La realidad (oculta) del Opus Dei (y II).- E.B.E.
Fecha Wednesday, 04 February 2015
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


La realidad (oculta) del Opus Dei (y II)
4 de febrero de 2015 – E.B.E.

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El Opus Dei ha mostrado ser opaco en un grado considerable. Lo que esconde a cada uno de sus integrantes es transcendental, no accidental. Veamos, a modo de ejemplos bien concretos, los siguientes... 



Lo que ha ocultado usualmente:

·         Lo más importante que esconde -reflejado en el enorme número de deserciones, que los mismos ex miembros conocen por experiencia- es que, en realidad, ni la vocación, ni la lealtad ni la felicidad, que con tanta firmeza asegura a quienes se donan personalmente junto con sus bienes, parecen tener un respaldo cierto y sincero por parte de la prelatura. La vocación no es «irrevocable»: en demasiados casos, su existencia está supeditada al parecer de los superiores, quienes deciden arbitrariamente cuándo comienza a existir y cuándo deja de existir (la misma que anteriormente ellos mismos habían declarado «irrevocable y para siempre»). Tampoco existen lazos de paternidad ni de fraternidad «más fuertes que los de la sangre» sino, más bien, predominan lazos obediencia y sometimiento hacia los superiores. La esencia misma de la vocación al Opus Dei, entonces, termina demostrándose falsa. Esto es lo más desconcertante y doloroso de descubrir, luego de años enteros dejados en dicha organización.

·         Esconde el número de deserciones (desde que se fundó, hasta el día de  hoy)

·         Escondió los regímenes jurídicos en el pasado (cfr. Estatutos secretos de 1941)

·         Esconde el régimen jurídico vigente (dificulta su acceso al no existir ejemplares traducidos a la lengua oficial –el español- ni tampoco a tantos otros idiomas)

·         Esconde la falta de derechos individuales: al no haber un régimen jurídico «a la vista» tampoco se pueden conocer ni reclamar derechos que se ignoran.

·         Esconde el régimen religioso-conventual y de estricta obediencia con el cual somete a los laicos (fraude vocacional) sin que éstos lo adviertan (usualmente ignoran cómo viven los religiosos y no saben comparar). Esconde también el hecho de que Escrivá copió de otras organizaciones –sobre todo de órdenes religiosas, como los jesuitas- una enorme cantidad de elementos y los ha presentado como originales (cfr. Religiosos disfrazados).

·         Esconde el régimen de gobierno (control de las conciencias), donde la dirección espiritual está al servicio del gobierno y es un instrumento de información privilegiada en manos de los superiores.

·         Esconde su doctrina interna (cfr. juicio a la web): sólo la conocen quienes aceptan ingresar al Opus Dei y sólo después de haber ingresado, de manera gradual y lenta, de forma de penetrar en la conciencia sin tener plena advertencia de ello.

·         Esconde las advertencias de la Santa Sede (cfr. artículo de Marcus Tank)

·         Esconde su intención de separar a los menores respecto de sus padres (cfr. meditación “El niño perdido en el templo”), fenómeno que se empezó a dar hacia finales de los años 60 en adelante, pues, anteriormente el objetivo eran los universitarios, principalmente.

·         Esconde datos históricos (de los orígenes del Opus Dei se conoce muy poco y de ciertos hechos concretos se sabía nada, o casi nada, hasta que en Opuslibros se pusieron en evidencia, como los intentos de Escrivá por ser obispo, la ausencia de su testamento o el misterioso y breve período que pasó en Perdiguera) y otros datos históricos pareciera haberlos inventado (cfr. Oyó campanas). Investigaciones históricas deberían ampliar sobre aspectos poco conocidos, como los contactos de Escrivá con el franquismo (cfr. carta de Escrivá a Franco), con la alta sociedad española –¿quiénes, concretamente, le fueron abriendo sus puertas (hombres de negocios, mujeres piadosas con cierta fortuna, viudas herederas, etc.)?- y las fuentes de financiamiento –incluidas las estatales durante el período franquista- a las que acudió para impulsar su institución en sus orígenes y consolidarla, o sea, entre 1935 y 1960 aproximadamente. ¿Es verdad que sin A. del Portillo el Opus Dei no se habría llevado adelante, porque Escrivá no tenía capacidad de organización?

·         Esconde muchísimos escritos de Escrivá y no deja consultar el archivo histórico de la Prelatura a prácticamente nadie (ni le dejó a G. Rocca ni tampoco a los autores del “Iter Jurídico”).

·         Esconde sus intenciones netamente proselitistas (detrás de jardines de infantes, colegios, actividades extraescolares, etc).

 

Lo que ha ocultado particularmente desde, al menos, los años ‘80 en adelante:

·         Esconde la incongruencia canónica, desde 1982 (entre el Instituto Secular, bajo el cual funciona gran parte de su régimen ascético y la Prelatura Personal)

·         Esconde el carácter sagrado del vínculo mediante el cual las personas se comprometen con la prelatura: la declaración en latín, que el candidato lee a la hora de vincularse con la prelatura, tiene todas las características de un voto sagrado.

·         Esconde la manipulación del régimen jurídico a través de decretos secretos y de «interpretaciones» compendiadas en su catecismo interno.

·         Esconde el deterioro, lento y progresivo, de la salud mental de muchos de sus integrantes, siendo el Opus Dei, en teoría, «el mejor lugar para vivir», según afirmación de su fundador Escrivá.

·         Esconde el recurso al empastillamiento (hasta niveles de intoxicamiento, cfr. testimonios de Jacinta Unzué, Mariano y Piturro) como método para retener a sus integrantes o para modificar conductas (cfr. Novaliolapena).

·         Esconde la guardería de adultos en la cual se ha transformado el Opus Dei con el paso del tiempo.

Tendencias o conductas que también ha ocultado desde los orígenes de su fundación:

·         Esconde su moral particular (el recurso a la opacidad –hasta llegar a grados cercanos a la abierta mentira - es legítimo siempre que sea por la gloria de Dios)

·         Esconde su poco aprecio por las personas (las estima –y lo demuestra- en la medida en que son útiles, algo que se detecta especialmente en el modo seductor de hacer proselitismo). Ese poco aprecio se pone de manifiesto en el momento en que las personas abandonan la institución: no suelen recibir ningún tipo de ayuda, al contrario, las abandona o incluso busca activamente su eliminación de la institución.

·         Esconde su utilitarismo (búsqueda de la eficacia por encima de muchos otros valores)

·         Esconde la manipulación de la religión (el recurso a «la Voluntad de Dios» para imponer la voluntad de los superiores, yendo así contra el Segundo Mandamiento) y el culto a la personalidad de Escrivá (llegando a comparar, en algunos casos, su figura con la de Moisés).

·         Esconde su intención de esconder (todo lo anteriormente señalado) pues su moral particular le habilita a ello.

Todo eso que esconde, en algún momento es descubierto por quienes forman parte de la institución. Pero ello no sucede de manera colectiva, razón por la cual nunca se produce una crisis institucional o de dimensiones mayores a las de una crisis personal, circunscripta a un número muy reducido de personas.

Cuando todo ello se descubre, es tarde. Incluso, se descubre pasado mucho tiempo luego de haber sido tarde. O sea, tardísimo se descubre. Aún más, no pocas personas todavía no lo saben ni lo han descubierto ni se han dado cuenta de dónde han estado.

El Opus Dei esconde, además, lo que aún no sabemos que también esconde.

 

Conclusiones

Es muy difícil que el Opus Dei sea reformado o cambie su curso si gran parte de su público sigue creyendo en la imagen impecable que muestra y no ve lo que el Opus Dei oculta. La Iglesia podría intervenir, sin dudas, y hacer «reformas desde arriba» pero, en la medida en que fueran vistas -por parte del público que apoya al Opus Dei-  como «intromisiones», serían resistidas y con el tiempo dejadas de lado.

El problema de fondo es evidenciar la realidad que se oculta detrás de lo que el Opus Dei muestra o deja ver. No es tarea fácil, pues quienes creen en el Opus Dei, gracias a lo que el Opus Dei deja ver, se encuentran con el gran obstáculo de su propia fe: les parece imposible y se resisten a creer que haya «otra realidad» detrás de lo que el Opus Dei dice ser. Este mismo artículo sería leído, por quien ha puesto su fe en el Opus Dei, como producto de la ignorancia cuando no del resentimiento. La fe en el Opus Dei impide aceptar cualquier otra verdad que entre en conflicto con esa fe.

A veces la solución pareciera ser que cada uno hiciera su propio proceso de descubrimiento, pero ello, sin duda, no pondría freno a la institución misma, la cual seguiría -y sigue- funcionando como si no pasara nada.

Tal vez en algún momento se produzca algún derrumbe colectivo.

E.B.E.

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Notas:

* La sensación que reina entre no pocas personas es la orfandad: no tener a quien acudir, la imposibilidad de presentar sus denuncias frente a una autoridad superior que responda, de manera que el reclamo no caiga en el vacío, del mismo modo que dentro del Opus Dei existía ese mismo vacío. Este tipo de sentimientos desalienta la presentación de cualquier escrito, al margen de otros motivos (como el miedo, el hastío, el desgaste sufrido por años, etc.). Las causas de esta orfandad no están claras (falta de voluntad, falta de capacidad para controlar al Opus Dei, etc.) pero sí es claro el desaliento que esta situación ha creado.

* Al escribir la carta de admisión, para el Opus Dei empieza a «correr el tiempo» de una «vocación irrevocable», que no tiene vuelta atrás, al margen de lo que diga el ordenamiento jurídico (la figura de «aspirante» no tiene mayores consecuencias en la práctica).

 

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