Personalidad y organización.- Ramón
Fecha Monday, 14 September 2015
Tema 100. Aspectos sociológicos


Hola amigos,

Se ha desatado recientemente un interesante debate sobre la personalidad o las características de los miembros y ex miembros del Opus Dei. Han intervenido muy atinadamente Dionisio, Josef K, Rescatado... Aunque no puedo entrar en consideraciones psicológicas como Rescatado, quisiera hacer algunas aportaciones que pudieran ser de interés:

-El Opus Dei hace proselitismo entre gente de clase media - media o media- alta. Si hay clase alta, mejor que mejor, pero esa suele ser más escasa y no tiene tiempo (excepto algún conspicuo banquero, ya fallecido) para tonterías. Los valores de esas capas sociales, no lo olvidemos, en España son el orden, la seriedad, y sobre todo la obediencia…



En España la clase media liberal o ilustrada, o ha sido anticlerical o atea (inmune generalmente al Opus) o ha sido muy escasa, al ser deliberadamente combatida desde todas las instancias políticas y eclesiales. En ese caldo de cultivo, no es de extrañar que todos, más o menos, independientemente de la personalidad, del carácter, nos hemos formado en esos valores muy proclives al Opus: en el fondo, a hacer lo que se nos manda y obedecer a nuestros padres, al cura, al maestro, al catedrático, al jefe, al grupo de amigos... No es de extrañar que el Opus haya triunfado en España, en Sudamérica su éxito haya sido importante pero no arrasador, y en Europa o USA haya fracasado.

-En segundo lugar, somos católicos romanos, y en nuestra iglesia la obediencia a Roma, al obispo, a los curas, es algo más importante que la obediencia al evangelio. Como te salgas algo del mandato de Roma o del obispo, vas de ala. Así se entiende un nuevo nivel de control: el religioso, que asume para sí esos valores jerárquicos y de sumisión mental y personal.

- Quisiera llamaros la atención sobre la situación en la que nace y se desenvuelve el Opus Dei: la República y el Franquismo más duro. Si bien durante la República el Opus crece poco, más bien como una secta perseguida (lo cual galvaniza la adhesión) pronto se identifica con el régimen fascista implantado durante y tras la guerra civil. Este régimen, mantenido durante cuarenta años, machaconamente apela a la unidad, a la disciplina, a la obediencia, a estar cada uno en su sitio, a la jerarquía... Es evidente que la mayoría de los que estamos ahora no somos conscientes de la pedagogía social realizada desde las escuelas de párvulos, pero para mí resultó clarificador descubrir el lema falangista "Vale quien sirve". El Opus lo interpreta "vale de quien me puedo servir" no "vale el que sirve a los demás". Y ahí tenemos un nuevo nivel - sociopolítico - de control y dominación.

- La entrada en el Opus, como muy bien refleja Pitable (11/09/15) se suele dar dentro de un proceso de crisis, lo que en lenguaje religioso se llamaría conversión si no fuera "inducida". Eso es habitual y lógico, y está muy bien reflejado en las memorias de Santiago Carrillo: también en el PCE se entraba como en una orden religiosa, para dar toda la vida. De hecho, muchos comunistas, como Carrillo, hicieron su militancia política su forma de vida, igual que los frailes. Algo parecido sucedió entre la aristocracia británica, entre la que los rusos reclutaron decenas de espías durante la guerra fía: la clave era pillarlos en "estado de gracia". No hacía falta ni pagarles. Jóvenes con intención de cambiar el mundo, de dejar huella, de cumplir una misión. La entrada masiva de gente en el Opus, tuvo lugar durante la exaltación nacional católica de la postguerra, en la que el Opus Dei encima tenía cierto tufillo progre y outsider frente a la anquilosada iglesia oficial (esto me lo ha contado un familiar que leía Camino sin ser del Opus en aquella época). Tampoco es de extrañar la entrada de gente en los años 65 - 85. En una iglesia desconcertada con la modernidad, el Opus Dei ofrecía a todas esas familias un lugar donde sabían a qué atenerse.  

- Otro aspecto relacionado con el anterior, es el cultivo de la culpa y el mérito para librarse de ella (la vocación). Esto es muy típico e la iglesia católica durante siglos: insistir en el pecado. Esto es una perversión del Evangelio: Jesús viene a llamar a todos, sin importarle la vida previa. No nos rescata a pesar de ser unos mierdas, sino porque para el Padre todos tenemos valía. Es justo lo contrario. Aquí en cambio se pone a la persona en un estado de "gracia": eres malo, no vales nada, pero puedes apostar por Jesús. Esto no es exclusivo del Opus, pero se usa.

Así que se crea una auténtica esquizofrenia, entre lo que decimos que es Jesús (buena noticia a los pobres, asumir riesgos, ser creativos por su Reino, ser misericordiosos, poner en duda la doctrina jerárquica al uso…) y lo que se vive (disciplina, orden, sensatez, obediencia...) Jesús dice que El es obediente... al Padre del Cielo, lava los pies a los discípulos, cura a los enfermos.... En fin, de locura.

Se ha dicho que el Opus es bueno, pero la gente es mala. O que el Opus empezó bien pero luego se desarrolló mal.

Eso se dice siempre se dice cuando algo va rematadamente mal. Yo recuerdo cuando aún en vida de Franco había gente de mi familia que decía "Franco es bueno, lo que pasa es que está rodeado de gente mala/aprovechada/etc". A nadie se le ocurría criticar que se rodeara de esa gente. Pues lo mismo sucede con Escriba: no tiene sentido disociar su "visión", la que fuera, del desarrollo que le dio él mismo. Sobre todo cuando tenemos testimonios de primera mano como el de Fisac, el Canario, etc.

Otro tanto puede decirse de la institución. Las instituciones, en su código genético (y que me perdonen los antropólogos y sociólogos y psicólogos) tienen una misión y visión fundamental, un espíritu de cuerpo. Así, no es de extrañar que saquen lo mejor o lo peor de cada persona, según su carisma. Algunas son verdaderas estructuras de pecado (pongamos los campos de concentración, la mafia, la corrupción.....) Así, cuando una persona entra en ellas, sobre todo coaccionada o si le han abducido, el choque con la realidad le lleva a posturas de depresión (véase el Opus) o de participar en el sistema (véase el Opus) o de hacerse a un lado y sobrevivir. Evidentemente, la clave del proceso la tiene el tiempo en darse cuenta de lo que pasa. Algo así sucede en el ejército (institución que tiene como valores la violencia y la jerarquía), con las novatadas que han llegado a costar la vida a los reclutas, y que se transmiten de generación en generación. En el ejército norteamericano se ha desvelado una larga y triste trama de abusos sexuales a las soldados, ocultados y minimizados por los oficiales. Y eso por poner dos ejemplos cercanos.

Así que me temo que es inútil intentar quitar responsabilidades de fundadores o instituciones. Si algo salva a la gente es que entran con buenas intenciones, por seguir al evangelio. Esa es en el fondo la roca que les salva, aunque luego muchos acaben perdiéndola en la marea.

El problema lo tiene la Iglesia en su conjunto: se ha creado una gran masa de católicos de disciplina, de pertenencia, que difícilmente son capaces de dar respuesta al reto de la postmodernidad, del desarrollo tecnológico, de la globalización, de la laicidad. Gente disciplinada, pero cuyas alas se cortan desde antes de hacer la primera comunión, si es que luego hacen alguna otra.

En fin, si habéis llegado hasta aquí, que Dios os guarde.

Ramón







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