Más sobre excardinación de la Prelatura Opus Dei
Rampsall, 31/10/2014
Respuesta a BoQ:
En tu escrito de 2 de julio de 2014 afirmas lo siguiente: Todos sabemos lo que pasa cuando un sacerdote numerario le dice a los directores que quiere dejar la prelatura pero no el sacerdocio: le torean, le comentan que las dudas de vocación son pruebas de fe que Dios manda habitualmente, le dicen que haga más oración, más apostolado, te cambian de ciudad, etc. (…) Desde mi punto de vista, este es el quid de la cuestión: A los sacerdotes que piden la excardinación y la dispensa de la obra se les pone mil trabas. Se les presiona mucho y se les dificulta enormemente que puedan encontrar un obispo. Muchas veces esos sacerdotes no tienen más salida que abandonarlo todo y es ahí cuando los directores dicen frases del estilo: “Hicimos los que pudimos”, “se le cruzó una mujer”, “tenía una depresión muy fuerte”...
Tienes mucha razón en lo que dices. A propósito de lo cual desearía añadir un comentario que se me olvidó en mi escrito sobre la excardinación de los sacerdotes numerarios.
El problema es que muchos sacerdotes –y también laicos- se van del Opus Dei sin haber realizado un discernimiento de las irregularidades doctrinales y canónicas que se dan en la Prelatura, sin haber descubierto el dolo de la praxis institucional. Ellos se marchan por enfados, por injusticias y discrepancias puntuales, y por agotamiento psicológico, sin ser conscientes de que el Opus Dei está viciado de raíz por su fundador. Por tanto, se marchan confiando de algún modo en los superiores y con sentido de culpabilidad, porque no se dan cuenta de que el problema -salvo excepciones- no son ellos, sino el Opus. No se plantean que es desaconsejable, e incluso inmoral, colaborar en una pastoral antieclesial, con la que choca constantemente su conciencia porque destruye a las personas. Vistas así las cosas, salir de la institución es lo más normal del mundo, y seguramente lo que Dios quiere, en vista de que son los superiores los que han establecido esas irregularidades eclesiales y no están dispuestos a cambiarlas.
En efecto, la táctica institucional, como bien dices, es darles largas y marearles hasta que se van por haber llegado a una condición extrema de agotamiento. Lo óptimo sería sopesar fríamente la situación personal y tomar la decisión en buenas condiciones psicológicas. Ninguna vocación institucional es un medio necesario para la salvación, por lo que no se debe absolutizar la vocación al Opus Dei en relación con la fidelidad personal a Dios. A veces la fidelidad a Dios implica abandonar la Obra de Escrivá.
También se me olvidó comentar que el planteamiento del sacerdocio en el Opus Dei es tan aberrante que a muchos numerarios que han recibido de Dios la llamada al sacerdocio después de asociarse a la Obra, no les dejan optar por ese camino dentro de la institución, de modo que tienen que abandonarla para ingresar en un seminario y realizar lo que Dios les pide. Hay ya bastantes exnumerarios que se encuentran en seminarios diocesanos, y alguno que se ha ordenado.
Ahora intentaré responder a las preguntas que me haces en tu reciente escrito sobre la excardinación de obispos del Opus Dei.
La Iglesia, con los sacerdotes de la Prelatura que han sido ordenados obispos, da igual que sean residenciales o titulares, sigue los mismos criterios que con los miembros de los institutos de vida consagrada, es decir, los considera lógicamente en el grupo de las instituciones de tipo asociativo, aquellas que no pertenecen a la estructura jerárquica institucional de la Iglesia. La praxis que se sigue está contemplada en los cánones 705-707 del Código.
Cuando a un numerario, o a un religioso, lo ordenan obispo, deja de depender en cuanto al régimen o jurisdicción de la estructura asociativa en la que se encontraba, y pasa a depender del Papa, aunque se le siga considerando miembro de la institución. Esto significa que no están sometidos a obediencia respecto del ordinario de la institución, superior religioso o prelado, ni se encuentran obligados a mantener los consejos evangélicos (obediencia y pobreza) con los que se regulaba su compromiso con la institución, ni las prácticas propias del espíritu de la misma. Tampoco residen en casas de la organización. De los bienes personales que adquieran por su oficio no tienen que dar cuenta a los superiores, pues adquieren uso, usufructo y administración.
Así pues, los sacerdotes numerarios ordenados obispos no pertenecen en adelante al clero de la prelatura, ni tienen dependencia de régimen del Prelado. Cuando se jubilan, pueden elegir entre vivir en un domicilio particular a cargo de la diócesis, o de la Sta. Sede si son titulares curiales, o volver al convento o centro. Lo primero es lo más frecuente. ¡Cómo va a mandar el Prelado sobre un obispo! Es al contrario, los obispos son los que mandan. Los obispos jubilados siguen bajo la jurisdicción del Papa.
Respecto a los diáconos, que por derecho están incardinados en sus respectivas estructuras jurisdiccionales, se siguen los mismos criterios que con los sacerdotes en cuanto a su excardinación. Evidentemente, un diácono que abandona la Prelatura puede ser incardinado por un obispo y posteriormente ordenado sacerdote, pasando al presbiterio diocesano. No suele haber diáconos de la Prelatura que deseen excardinarse, pues el periodo de diácono en la Obra es breve, y no existen diáconos permanentes en ella. Hubo un numerario que lo hicieron diácono para trabajar en la imprenta con las numerarias -¡maravillosa vocación!-, y así permaneció algún tiempo, pero es una excepción.
Sobre tu pregunta de si un diácono de la Prelatura puede ser secularizado y volver a ser numerario, no tengo experiencia. No le veo inconveniente jurídico, pero me extraña mucho que el Prelado lo consintiese.
Rampsall
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