La idea de la carta abierta.- E.B.E.
Fecha Monday, 10 November 2014
Tema 140. Sobre esta web


Según diversos diccionarios consultados, la carta abierta está siempre dirigida a una persona, no a un conjunto, y es una carta que se hace pública o se publica en un medio de comunicación.

Frente una carta abierta dirigida a un conjunto, es lógico que cada uno de ese conjunto se sienta interpelado personalmente como si hubiera sido destinada individualmente a cada uno, al estilo “I want YOU”:

 

Me da la impresión de que ese era el modo de predicación que se usaba en el Opus Dei (según la memoria que conservo), donde, si bien el discurso apuntaba al conjunto de oyentes en general, en realidad había una interpelación personalizada (mezcla de aliento y extorsion moral), que se concretaba posteriormente en la charla con quien “nos trataba” o con el sacerdote, cuyo objetivo final era el reclutamiento.

La memoria de ese pasado no debe ser feliz para muchos. El “I want you” –por más fines nobles que tenga- puede ser causa de una cierta incomodidad en quienes ya se alistaron una vez y bajo las condiciones que lo hicieron (sobre todo de opresión moral, es decir, de imposición de pesadas cargas morales). Es como si, la condición de ex, debería suponer un nuevo imperativo moral -obligatorio para todos- de luchar contra el anterior imperativo moral del pasado, con la misión de vencerle (cfr. Losers y winners). Pero, lo que se experimentó angustiosamente una vez, no se desea sufrir de nuevo (además, la eficacia de OpusLibros va por otro lado).

Luego está el problema de la autoridad: ¿quién dice que dicho imperativo moral existe, es obligatorio para todos y cómo debe implementarse? Invitar libremente no es lo mismo que imponer o ejercer cierta presión moral.

El Opus Dei, con gran habilidad, utilizaba (y utiliza) el "dedo de Dios" para señalar y llamar. Con el tiempo, "la llamada" se terminaba pareciendo más a una "condena" que a un premio. El "I want you" era la propia voz de Dios, según el Opus Dei, y por eso resultaba dificil resistir. Que hayan ido 150 mil personas a la beatificacion de A. del Portillo es una prueba de ello. Con el tiempo, muchas de esas personas terminarán decepcionadas, como le sucedió a tantas de las 300 mil que fueron en 1992 a Roma. Que haya disminuido el número es todo un dato (no es lo mismo 300 mil que 150 mil, especialmente siendo España la sede del evento), pero aunque hubieran sido un millón los asistentes, dicha beatificación no dejará de ser una experiencia de la cual muchos se arrepentirán de haberla aplaudido con entusiasmo. El éxito del Opus Dei es producto del reciclaje de personas, no de una acumulación que va creciendo constantemente. Y aun así, si fuera un éxito exponencial que no se detuviera, no dejaría de ser producto de la simulación, y tarde o temprano se derrumbaría. Pero en el Opus Dei no se producen derrumbes espectaculares sino -tal cual válvulas de seguridad- desprendimientos continuos, y por eso necesita incesantemente nuevos prosélitos. Pese a todo, el éxito del Opus Dei, como institución, sigue manifestándose claramente a través de su permanencia en el tiempo, no sin un gran costo moral: confundiendo de manera sostenida a un flujo de miles de personas, que se va renovando gradualmente. Que hoy todos sonrían no impide que mañana muchos lloren.

Si la autoridad no está claramente constituida o reconocida (a los ojos de los destinatarios) o no es lo suficientemente fuerte, la carta abierta, dirigida a un sujeto colectivo de personas, resultará seriamente cuestionada, especialmente si tiene connotaciones imperativas, exhortativas o reprensivas. Dicha autoridad será seriamente discutida y posiblemente rechazada.

E.B.E.









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