¿Las puertas están abiertas para salir en el Opus Dei?.- Nicanor
Fecha Monday, 07 September 2015
Tema 070. Costumbres y Praxis


Recuerdo el paso que quería dar un fiel de la Prelatura, agregado, por salir de la Obra. Como a todos nos han explicado cuando pedimos la Admisión, el Director del Centro nos dijo que su función era “tener las puertas cerradas” y uno debía empujar para abrirlas. Así pues, teníamos que afinar en ir a misa diaria, confesarnos semanalmente, rezar el Rosario completo o algo por el estilo y ¡Listo! A escribir la carta al Padre pidiendo la Admisión. Luego, cuando por motivos – usualmente traumáticos – uno desea salir de la Obra, a pesar que se nos dijo y re dijo que – al contrario de la Admisión – “las puertas estaban abiertas de par en par”, resulta que están cerradas con siete candados.

 

¡Es imposible salir de la Obra sin admitir que se está cometiendo un infernal error! Así le acaba de suceder a un par de personas que conocí durante mi adolescencia. Lo más triste es que, uno de ellos, fue citado por el mismo Consiliario para… charlar ¿Y saben? ¡Le dijo que podía seguir siendo de la Obra sin necesidad de acudir a los medios de formación! Es decir, ¡Quédate porque necesitamos gente! Ni siquiera le preguntó si estaba comiendo, si tenía dinero suficiente para vivir, si estaba bien de salud, si tenía trabajo estable… a pesar que le repetía hasta la náusea: en la Obra somos “familia”.

 

Culmino con otra anécdota de un numerario al tener su conversación respectiva con el Consiliario antes de salir:

 

-          ¿Qué espera el Opus Dei de mí? Preguntó

-          ¡Fidelidad!

-          O sea… ¿Sólo permanecer dentro de importa de qué modo, si feliz o infeliz?

 

Así, este señor se quedó como “inquilino” un breve tiempo más. Lo máximo que pudo porque su ser clamaba por dentro: ¡Qué haces acá dentro si ya no eres lo que el Opus Dei quiere! Hizo sus maletas y se marchó con una mano delante y otra detrás.

 

Sí, todos – tarde o temprano – nos damos cuenta que quisimos “ser santos en lo ordinario” y nos transformamos en cristianos raros, autómatas, incapaces de pensar, sentir y amar por nosotros mismos. Eso sí, llenos de voluntarismo al holocausto propio. Un cristianismo irreconocible.

 

Nicanor

nicanor.wong@outlook.com









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