Las críticas de elitismo hacia la Obra forman parte de una visión distorsionada de la realidad, propia de la visión burguesa de las erradas y egoístas clases altas de la sociedad, que no quieren tener relación alguna con esa numerosa gente humilde y cercana a la Obra que habita en las periferias de las ciudades, y ello pese a los esfuerzos del Opus Dei en relacionarlos, integrarlos, desde el mismo momento de su fundación (recordamos con afecto nuestras queridas “visitas a los pobres”). Es esta burguesía la que a través de los medios de comunicación que controlan impide que llegue a conocimiento del público la labor apostólica que la Obra realiza en los barrios pobres de tantas ciudades, en los países subdesarrollados, en los suburbios de Africa o América Latina.

Si la Obra ha dedicado alguna atención a esta burguesía ha sido simplemente por el generoso empeño de su Fundador en la santificación de todas las almas, y porque de esta forma la Obra ha podido predicar entre las personas con capacidad de decisión la necesaria transformación cristiana del mundo para conseguir un mundo más justo a través de la lucha contra la pobreza, contra la desigualdad y contra la cultura del descarte.

Anticipándose a la propia Iglesia en decenios, ha sido siempre preocupación preferente de la Obra evangelizar a estos burgueses para que compartan sus bienes con los más necesitados. La Obra siempre ha sido pobre y ha mostrado una opción preferencial por los pobres.

También la Obra ha procurado la transformación de la sociedad en otros aspectos. Su labor a favor de la promoción de las mujeres, siguiendo el ejemplo de San Josemaría, es sobradamente conocida de todo el mundo. Gracias a la mediación del Fundador muchas han podido acceder a estudios superiores antes reservados a varones. Y, fundamentalmente, ha dignificado el trabajo doméstico haciendo del mismo un objeto preferente y deseado de santificación de muchas mujeres. No solo hay más mujeres que hombres en la Obra, sino que tienen las mismas funciones dentro del Opus Dei.

No menos digno de elogio ha sido el respeto que en la Obra ha habido siempre por los menores de edad. En este punto ha extremado su pulcritud, en particular sobre su formación y madurez. Incluso en esto se ha adelantado en decenios a la Iglesia.

La Obra no ha dejado a nadie desamparado. Incluso, a los ex miembros, a quienes perdonamos de corazón pese a las insidias que algunos dirigen contra la Obra de Dios, rezamos por ellos y muchos aún siguen bajo la inspiración espiritual de la Obra e incluso bastantes de las personas que han pasado por alguna crisis y han dejado el Opus Dei vuelven el calor de la misma, pidiendo su readmisión. Los llevamos en el corazón.

JaraySedal