Congreso en Roma.- H.A.
Fecha Thursday, 15 July 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


CONGRESO EN ROMA

A principios de los años setenta se celebró un Congreso de la Obra en Roma. No recuerdo qué tipo de institución es ésta de los congresos. Pero sí conservo muy vivo el sentimiento de frustración y engaño que sentí. Se nos dijo que éramos libres para proponer ideas al Congreso. Se escribían en un folio a máquina y se entregaban al director del centro respectivo. Redacté una proposición: que el cilicio y las disciplinas dejarán de ser instrumentos obligatorios en la forma establecida. Argumentaba que con el cilicio en el muslo yo no podía escribir ni estudiar ni hacer nada con provecho. Así que sugerí que fuera una "devoción" particular para quien así lo quisiera.

Otro numerario del centro escribió una proposición a favor de ir al cine, por motivos apostólicos y culturales. Ni su proposición ni la mía obtuvieron el beneplácito del centro, y no sé si fueron o no enviadas a Roma. Supongo que no. Pero en cambio, nos pasaron a la firma a todos un par de proposiciones redactadas por dos agregados en las que daban las gracias al fundador por la formación que les proporcionaba la Obra y aún pedían más madera. Todos nos adherimos a las mismas. ¿Cómo si no? Bueno, un procedimiento fascista donde los haya. Esa es la libertad real en el Opus Dei, nula. Pero desde dentro se niega.

Una pregunta para quien lea esto y hubiera vivido en Aralar a mediados de los sesenta. ¿Alguien sabe quién era un señor ya mayor -eso me parecía a mí con 18 años- que se llamaba Aquilino, y que a los pocos días de empezar el curso 64/65 desapareció de Aralar? No pude saber, y eso que lo pregunté, a qué se debía tal ausencia. No lo vi más, ni por Aralar ni por la Universidad de Navarra ni por Pamplona. Un misterio. Pero de lo que estoy seguro es de que por su gusto no se debió de marchar.

Estuve dentro de la Obra sólo nueve años, desde los 16 a los 25, y cuando leo todas las noches los testimonios de ex numerarios y ex agregados con 20, 30, 40 o más años dentro siento una pena infinita por ellos, por todos esos años de purgatorio que para mí sólo fueron nueve. Yo os cuento recuerdos, anécdotas y cosas de poco fundamento, pero las tuve -y ahora me doy cuenta que todavía las tengo- tan pegadas al alma, haciéndome tanto daño, que con sólo contarlas siento un enorme alivio. Debe de ser algo psicológico, no sé; pero me hace mucho bien. Así que, orejas, gracias por estar ahí para escuchar.

Besos y abrazos.
H.A.







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