Malos entendidos.- Rescatado
Fecha Friday, 31 October 2014
Tema 140. Sobre esta web


No sin algunas dudas voy a tratar de manifestar lo que pienso sobre el debate surgido a partir del correo de Antonio Esquivias reprochando al colectivo de opuslibros, y las reacciones de distinto estilo, siendo la más expresiva –entre las críticas– la de Gervasio.

Hay que tener presente que un inconveniente importante de las comunicaciones –y, sobre todo los excepcionales debates que puedan surgir entre comunicantes de opuslibros- es el hecho de contar sólo con la comunicación verbal escrita. Con ella –según ha sido estudiado– sólo llega al interlocutor un pequeño porcentaje del contenido de lo que se quiere comunicar...



De la comunicación verbal oral desaparece –se pierde– el tono de la voz, la intensidad o suavidad al pronunciar la frase (a no ser que se utilicen negritas, subrayados, etc.), los momentos de silencio entre algunas frases, el temblor de la voz al pronunciar algunas palabras, etc.

De la comunicación no verbal –de enorme importancia, sobre todo si en la comunicación se implican vivencias emocionales– desaparece –se pierde– (en la comunicación escrita): la expresión facial (expresiones de sonrisa cordial, de tristeza, de enfado, de agobio, de humor), la posición del cuerpo, la indumentaria del comunicante, las tensiones musculares observables, los gestos con las manos, los movimientos de la cabeza, etc.

Una misma frase escrita puede tener significados muy diferentes si se han producido todas estas pérdidas de vías comunicativas. Puede ocurrir que el lector de las frases escritas, según cual sea su estado de ánimo, se imagine el rostro del comunicante con una mirada que exprese ternura, o ironía burlona, o compasión, o tristeza, etc. ¿Coincidirá con la realidad lo que imagine?

Conclusión: veo aconsejable partir de la base de que pueden producirse malos entendidos. Aparte está el hecho de que, según el estilo de personalidad de cada sujeto, el modo de expresarse puede ser muy diferente, queriendo decir lo mismo. El prestigioso psicólogo de la personalidad Millon, al describir las características de los distintos estilos sanos de personalidad utilizando un adjetivo para su denominación –lo cual, claro está, es una simplificación con fines didácticos– se refiere a los estilos: ENÉRGICO, SEGURO, SOCIABLE, COOPERATIVO, SENSITIVO, RESPETUOSO, CAUTELOSO, INTROVERTIDO, etc., que en su versión insana (cuando se da un trastorno de personalidad) pasan a denominarse trastornos antisocial, narcisista, histriónico, dependiente, pasivo-agresivo, obsesivo-compulsivo, evitativo, esquizoide.

Entre los comunicantes de Opuslibros españoles –en su gran mayoría supongo que sanos– se dará toda la variedad de estilos de personalidad. Dicho sea de paso, en Cataluña destaca –a mi juicio– el porcentaje de respetuosos (o de obsesivos), en Andalucía el de sociables (o de histriónicos), en el País Vasco el de enérgicos (o de antisociales). Al decir que “destaca” quiero decir que ese porcentaje es superior al de otras comunidades autónomas.

Digo esto con la intención de señalar que en un diálogo –y, sobre todo con comunicación sólo verbal y escrita– entre estilos de personalidades diferentes, pueden producirse muchos malos entendidos, y malas impresiones. La manera normal de expresarse, por ejemplo, un comunicante con personalidad enérgica (sana) puede alarmar o escandalizar a comunicantes de otros estilos, sobre todo según cuál sea el estilo del receptor.  Y así puede pasar con todos.

Durante diez años tuvimos en nuestro Instituto una “Asociación de ayuda psicológica al inmigrante” denominada Oasis. Aparte de ofertas muy rebajadas de terapia individual o grupal, tuvo lugar, durante dos años, un seminario para investigar las diferencias de la forma de vivir y expresar las emociones, y de las formas de comunicación verbal o no verbal, entre culturas.

Pudimos comprobar fácilmente la cantidad de malos entendidos que se producían entre algunos países latino-americanos y catalanes. Y con mayor razón, si se trataba de magrebíes, rumanos, africanos subsaharianos, eslavos, etc.  Pudimos comprobar que muchas mujeres –y hombres– centroamericanas interpretaban como irritación hacia ellas conductas no verbales de catalanes que no estaban irritados. Cuando un catalán o catalana –trabajador social, o médico, o enfermero, o educador, etc.,– ponía el rostro serio al atenderlas (en Cataluña –no todos– tanto más serio cuanto mejor se quiere hacer la tarea) lo interpretaban como irritación o enfado hacia ellas; cuando provenían de culturas en las que la sonrisa es casi permanente (aun cuando cuenten cómo mataron a su padre).

La misma sensación tenían ante el tono predominantemente enérgico de la voz. Y ante la tendencia catalana (¿defecto?) a suprimir los preliminares y los rituales de despedida, en ocasión de entrevistas o reuniones de trabajo. Y no digamos cuando al coincidir con alguien por la calle, como casi siempre tenemos prisa, en vez de detenernos, saludar y entrecruzar algunas frases cordiales, decimos “Adiós”. Una ecuatoriana me decía, ¿cómo puedo entablar un diálogo con una persona que al cruzarse conmigo por la calle, lo más que me dice es “Adiós” (adéu)?

A continuación, mi intención era exponer a Antonio Esquivias unas observaciones sobre la importancia de que en sus comunicaciones, y para compensar los posibles malos entendidos, tenga en cuenta los requisitos de la inteligencia emocional (de lo cual tengo entendido que es un experto). Pero luego he pensado que era mejor que esto lo explicase mi compañera Osteymoste, que también está muy versada en los temas de inteligencia emocional.

Rescatado







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