Bartolomé Llorens.- Gervasio
Fecha Wednesday, 28 January 2015
Tema 115. Aspectos históricos


Bartolomé Llorens
Autor: Gervasio

  
Bartolomé Llorens 

          Bartolomé Llorens Royo (1922-1946) —Bartolo, para sus allegados— fue un poeta que se hizo numerario. Entre otras poesías escribió este cacho de poema, inspirado en San Juan de la Cruz… 



Mi amor se desnudaba
a la orilla del agua,
a la orilla de cielo,
junto a la fuente clara.
¡La fuente de agua viva,
secreta en la montaña!

                        Mi amor se desnudaba,
                        a la orilla del agua.

Dejó las limpias prendas
Sobre las verdes ramas,
y deshojó las flores
que tejiera en guirnaldas.
Se olvidó de los pájaros
que en la umbría cantaban,
del rumor de las frondas,
del beso de las auras.
Y en su puro desnudo
Se contempló en las aguas.

            En su desnudo puro
          
 junto a la fuente clara.

Su imagen intangible
de luminosa gracia,
vio esfumarse, fundirse,
entre la viva plata,
de aquella eterna fuente
secreta en la montaña.

            Mi amor se reflejaba
           
en las ondas de plata.

Dejó mi amor la orilla
y se perdió en las aguas.
En su eterna corriente,
murmura, fluye, canta,
onda entre vivas ondas,
luz entre luces altas.
¡Cielo mismo en el cielo,
que las aguas arrastran!

   Dejó mi amor la orilla
              
y en la corriente canta.

¡Oh fuente de agua viva,
que en lo escondido mana!
No volvió a la ribera,
que su amor era el agua.

Y Dámaso Alonso comentó:

¿Y no será, Dios mío,
           
la muerte tu agua? 

Así fue. Su muerte era el agua. Se murió el 31 de mayo de 1946. En mi centro de estudios, todavía se le recordaba muchos años más tarde. Entre sus rasgos edificantes, tras recibir la noticia de su próxima muerte, su reacción fue exclamar:  

¡Albricias! ¡Albricias! Y pan al pomodoro.
           Y hacerle una novena a Isidoro.

           Así nos lo rememoraba un sacerdote en la prédica, años después de su muerte, porque Bartolo era algo nuestro, entrañable. Era algo más que un joven prometedor. Pienso que, como se le había colocado el sambenito de “poeta”, se sintió en la obligación de pronunciar ese pareado. En la escribanía se está condenado a circular con algún sambenito: el de arquitecto eminente, el de poeta, el de chistoso, el de listo para los negocios, e incluso el de santo. Esto último estaba reservado sólo para el Padre y quizá también para don Álvaro. Bartolo, como se había muerto dentro del Opus Dei, también podía ser tenido por santo. Entonces se llevaban las novenas a Isidoro y eso explica el segundo versículo del pareado. 

Con Isidoro y con ese cacho de poeta como coleguillas daba gusto ser del Opus Dei. En el centro de estudios podíamos leer su poesía en la colección “O crece o muere”, que estaba muy a mano, pues la colección provenía de una editorial de las entonces llamadas “obras comunes”; es decir, obras ocultamente apostólicas, promovidas por el Opus Dei. Bartolo fue olvidado en el Opus Dei. No ha sido olvidado en el mundillo literario, donde ocupa su puesto de honor, pese a fallecer tan joven. Recomiendo el artículo de José Miguel Cejas Bartolo Llorens, poeta joven. Historia de un año en el Opus Dei, para situarse. 

Recuerdo una conversación con un compañero del centro estudios, muy posterior a aquella época, cuando éste era ya sacerdote. Versaba sobre la “Canción del Agua” de Bartolo. Se mofaba del poema. Le parecía increíble que en un centro de estudio de aquellos tiempos sucediesen cosas tales como que la “Canción del Agua Viva” estuviese al alcance de los centristas, por no llamarlos “seminaristas”. ¡Qué sensualidad la del poemita en cuestión! Y encima mezclada con misticismos. Y con claras influencias de García Lorca. ¡Qué inconveniencia! Se felicitaba por la superación de tal época.  

¿Ha cambiado el Opus Dei? Sí. Leer la “Canción del Agua Viva” era algo natural entonces. Posteriormente dejó de serlo. Era normal que un poeta —un poeta de verdad que sobresalía entre sus colegas poetas— hubiese pitado de numerario a los veintidós o veintitrés años. ¿Podría suceder esto hoy? Yo diría que no; ni de supernumerario. Hoy ni él se hubiese planteado hacerse del Opus Dei, ni se lo hubieran permitido. Cejas lo menciona para avalar que en el Opus Dei también tienen cabida los poetas y que hubo un gran poeta que fue numerario. Son épocas pasadas.

 Gervasio







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