Obedentia tutior!.- UBIVULT
Fecha Wednesday, 11 March 2015
Tema 060. Libertad, coacción, control


Volviendo una vez más sobre el tema de la obediencia, me viene a la memoria una anécdota. Allí, por los años cuarenta, Escriva y don Álvaro todavía vivían con unos cuantos cerca del Vaticano, en la vía de Citta Leonina. Un día, estaban varios tomando el desayuno cuando, de repente, le dijo Escriva a don Álvaro, en tono de broma: “Álvaro, hijo mío, mete tus dedos en el café”. Y sin dudarlo ni un momento, he aquí que su hijo fiel le obedece, metiendo los dedos en su taza de café. Escriva sigue con buen humor: “Pero Álvaro, ¿qué haces? ¡Qué sucio eres!” Y Álvaro de responder: “Padre, “Obedentia tutior”“(la obediencia es lo más seguro).

El valor pedagógico de ese gesto es evidente por parte de don Álvaro. Viene a decir que así es como se obedece en la Obra, sin cuestionar lo que dicen el Padre y los directores que le representan.

Y en efecto, así vive la mayoría de los miembros de la Obra, obedeciendo sin pensar a los mandatos que les vienen de los directores, sin un atisbo de conciencia personal. Y bien sabemos que cualquiera que se atreviera a cuestionar lo indicado se vería tachado enseguida de “mal espíritu”.

A decir verdad, nada puede sustituirse al necesario trabajo de discernimiento personal, hecho en conciencia, porque la conciencia es el lugar propio de Dios, donde sopla el Espíritu Santo. Nada de extrañar que el Papa Francisco insista tanto en sus homilías en la necesidad del discernimiento. Solo así nos asemejamos a Cristo, compartiendo su mismo Espíritu, “donec Christus formetur in vobis”(Gal. 4: 19). Por eso decía San Serafín de Sarov que la finalidad de la vida cristiana no es otra cosa que la adquisición del Espíritu Santo.

“Son hijos de Dios los que se rigen por el Espíritu de Dios” (Rom. 8: 14). Nada que ver con criterios, mandatos, vademécum o «por favores». Desgraciadamente, son muchos los que tienen auténtico pánico a la hora de ejercer su libertad personal y libre albedrio: prefieren confiar en otros y seguir viviendo como esclavos, debajo de la ley que se les impone. En palabras de san Pablo, hacen que sea vana la pasión de Cristo que nos liberó de la ley.

En eso consiste para mí el pecado contra el Espíritu: la alienación de las conciencias, tarea llevada a cabo con perfección por el opusdei.

Por cierto, Satanás tiene su hora; Dios, en cambio, tiene la eternidad… Y son cada vez más, gracias a Dios, los que se despiertan y… se van.

“Omnia in bonum”, ¿verdad?

UBIVULT









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=23060