Fracaso.- Lizzy Babieca
Fecha Monday, 09 February 2015
Tema 010. Testimonios


A nadie le gusta relacionar su nombre, o algún hecho de su vida con esta palabra: F-R-A-C-A-S-O. Hay personas que, a penas la escuchan en una conversación cualquiera, empiezan a removerse en sus asientos, a arreglarse el vestido o la chaqueta, a escarbarse los bolsillos, incómodos. “Fracaso” no es una palabra popular. Si insistes, puede que hasta te ganes un estornudo sonante.

Pero lo cierto es que fracasamos. Ostensiblemente. Los más afortunados, más de una vez.

Los de por aquí, sin duda alguna, hemos fracasado todos. Por supuesto que también en nuestro paso por el club de san Chema. Y no lo digo como algo malo, que nos deba entristecer o que debamos lamentar. ¿Cómo es esto? Tranquilos, no me he fumado nada: no hay en mí ni media molécula masoquista. No me gusta ni pasarla mal ni sufrir. Sin embargo, digo que fracasar es algo bueno por varias razones: primero porque una persona que fracasa, fracasa porque se arriesgó con algo. Eso es maravilloso. Mejor eso que nada. Mejor eso que la seguridad. Segundo, porque nuestro cerebro no aprende nada cuando las cosas salen bien. Y cuando digo NADA, es nada de nada. Cuando le achuntas con algo, nuestro cerebro se felicita a sí mismo y toda la energía se le va en celebrar. Cuando de verdad aprendemos, es cuando la embarramos o cuando otros nos la embarran. Es decir, cuando las cosas salen mal. Si muy mal, más oportunidades hay de aprender.

Ahora, todo lo anterior no es gratis. Uno sufre lo que se debe sufrir cuando las cosas salen mal. Las fases del duelo, de la pérdida, del fracaso, son las mismas. Y ahí uno contemplando las estrellas, preguntando cómo salgo de ésta o por qué a mí. Cuando ya te ha pasado varias veces lo de fracasar y has salido de los entuertos con éxito, sabes mantenerte más o menos entero durante la tormenta. Y cuándo vences, resulta que te has empoderado y ahora eres mejor.

¿Puedes salir peor de los entuertos? Pos claro. Lo más fácil es guardarse, aislarse, enojarse y pudrirse. Quitar en vez de poner. Para salir bien parado de los fracasos, hace falta lo impensable: ponerle más amor, más fuerza, más empeño. Mientras más hundido y fracasado, mejor. Más valioso será el fuego que enciendas, así con los pulmones colapsados. No lo digo como palabras bonitas destinadas a inspirar a nadie. Lo digo como lo vivo: mientras más mal vayan las cosas y más ganas te den de mandar todo al carajo, de perder la esperanza, más necesario será tu decisión de amar más. Lo que quiero decir es esto: uno puede fracasar en todo, todo lo seguido que quiera y está bien y súper bien. Mientras no fracase en el amor. Si recibes los golpes de la vida y estos te deforman y atrofian, convirtiéndote finalmente en una pasita arrugada, entonces sí que perdiste.

Me pregunto cómo nos va con esto y nuestro análisis de la experiencia de fracaso en el Opus Dei. Qué aprendimos, cuál sería nuestro aporte, si nos preguntaran. Puede que algunos seamos capaces de articular respuesta y otros no. Eso no importa tanto. Lo que realmente importa es tener clara la película, al menos, frente a nosotros mismos.

Lizzy Babieca









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