Perspectiva.- Emevé
Fecha Wednesday, 24 June 2015
Tema 040. Después de marcharse


Cuando vas subiendo hacia la cima de un cerro, es posible que por partes del camino no la veas (la cima, digo). Sí, lo sé, me estoy robando la cita de Escriba sobre la vocación y Torreciudad. Pero digamos que la cima es esa vocación y aunque no la veas, sigues hacia a ella por el camino que te dicen que es el adecuado...



¿Y cómo sabes que es el camino adecuado? ¿En serio le vas a confiar el camino más importante de tu vida, tu razón de ser a alguien que no eres tú y que definitivamente no ha venido al mundo a ser tu clon (ni tú el suyo)?

Aquí entre nos, creo que necesitas algo de perspectiva. Mirar desde lejos la bendita cima y hacerte una idea en la cabeza de cuál es el camino. Y creer en esa idea, confiar en Dios que te habla en privado y bajito. Y volver a caminar.

Uno necesita la perspectiva en todo. Para poder evaluar mi trabajo, necesito que pase algo de tiempo y revisar nuevamente. Para saber si estoy siendo buena madre tendré que esperar que pase el tiempo y luego, de lejos, evaluar. Sí, a veces es demasiado tarde y la vida no te da chance de evaluar. Sí, cierto. ¿Pero eso te absuelve del deber de hacerlo? Creo que no.

Hace mucho, creo que años, que no escribo ni leo Opuslibros con la asiduidad con la que lo hacía.

Muchas cosas han cambiado en mí, y sí, obvio que voy a hablar de mí, porque de eso se trató siempre: de mi experiencia como ex miembro del opus dei, y de cómo me va por la vida.

Para resumir a quienes no me conozcan (que debe ser la mayoría), pité en 1993, me sacaron entre el 97 y el 98 porque me desmayaba por los rincones y ningún médico atinaba con lo que tenía. Al menos eso me dijeron. Coincidió con la negativa de mi padre a pagarme la residencia en un centro del opus y su invitación a que mi nueva familia me mantenga o me consiga trabajo. Coincidencias o no, me sacaron en medio de una depresión (enfermedad que no sabía que tenía sino hasta muchos años después) y me dejaron sola en medio de un gran dolor y el silencio.

Fueron años muy duros porque no me atrevía a hablar con nadie por miedo a que todos noten que la culpable era yo, hasta que apareció opuslibros en mi vida y no hice más que escribir y escribir y escribir mi historia en todos los tonos, en todas las circunstancias y mientras eso hacía, me recomponía y volvía a ser timonel de mi barca. Era el año 2004. Hagan matemáticas. Eso tardé en sanar. Y sigo sanando.

A día de hoy, cerca de los  40 años, madre, trabajadora, y serena, el opus dei es una anécdota en mi vida. Una etapa de la que aprendí mucho. Y claro que hablo de ellos, a quien me pregunta no dudo en contar mi historia, con naturalidad, sin rabia, y siempre termino expresando la mucha lástima que me dan aquellos que son como yo, y que están solos.

Me parece que ahora mismo, ninguna de las chicas con las que pité o coincidí en mis primeros años sigue dentro. Creo que tampoco ninguno de los chicos. Hay una rotación alta, y casi todos los nombres son nuevos. Y el mío también debe haber pasado al olvido.

Me dicen que en Piura la gente pone atención a lo que escribo y creen que “soy muy crítica”, entrecomillo, porque se equivocan. La crítica va destinada a mejorar algo, o a destruir algo. Ciertamente no tengo fe en que ocurra ni lo uno ni lo otro con el opus. Así que no, cero crítica. Yo sólo digo lo que sé, y a quien le interese, que atienda y prevea. Y a quien no, pues lo mismo me da.

Con lo que sé, he tenido la bendición de poder ayudar a algunas personas a reconstruirse, a irse o a simplemente saber. Siempre he estado disponible para quien quiera hablar, y siempre lo estaré. Lo tengo claro.

He vuelto porque he podido observar (bendita perspectiva) tres tipos de actitudes que me sorprenden y quería compartir. Hay muchas más, y quizá la mía misma sorprenda a más de uno. Pero esto lo escribo yo, así que seguiré.

La primera cosa que me asombra es la actitud del personal que trabaja para el opus a través de sus obras corporativas, asociaciones o similares. La gente que me lee y comenta, y se ríe cuando golpeo llagas y luego pone cara de yonofui y le hace la corte a la jefa o al jefe contándoles lo mal que me va en la vida por lo que dije en un estado del Facebook. Esa gente.

Llamaré a esta escena, “te he visto, y me acuerdo”. Un profesor (no miembro del opus) de una universidad del opus sale un día de viaje a Tombuctú, va muy contento por ahí y de pronto, de lejos, ve al profesor numerario de otra facultad de la misma universidad, intercambiando bacterias con una chica local que está más buena que comer pan calientito con queso. El intercambio de bacterias es a través de la lengua (quiero presumir que hasta aquí todos hemos entendido que se están dando un beso con lengua de esos que dan envidia al espectador, si no lo habían entendido, ahora ya estará claro). ¿Qué hace ese profesor-testigo?

Las damas primero, ¿qué haría yo? Pues lo que hice cuando me ocurrió. Dar media vuelta, que no me vea y que siga haciendo lo que le dé la regalada gana porque no es mi problema. Quizá decir mentalmente “qué bárbaro, seguro que la pobre chica no sabe en lo que se está metiendo”. Y dejarlo en mi memoria como una anécdota curiosa.

¿Qué haría una persona leal que busca servir a Dios y se siente escandalizada? Te cuento lo que dice el Jefe de jefes, el Padre de Padre, el más más: “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano” (santo Evangelio según san Mateo 18, 15).

¿Qué hace el profesor-testigo promedio? Pues dar media vuelta, que no lo vean y que el numerario siga haciendo lo que le dé la regalada gana. Regresar a la universidad. Buscar al capellán. Y delatarlo.

Creo que no lo sabes, pero la delación no es evangélica, no es caritativa y no salva a nadie.

La segunda actitud que me llama la atención es el subestimar al opus. Esa actitud de los ex opus dei, que piensan que los conocen, los manejan bien y pueden hacerles el juego y seguir vinculados a ellos por temas económicos o personales. Son esos que meten a los hijos en colegios del opus, que de vez en cuando les dan plata, o que de plano, trabajan con ellos. Entiendo que estén a salvo y entiendo que crean que a sus hijos no les va a pasar nada. Lo que no entiendo es cómo solventan la posibilidad de que eso que no les hizo bien se perpetúe y haga daño a otro adolescente. ¿Cómo pueden dormir por la noche sabiendo que están ayudando a que eso que les pareció mal para ellos, le pase a otros?

La tercera actitud que tampoco entiendo es la de la rabia perpetua. Hablo del yihadista anti opus. Que todo lo que hacen está mal. Que si no los odias eres malo. Que si no te indignas eres un asco. Relaja Osama, no es mi culpa ser distinto a ti. No les doy plata, no delato, no ocupan mi vida, no oculto la verdad, pero tampoco vivo para andar pendiente de ellos. Es mi derecho. Y si te metes a decirme qué debo hacer, tengo el derecho de decirte: quítate de aquí, pon primera y arranca no más papito.

Sí, he estado reflexiva estos años y posiblemente no tenga nada que ver con el resto de historias, réplicas y dúplicas que habrán en la actualización de hoy. Pero quería compartirlo por si a alguien le interesa.

Y si no, bueno, nunca fue lo importante.

Un besote a Agustina y no se olviden que es nuestro deber moral apoyar económicamente a la web que recoge lo que todos quieran decir, en un uso generoso y heroico del respeto a los otros y a la libertad. Agustina es la mejor, y quiero que se sepa.

Saludos,

Emevé.

emeve_fs@hotmail.com







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=23285