Hace ya algún tiempo comenté en la web que Fazio y Bergoglio se conocen desde hace años y que cuando este último salió elegido Papa recibió a Fazio quien le dijo, más o menos, que no le pedía nada para el Opus Dei pero le encarecía que pensara bien a quiénes elegía para los sucesivos cargos, relevos o lo que fuera. Y creo recordar que el encuentro entre ambos argentinos no fue por iniciativa de ninguno de los dos, sino del prelado y sus también ancianos consejeros, aunque seguramente iluminados por la preclara mente del innombrable.
Nos quedaríamos espantados, y la gente en general escandalizada, si el Vaticano hiciera pública la vinculación con el Opus Dei de las personas nombradas por Francisco como Sumo Pontífice de la Iglesia Romana (que dicen los ingleses).
Y repito la anécdota que se contó en todo el Opus Dei a los pocos días de la llegada de Francisco a la sede petrina. Que estando en Argentina harto de que sus superiores jesuitas lo hubieran apartado, y coincidiendo con la noticia de la próxima -en ese momento- canonización de Escriba, el padre Jorge dijo, dirigiéndose al candidato en su interior (más o menos): "Si de verdad eres santo, sácame de aquí". Y al día siguiente (o puede que al poco tiempo) a Bergoglio lo nombraron obispo y les dio un corte de mangas a sus hermanos frailes que poco menos que lo habían echado de la S.J. Factory, y se quedaron con un palmo de narices.
Así que, ya me dirán ustedes, cómo no va a tener el bestial predicamento que tiene desde entonces el amigo Fazio con toda la gerontocracia de Bruno Buozzi.
De ahí que, en aras de la mejor campaña de marketing posible, el anciano Javier de Echeverría le haya dado el encargo a Fazio de congratular a Francisco con el veteroinvento.
Y lo de El País, es eso: marketing opusiano. Pero también conté aquí hace tiempo cómo el Opus Dei tiene en marcha desde hace muchos años una poderosa maquinaria, atendida por mucha gente nada tonta, encargada de captar a los propietarios y ejecutivos de los más importantes medios de comunicación del todo el mundo, incluido El País, que de haber sido un diario progresista y antiopus se ha convertido desde hace ya tiempo en acólito: para vergüenza de la inmensa mayoría de su plantilla de periodistas veteranos, de los que ya van quedando pocos y con las alas y los espolones debidamente cortados y limados.
Para eso sirven, además de para ganar dinero, las escuelas de negocios que inventaron en el Opus Dei hace muchos años y que tantos réditos le dan por todo el mundo: en cash y en influencia, es decir: poder; o sea: dinero y más poder. Si tendrá poder que hace ya unos años que le ha ganado el pulso al Gobierno Israelí, de modo que donde ningún extranjero puede tener terrenos ni casas, ellos han levantado su Castelldaura (castillo de oro) jerosolimitana que lleva el bonito nombre de Saxum en recuerdo de Álvaro Portillo, beato: siete mil metros cuadrados de construcción ideada por el numerario y arquitecto barcelonés residente en la Casa Central del Opus, Santiago Hernández Andreu, y todo un mundo de colaboradores convenientemente desacralizados.
Es decir, que aquel antiguo estudio de arquitectos que funcionaba para la edificación de la pirámide del marqués, ha dado lugar a un emporio con entidad propia, jurídica, legal y desde todo punto de vista externo. Pero siempre bajo la capa prelaticia. En fin, nada nuevo: tienen el mundo lleno de empresas 'comunes' o como se las llame ahora, por no ponernos a dar la vara con las oenegés que 'inspiran', los movimientos provida que 'impulsan' y más, y más, hasta convertirse en "el alma de todo apostolado".
No es de extrañar -sino de celebrarlo a lo grande con aperitivo de fiesta A y que no falte la hora santa- que El País hay sucumbido a los cantos, no de las sirenas, sino de los coros celestiales.
Bastián
