Por debajo del nivel de libertad.- Yo
Fecha Friday, 27 March 2015
Tema 060. Libertad, coacción, control


Infra tamen libertatis gradu.

“Por cuanto más sectaria es una institución más exige soluciones exactas e indiscutibles, más dogmas propios y menos interés en hacer aproximación a la verdad, mucho menos a ciertas verdades. Lo que irrita al Opus Dei es lo que precisamente más ha hecho progresar a la humanidad, que no es otra cosa que proponerse pensar como personas, a ser personas y a entender a las personas.”

Querido Manzano y queridos todos: estas palabras tuyas me han hecho meditar muchísimo. ¡Cuánta razón tienes! Recuerdo que cuando mi hij@ estaba en el centro de estudios todavía pensaba como persona. Sus directores (JP y CA) no soportaban que yo los interpelara sobre cómo mi hij@ se estaba transformando en un clon, en un repetidor de palabras, de gestos, de frases; en definitiva, de un repetidor de TODO en su vida...



No era dueño de nada propio, aunque todavía tenía en su interior pensamiento propio. Su vida cotidiana era una mera repetición de todo lo que le habían dicho o de todo lo que veía hacer a los demás. Dejó de ser crítico cuando siempre había sido una mente crítica. Se volvió dogmático cuando jamás lo había sido.

Era desesperante y sigue siendo desesperante ver como mi hij@ me grita, me ignora, no atiende a la mayoría de conversaciones ya que la mayor parte las considera triviales, insulsas, vacías de espiritualidad, cuando en realidad, ¿qué mayor prueba de amor puede dar una madre o un padre, que le dice a su hij@ que le quiere, que le gustaría abrazarl@? ¿Y no es este amor una manifestación del amor de Dios en la familia? ¿Y no es este amor divino hecho humano una fuente inmensa de espiritualidad?

Mi hij@ no soporta los comentarios que hacen las personas que no son del Opus Dei sobre las cosas que ellos blindan. Lo que ellos blindan por orden o tradición de su fundador, blindado está y no se puede mover un ápice ya que aun no siendo así, que no lo es, ellos justifican su inmovilismo diciendo: “acaso no crees que San Josemaría ya había pensado en “esto” y lo tenía previsto y por ello dejó escrito (aunque no lo hubiera dejado escrito) que nunca cambiásemos tal o cual norma, costumbre, etc…”

A mi hijo, me lo robaron y le robaron. Me lo robaron cuando, menor de edad, le presionaron para escribir la carta argumentando que estaba clara su vocación. Tanto le presionaron, que al final, por agotamiento, escribió, con un TOTAL desconocimiento de lo que era el Opus. Destaco la palabra total porque ciertamente no había tenido jamás contacto con la Obra. Ella/él no lo sabía y nosotros sus padres, tampoco. El futuro lo desconocíamos él y nosotros. Y con un menor de edad y sin consultar a quien tiene la patria potestad, le crearon una vocación y ella/el sucumbió a tal creación. A nosotros nos lo robaron y a ella/él le robaron lo más íntimo: su patrimonio espiritual, su conciencia. Le implantaron una conciencia colectivizada: la del opus. Le sustrajeron sus creencias, creencias de parroquia, y le implantaron las del opus, las del idolatrado fundador, haciéndolas pasar como las verdaderas de la Iglesia, cuando esta Iglesia ni tan sólo quiere abrir los ojos para leer a plena luz las prácticas sustitutorias de su magisterio por otro llamado “catecismo interno del Opus Dei”.

Ahora, nuestr@ hijo ya no tiene patrimonio espiritual propio. Tampoco tiene patrimonio personal. No es crítico y es incapaz de hacer historia pues simplemente se dedica a repetir hechos y palabras. Nada ajeno a lo “suyo” es completamente bueno. A lo sumo se califica como neutro, que ni educa ni deseduca. Lo “suyo” es lo único, lo mejor, lo absoluto, lo “suyo” es solo. No hay más caminos buenos en la viña del Señor.

No hace muchos días, el papa Francisco catequizó sobre la familia en el aspecto de las visitas de los hijos a sus padres. Calificó de pecado mortal el hecho de espaciar las visitas a una o dos veces al año. Al leer esta catequesis vinieron a mi mente las pocas visitas que nuestr@ hij@ nos hace al año, y me vinieron también lágrimas a mis ojos. Vinieron a mi mente las palabras de cantidad de numerari@s a los que he oído comentar: “yo visito a mi madre cada dos años” “si está bien, para qué tengo que ir más a menudo”. Y así se saltan el cuarto mandamiento y aquella obra de misericordia que reza: “Visitar a los enfermos”, ya que la mayoría de los padres, por la edad, tenemos algún que otro atropello. Pero no, ellos, en su agitada vida en medio del mundo, y haciendo caso a la ciega obediencia que predicaba Escrivá, no visitan a sus padres. ¿Razones? Podéis buscarlas incluso debajo las piedras: las encuentran a sacos llenos: ya son autónomos, no se encuentran tan mal, ya estuve hace seis meses, no es de buen espíritu abandonar a los de “casa” para ir a visitar a los padres. Cuando precisamente creo que la palabra casa es el nominativo más familiar que existe: la casa lo es de la familia. No de un grupo heterogéneo de mujeres u hombres que viven en una cierta comunidad.

Y, como dice Tomasiano el pasado lunes 23 de marzo en su artículo “Luego dicen que no hay empastillados”, ¿para quién deben ser las pastillas? Ya sabemos para quien son: Y SIN RECETA MÉDICA, sin comprobar las incompatibilidades, los efectos secundarios, etc… y, como no, se las dan y él/ella por obediencia las toma. Y le afectan pero hay que obedecer ciegamente. Lectores: habría que obedecer (aunque pienso que ni en ello están obligados/as) si de temas de “buen espíritu” de la Obra se refiriera. Pero obedecer en ¿algo que no es de su competencia? No. Y menos cuando este algo puede perjudicarte y me atrevería a sustraer el puede. ¿A los veinte y pocos años hay que tomar antidepresivos? No. ¿Un 60% de numerari@s deben tomar antidepresivos y fármacos inhibidores de la libido? No. Médicamente no es adecuado y puede producir (y de hecho produce) efectos indeseables en las personas: falta de concentración, sueño, cansancio. Aumento de peso injustificado. Y no digamos si el/la numerari@ tiene alguna enfermedad que ellos no han considerado o no han creído o no han tratado (falta contra el quinto mandamiento).Y como es de suponer tarde o temprano, los efectos afloran y al numerari@ se le aumenta la dosis. Y lo que ya afectaba el carácter y el físico acaba destrozando al individuo, el cual es internado, normalmente en la Clínica Universitaria de Navarra. De allí suele seguirse uno de dos caminos: o la vocación desaparece como el Guadiana y la persona es devuelta a SU FAMILIA en un deplorable estado de salud física y mental. O bien se le devuelve a un centro en donde le espera una muerte en vida, olvidado de todos.

Ciertamente quien se lleva la peor parte es  el numerari@. Pero a quien toca desintoxicar y normalizar la vida es a los padres. ¿Qué sabían ellos cuándo su hij@ entró?  Nada.

Ojalá hubieran denunciado a tiempo. Es posible hacerlo, es conveniente y me atrevo a decir que es obligado hacerlo por el bien de nuestros hij@s y de todos aquellos que seguirán, a ciegas, este camino. Se vulnera la patria potestad. Se vulneran los derechos humanos del aspirante: núm 1,2,3,4,5,6,7,8,12,16,17,18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25,26,27,20 y 30 de la Declaración Universal de los derechos humanos. Se vulnera la libertad en el estudio, en el trabajo, en la cotización a la seguridad social. Se vulnera el secreto de confesión. Se vulnera el derecho canónico en cuanto a dirección espiritual se refiere.

¿Qué hay que denunciar? Su solicitud antes de los 18 años. Su alienación. Su adoctrinamiento. La adulación recibida. La toma injustificada y no recetada de fármacos. La retención en contra de su voluntad. La privación de visitar a su familia. La falta de cobertura de la seguridad social. La falta de un plan de previsión de jubilación y de cotización a la seguridad social. La privación de ciertas actividades como la lectura, cine, comunicación telefónica o por otros medios. La inviolabilidad de la correspondencia. La falta del sigilo sacramental. La desobediencia en materia de derecho canónico en cuanto a quien ejerce la dirección espiritual (entendiendo persona sin estar consagrada ni ordenada). La separación física de la familia natural. La manipulación de las capacidades de estudio o las laborales. La extracción de cantidades significativas de dinero de las familias.

¿Dónde hay que denunciar? En cualquier tribunal civil.

Gracias a todos los que escribís y una especial felicitación a CuG por el artículo “La parábola del buen exnumerario” del 23 de marzo de 2015.

Yo

PD: para los lectores que pensáis que el escrito es repetitivo: ¡Ojalá a nosotros, padres, nos lo hubieran repetido hasta la saciedad!







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