No comparto enteramente las estimaciones de Zartan (Opuslibros 12 de enero). En mi modesta opinión, si consideramos que solamente el 50% de los jóvenes entre 15 y 24 años –edades sobre las que hay datos- se declaran católicos y de estos prácticantes (circunscrito al precepto dominical) únicamente el 6 por 100, estimo que la taxonomía correcta sería la siguiente:
La inmensa mayoría de los que piden actualmente la adscripción al Opus como numerarios proceden de familias católicas prácticantes, básicamente de supernumerarios, y son elllos mismos prácticantes, siendo captados a través de los clubes y colegios del Opus, previa preparación por los propios supernumerarios.
En una proporción muy inferior son adolescentes o jóvenes que aún declarándose católicos ya no se consideran prácticantes, situando la divisoria en el cumplimiento de la Misa (el Plan de un Club publicado por Agustina hace una semana da muestra de la insistencia en el cumplimiento del precepto).
Todavía menos son los captados que se consideran agnósticos, ateos o de otras creencias.
Para los primeros el paso por el Opus es un reforzamiento de sus creencias (ya van adoctrinados ) y un incremento sustancial del nivel de exigencia. Para los segundos puede constituir un redescubrimiento de la religión católica en la interpretación del Opus. Para los terceros, una conversión.
Entiendo que el paso por el Opus lleva a los exmiembros (sea cual fuere su extracción ) mayoritariamente a una situación de descreimiento en cuanto a la Iglesia entendida como institución, lo cual es una consecuencia natural de la equivalencia Opus Dei = Iglesia o verdadera Iglesia, tal y como se inculca en la Obra, y al hartazgo de una religiosidad formal sustentada en el cumplimiento cansino de una serie de normas o plan de vida. No necesariamente lleva al ateismo ni al agnosticismo. Creo que el sentimiento postopus dominante es el de una relación personal con Dios al margen de superestructuras, en una línea teista. Lo cual no impide invocar y citar a la Iglesia (sobre todo los más beligerantes) para que corrijan la praxis del Opus.
Igualmente estimo que las bajas entre miembros numerarios del Opus son mucho más numerosas que las estimaciones de Zartan. Son mayores las bajas que las permanencias.
Desde todos los puntos de vista, el Opus Dei no constituye ninguna bicoca para a Iglesia si atendemos a la finalidad que se presume de la misma y a su propia subsistencia. A largo plazo es un instrumento cierto de pérdida de fieles. En el corto plazo, sí proporciona gente entusiasta para llenar espacios públicos y facilita financiación. ¿Pero qué queda después de todo ello? ¿Cuáles son sus frutos?.
JaraySedal
