambiar el mundo. Otra cosa es cómo funciona el sistema de valores para la entrada y la estancia y la salida...



Yo intenté aportar motivos basados en los valores de determinados clases sociales. En concreto, la clase media, que surge con fuerza en la historia coincidiendo con la ilustración y la consolidación del capitalismo industrial - comercial como sistema productivo preponderante. La clase media se arma de unos valores (hacendosidad, contención moral, rectitud, seriedad...) que son coherentes con el papel que le toca jugar. Entre esos valores se encuentra la disciplina y el orden (la clase media suele ser "gente de orden").

Lo que yo quería decir, es que en España, por nuestra confusa historia del siglo XIX y XX, la clase media ni es tan numerosa o potente como en otros países europeos (Reino Unido, Francia, Inglaterra....) y se encuentra dividida por las tensiones que causa la preponderancia del papel de la iglesia católica en la vida española, por lo que su papel en las revoluciones sociales del siglo XIX y XX (liberalismo y movimiento obrero) es mucho menos evidente. Nada de esto es nuevo. España de hecho era un país inculto comparado con otros de su alrededor. Igualmente, la influencia del absolutismo, los distintos conflictos civiles, etc, y la preponderancia del discurso negativista de la iglesia católica fueron determinantes en el desarrollo intelectual de esa clase media y del país en su conjunto. De hecho, las aportaciones españolas al en el extraordinario desarrollo científico, técnico, filosófico y artístico que se da en toda Europa entre 1750 y 1939 son de importancia muy menor.

Cito un texto de la Universidad de Salamanca, nada sospechosa de troskismo:

"Sin embargo, a principios del siglo XX el porcentaje de analfabetismo neto era todavía del 56 % y España ofrecía, junto con Portugal, Italia, Grecia, Rusia y los países de la Europa del Este, los porcentajes de analfabetismo más elevados del continente europeo. Por otra parte, el número total de analfabetos se estancaría durante la segunda mitad del siglo XIX en los casi doce millones del censo de -10-  1860 no comenzando claramente a descender dicha cifra hasta los censos de 1920 y 1930, es decir, hasta finales del primer tercio del siglo XX. Cuando de nuevo este lento y débil proceso alfabetizador parecía cobrar fuerza en los años 30 del siglo XX, junto con la escolarización, la guerra civil, la dictadura franquista y la posguerra vendrían a ralentizar de nuevo este impulso durante casi veinte años. Las migraciones y cambios sociales, económicos y culturales de los años 60 y 70, y el crecimiento en dichos años de la población escolarizada, harían por fin posible que el país alcanzara en la década de los 80 los porcentajes de alfabetización, en torno al 95 %, que los países europeos más avanzados ya habían alcanzado treinta o cuarenta años antes" 

El establecimiento de las libertades de expresión, asociación, imprenta y cultos durante el sexenio democrático (1868-1874) significó, pese a la anulación o restricción de las mismas durante toda la Restauración monárquica (1875-1931), un cambio notable en la producción y difusión de lo escrito. Con anterioridad, en el discurso eclesiástico en relación con la lectura predominaban los anatemas y condenas, la desconfianza y el recelo. Con y tras el sexenio democrático continuaron, por supuesto, las condenas, invectivas, índices de libros prohibidos y presiones para que los poderes públicos impidieran la difusión de las que la Iglesia católica consideraba “malas lecturas”. Pero, al mismo tiempo, la Iglesia católica advirtió que la época del control eclesiástico sobre la producción impresa había terminado y que, en una situación de relativa competencia, era necesario crear todo un complejo de editoriales, publicaciones, periódicos, librerías y bibliotecas que fomentaran las “buenas lecturas”. Producto de tales iniciativas serían, por ejemplo, el Apostolado de la Buena Prensa creado en 1871 y la Obra de las Buenas Lecturas fundada en 1890. Por otro lado, desde el liberalismo reformista o progresista se intentarían difundir, con desigual fortuna, las bibliotecas populares.

(Antonio Viñao. La alfabetización en España: un proceso cambiante de un mundo multiforme. www.usal.es/efora Vol. 3, Marzo de 2009)

No dudo, como dice Pepito, ni era mi intención decirlo, que no hubiera clase media, o que sus miembros fueran unos ceporros y unos atrasados. Simplemente, creo que en la clase media española, en la que pesca el Opus Dei, es predominante el valor de la disciplina y la obediencia, apoyado por esos mismos valores de la iglesia católica (lee las cartas de Clemente Romano), y eso marca por generaciones. Por una parte, había en España gente anticlerical a rabiar, y gente que no lo era. Es mi opinión que el Opus Dei pesca en ese segundo río que le es favorable. 

Yo también lo voy a ilustrar con dos anécdotas familiares:

- Mi tatarabuela (estamos hablando de 1880) era la maestra de un pueblecillo, casada con uno de los agricultores "ricos" (es decir, tenía dos burros en vez de uno). Mi tatarabuela, por lo demás una mujer cariñosa y amable, según contaba mi abuelo, era furibundamente liberal y anticlerical. Escribía en un periódico revolucionario de la época, fundamentalmente versos contra los curas.

- Mi abuela de otro lado de la familia era también maestra, pero de miras completamente opuestas. Para que os hagáis una idea: era concejala de la CEDA cuando la república en medio de un ayuntamiento furibundamente socialista. Sufrió lo suyo. Mi abuela, por lo demás inteligente y sensata, era incapaz de entender la libertad de pensamiento, de creencia, la libertad para hacer cada uno su vida. Ni que decir tiene que era entusiasta nacional católica. Eso plagó la vida de sus hijos y hasta de sus nietos. Podéis imaginar que era esta rama de la familia la agraciada con la "atención" de las señoritas del Opus Dei.

Repito: si España hubiera tenido otro desarrollo intelectual, si la iglesia católica (universal y particularmente española) hubiera tenido otro desarrollo teológico otro gallo nos habría candado.

Que Dios os guarde.

Ramón







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