El pasado 19 de marzo hizo cincuenta años que yo solicité la admisión en el Opus Dei como socio numerario. En la vida civil, ese aniversario se suele denominar "Bodas de oro". En aquella fecha de 1965, también"pitó" en el mismo centro quien ahora se conoce en Opuslibros como Harto. Por ello, en esa conmemoración escribí un correo electrónico a mi gemelo de pitaje para recordarle tal aniversario. El ya no se acordaba pero hemos quedado en vernos. El fundador decía que la Obra era el mejor sitio para vivir y para morir. Esa sentencia ha fallado. Los dos nos hemos ido. Por algo será. Fuera, qué felices estamos. Yo fui a su boda celebrada en Madrid.
En la Obra, entre los miembros varones, se suele poner mucho cuidado en la guarda del corazón para que ninguna mujer lo conquiste. Yo me fui con 53 años. Ni estoy casado ni tengo pareja. Ese principio, en mi caso ha fallado. Soy muy feliz pues tengo una libertad muy grande que no tenía cuando pertenecía a la Prelatura. Lo importante para mi fue dar el paso de salida. Me costó tomar la decisión, pero la tomé. Yo estuve casi treinta y cuatro años dentro. Desde el principio te van gobernando a través de todos los medios de formación y, principalmente, a través de la llamada charla fraterna o confidencia.
Llevo casi diecisiete años fuera y me sigo acordando de muchas de las cosas que hacía a diario. Por ejemplo, a las doce de la mañana, rezar el Angelus. Ya son muchos los días que me olvido de ello. ¡Qué bien! Mi primera charla fraterna --entonces se denominaba "confidencia"-- la hice con José Ignacio. Sigue perteneciendo a la Prelatura. Ya van varias veces que le he encontrado por Madrid y siempre hace lo mismo: hace que no me ve. Pienso que como ya no soy de la Obra, ya no intereso. Es la pura verdad. Igual si los cincuenta años del pitaje yo hubiera continuado dentro hasta me hubieran invitado a comer en la vicaría regional, antes denominada comisión regional o también Diego de León, por estar en la calle de ese nombre en Madrid. Ya solo me queda un "amigo" dentro de la Obra, Antonio. Cuando me salí, la primera vez que le vi me preguntó con quién me confesaba. Era como una repetición de la charla fraterna. Daba la sensación que quería seguir llevando mi dirección espiritual. En vista de la experiencia, no lo ha vuelto a preguntar. No solo eso. No vemos muy pocas veces. Una de las últimas descubrió que yo ya tenía teléfono con WhatsApp. Dijo que así nos podíamos ver con más facilidad. El tiempo ha puesto de manifiesto que eso o no era cierto o ha fallado. Siempre hay alguna excusa para no vernos: atender a los muchos enfermos que hay en el Opus Dei, atender un curso de retiro, etc. A veces estoy hasta más de tres meses seguidos en Madrid y no nos hemos visto. ¿Eso es verdadera amistad? Aunque nos conozcamos desde hace más de cuarenta años, eso ya no se tiene en cuenta.
La experiencia es que cuando te vas de la Obra para ellos estás muerto. No es cierto lo que dice Mariano Fazio en la entrevista de "El País". Repito, los que nos hemos ido ya no interesamos. Estoy hablando de los cincuenta años que hace que pité. En mi hogar lo celebré mucho. Afortunadamente me fui. El fundador decía qué bien se está en el Opus Dei. Pues yo estoy fuera y estoy muy bien. En el centro donde pité ese año nos incorporamos seis, pero ninguno de ellos sigue en estos momentos. Luego pertenecí a un centro denominado "Recoletos" donde había más de setenta "oblatos", hoy denominados agregados, pero hoy solo quedan cinco: Suge, Domingo, Blas, Luis C. y Luis Tomás. En aquel entonces se fueron dela Obra los tres primeros oblatos de Tajamar: Daniel, Fernando José y Laureano. Solo había un oblato que llevaba charlas fraternas, José Luis, profesor de la universidad, pero un buen día desapareció. Mariano C, que le sustituyó, también desapareció al poco tiempo. Para justificar la ausencia, los directores siempre decían lo mismo: se ha ido a otro centro. Y preguntabas a los de ese centro y nadie sabía.
Cuando le he dicho a un amigo ex que iba a escribir en Opuslibros me ha respondido que eso forma parte de su pasado y que ya no interesa. El es feliz como está y no quiere saber si don Javier Echevarría es verdaderamente quien está o no al frente del Opus Dei. A mi tampoco me interesa pero quiero dejar constancia de esto que he contado hoy.
ELCANARIO
