Vista la multiplicidad de comentarios que ha generado mi carta abierta quiero hacer algunas precisiones por si contribuyen a aclarar el debate.

Primero decir que hay muchas personas, en mi apreciación una mayoría, que está de acuerdo con lo expresado en la carta, comenzando por Carmen Charo y muchos otros que lo han escrito en la misma web y otros que me lo han expresado a mí directamente...

Primera idea, el centro de lo que quiero decir es que los tiempos han cambiado desde que apareció la web Opuslibros. Hay 2 cambios fundamentales.

El primer cambio que se han perdido todos los juicios que se han entablado contra el Opus Dei, incluso la sentencia que emitió el supremo pidiendo que se borrasen los datos personales de una persona que había sido del Opus y lo había pedido, y que no ha conseguido que se ejecutase. Es decir a pesar de ganar en el supremo no se ha conseguido el derecho. En esto es genial la entrada de Daniel_M.

Segundo cambio. La aparición de Facebook y la entrada del ME GUSTA en la vida cotidiana. A todo hay ponerle un “me gusta” y va a ser medido en función de los “me gusta” que consigue.

Si se suman los 2 hechos se llega a comprender la importancia de las firmas, todo lo que se ha conseguido legislativamente en este país y en muchos otros pasa por las firmas. Sin eso la Plataforma de afectados por la hipoteca no habría sido nada, y tampoco Podemos sería nada, no ha ganado elección alguna y su fuerza está en los “me gusta” que consigue, y vaya si consigue.

En mi opinión la web Opuslibros cumple una función para sus lectores, principalmente ex, al ser un foro donde se puede participar, encontrar e identificarse con experiencias de personas que se parecen sospechosamente a las nuestras, etc. Es decir sirve como punto de encuentro virtual de experiencias, como terapia, como aviso a los que están dentro. Es decir a mí la web me parece perfecta.

Pero la reivindicación de justicia con respecto a la Obra no tiene solo esa dimensión, necesita otros medios, y tal como yo lo veo, necesita “me gusta” y en cantidad. Por tanto necesita temas donde se pille a la Obra en injusticia flagrante ante la opinión pública.

Esto es lo que me llevó a lanzar mi petición en Change.org. Yo podía haberme quedado en la negociación con el Opus, que iba medianamente bien, había conseguido los años de sacerdote y nada por labores internas, pero ya es algo. Consideré que era un tema que afecta a muchos, que es de justicia, de derechos humanos y no entra en temas de fe. Y decidí meterme en el fregado, lo que implica necesariamente dar la cara.

He encontrado que efectivamente es un problema amplio en el Opus, pero no solo, también en la Iglesia en general hay bastantes casos de desprotección de los derechos referentes a la vejez, y mira que hay “viejos” trabajando en la Iglesia. También he encontrado mucha sensibilidad al tema y la confirmación de que son derechos humanos que el Opus se salta olímpicamente.

¿Qué hay más lógico que yo haya acudido a los lectores de Opuslibros (no a la web) para que apoyasen la petición? Los damnificados son siempre los primeros apoyos de una causa. Además si no consigues ni que los damnificados te apoyen, ¿cómo te va a apoyar el resto de la sociedad?, por muy de derechos humanos que sea el tema.

Segunda idea: es una carta abierta, luego en su mismo formato no se dirige a nadie en particular. Estoy proponiendo acciones a un colectivo y lo hago proporcionando las razones a favor de la acción que me parece adecuadas. Me sorprende por tanto, y mucho, quienes se han visto interpelados directamente, y que me acusan de mandar, de sermonear. Desde luego pido disculpas si algo ha podido molestar, mi intención es la que estoy tratando de clarificar aquí. Por supuesto, no tengo el poder ni pretendo obligar a nadie a dejar el anonimato, eso es una decisión personal, lo único que hago e insisto ahora es indicar las consecuencias de esa elección. En la época del “me gusta” el anonimato es condenarse al ostracismo social.

Por último, aclarar los sentimientos que originan el escrito, sobre los que se ha hecho básicamente el supuesto de que yo estaba enfadado por la falta de respuesta de los lectores de Opuslibros. Yo me he sentido primero sorprendido, muy sorprendido. En segundo lugar decepcionado. Enfadado no, la actitud me da pena, esta es la verdad. Decepción y pena son de la familia de la tristeza, que indica que se ha sufrido una pérdida. Ese es mi sentimiento.

Antonio Esquivias