Secretos a voces.- H.A.
Fecha Tuesday, 13 July 2004
Tema 060. Libertad, coacción, control


SECRETOS A VOCES

Por si alguien tiene dudas de los procedimientos utilizados dentro de la cosa para mejor control del personal, contaré algunos casos lamentables de los que fui testigo.

El primero se refiere a un numerario adolescente que desde antes de pitar padecía un trastorno afectivo grave que silenció y que nadie descubrió hasta varios años después. El pobre chaval se refugiaba en el llamado vicio oculto y vivía en una constante esquizofrenia: confesión falsa en el centro, confidencia, misa, comunión en teórico pecado mortal, confesiones fuera y demás. Varios años después y a las pocas semanas de contar finalmente el drama que estaba viviendo, se presentó el vocal de San Miguel para charlar con él. Le dijo que si seguía así se iba a "desangrar por la picha". Como esas fueron las palabras, aunque resulte poco fino, ruego a los Orejas la mantengan para que todos reciban el impacto que sentimos algunos numerarios más mayores cuando el interesado nos lo contó llorando. Como el calibre mental y espiritual del vocal referido puede herir la fama y la honra de quienes han sido vocales de San Miguel, debe saberse que el tal se llama Pablo F.

El otro caso hace relación a un supernumeario joven que estudiaba primero de Medicina en Barcelona y que pertenecía al grupo que yo atendía. Un mal día, el secretario del centro -un club de bachilleres situado en una calle en cuesta- avisa de que alguien ha robado sesenta mil pesetas -año 1970 más o menos- de la hucha donde metía el sueldo que le entregábamos los numerarios que teníamos trabajo (externo). Una vez hechas las averiguaciones pertinentes, nadie sabía quién había podido coger -perdón a los argentinos y uruguayos- robar, ese dinero. Tuvimos que pasar todos los numerarios por una encuesta en la delegación. Negativo. Hablamos con los chicos de San rafael, y nada; con los de San Gabriel y nada. Pero de repente, al cabo de un mes más o menos, me llama el director y me dice que fulanito de tal, el estudiante de primero de medicina señalado supra, acababa de ser dado de baja y que le dijera que no apareciera por allí nunca más. Al preguntar la razón de tan expeditiva medida, me dijo que era el ladrón. La cara que puse debio de ser antológica, porque yo me había fiado de todos los supernumararios del grupo cuando me dijeron que no habían sido. Me fié como mandaba la tabla: "más que de cien notarios". Y hubiera seguido fiándome de todos porque no sospechaba de ninguno, ni tenía por qué sospechar. Entonces supe cómo había sido detectado el ladrón. Porque lo dijo el cura de la casa. Me quedé de piedra.

Y me gustaría que quienes hayan pasado por Aralar en la época negra del honorato, nos contaran aquí sus vivencias. Para mí fue la época más desgraciada de mi vida, gracias a ese fenómeno, que Dios confunda. Otro día, más.

Besos y abrazos.
H.A.







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