Muy queridos todos,

Leo con pesar la investigación del suicidio del padre Danilo Eterovic hace un año atrás. En mi experiencia, como ex numerario captado desde la adolescencia hasta los 35 años y con intentos de quitarme la vida antes del milagroso suceso que provocó mi escape, puedo dar fe que no conozco caso alguno de fieles de la prelatura que – pasado largo tiempo en dicha institución – con ánimos de servir al pie de la letra la espiritualidad dejada por Escrivá, no sufran algún tipo de trastorno psicológico, neurológico o psiquiátrico.

Gracias a Dios en varios casos llevan a la disolución del vínculo del fiel con la Prelatura y, con suerte, el ex fiel de la Prelatura, pueda conseguir ayuda médica. En otros se trata de un esperar la muerte natural o provocarla pero… manteniéndose fiel, es decir, matarse pero dentro, no fuera.

Recuerdo aún la frase de una numeraria: espero morir joven.  ¿Verdad que es raro que una joven con un futuro que le podía ser prometedor tenga tales expectativas? También viene a mi memoria las palabras del médico peruano que estaba preparándose en Navarra para atender la gran lista de pacientes psiquiátricos en Perú: cada vez son más los casos de depresión en la región. Me llamó poderosamente la atención que el cura del centro se asombrara: ¿En serio? Preguntó. El pobre cura estaba en “Wall Street” y, para rematar, la dureza con que mi confesor me trató cuando le proporcioné material de lectura para atención de pacientes con depresión: ¿Para qué me das esto si ya lo sé todo? El caso es que creía saber todo o, lo que habría escuchado en alguna “collatio” era que se trataba de un “bajón de ánimo” cuya solución debía ir por enreciar el alma a punta de mortificación.

Triste situación de esta joven institución que debería prestar más atención – como cualquier familia – a una patología en auge y más aún si sus propios hábitos la propician. Sí, cuando alguien se suicida, la respuesta será: esto sucede en cualquier familia ordinaria y nosotros somos una familia sobrenatural. Pero el problema no está en tapar el Sol con un dedo y a mal de muchos consuelo de tontos porque no es verdad que sucede en cualquier familia ordinaria. Sucede en familias enfermas y, estas familias, ponen los medios para curarse algo que, la Prelatura, aún no investiga ni desarrollará – ya que toda la farmacopea para todas las enfermedades las predijo y dejó solución Escrivá – por lo que se convierte en un círculo vicioso autodestructivo y que los padres y familiares de los fieles del Opus Dei tienen que estar atentos a poder socorrerlos cuando los necesiten.

Recuerden, un fiel de la Prelatura está obligado a mantener una sonrisa en el rostro y a ser hermético en conversar de sus intimidades con otra persona que no sea su Director o Directora. Ánimo papás, mamás, primos, hermanos, hermanas, amigos y amigas a echar una mano a estas personas de buena fe tristemente envueltas en un engaño. Los Directores de la Prelatura tranquilizan sus conciencias en una dirección espiritual dirigida pero, para las personas ordinarias es muy duro, muy duro cargar con el peso de un “pude intervenir, pero no hice nada”.

Nicanor Wong Ortiz
nicanor.wong@outlook.com

PD.- Para los numerarios jovencitos que conocí dentro de la Obra y me he enterado que acaban de salir o están en proceso, algunos muy enfermos, no duden en escribirme. Como aconsejaba Juan Pablo II: no tengan miedo, aunque seguramente para la Prelatura me presente como persona con la que guardar distancia.