Reflexiones sobe el Opus Dei sociológico y Octopus Dei.- Josef Knecht
Fecha Monday, 27 October 2014
Tema 110. Aspectos jurídicos


Me ha parecido sensato el comentario que Daniel M. (24.10.2014) ha dirigido a la exigencia de Antonio Esquivias (22.10.2014).

El Opus Dei propiamente dicho ha tejido en España y en otros lugares, como la Santa Sede, en torno a sí un amplio “Opus Dei sociológico” que defiende y ampara los intereses institucionales de la prelatura personal. Este entorno Opus ha sido denominado por algunos periodistas como “Octopus Dei”, es decir, “el Pulpo de Dios”, dando a entender que se trata de una invisible red de tentáculos que llegan a muchos centros de poder de la sociedad civil y de la eclesiástica...



Por ello, la reivindicación de Antonio, que me parece justificada desde el punto de vista moral –aunque jurídicamente tenga puntos débiles, como le han recordado el 24.10.2014 JaraySedal y Gervasio–, no va a tener nada fácil lograr sus objetivos. El Octopus Dei o Pulpo de Dios moverá en este caso sus tentáculos para favorecer los intereses institucionales del Opus Dei propiamente dicho, como acostumbra a hacer desde hace varios decenios. Dudo que, por mucho que los lectores y escritores de Opuslibros nos sublevemos a las bravas a modo de estallido revolucionario (¡Todos a una! como Fuenteovejuna), se obtengan resultados favorables para Antonio y otras víctimas que se encuentren en una situación parecida a la suya. La eficacia de Opuslibros, en mi opinión, no va en la línea de la revolución puntual ni de la resistencia numantina, sino de las gotas que poco a poco y una tras otra taladran la roca en que se agazapa el pulpo y la acaban erosionando por completo.

He calificado al “Pulpo de Dios” y sus tentáculos de invisibles. Esta invisibilidad afecta a unos y otros. Me explicaré. Es invisible a mucha gente ajena al Opus, pero curiosamente también lo es a gente del Opus o cercana a él. En el seno de esta institución se forma a sus miembros de manera que concentren su atención en la espiritualidad que el Padre enseña y en las labores apostólicas impulsadas por la prelatura personal. Pero, a la vez, los miembros de la Obra de Escrivá son alienados del conocimiento de muchas facetas del funcionamiento interno de la propia institución; nadie sabe, por ejemplo, cómo se financia el Opus ni qué estrategias de gobierno aplican los directores; también se ocultan a los miembros los documentos internos con los que se rige la praxis de gobierno y de funcionamiento. La transparencia brilla por su ausencia en la Obra de Escrivá.

Por todo ello, puede darse el caso de miembros de la prelatura personal o de ex miembros que no se enteren de la existencia de ese “Pulpo de Dios”, aun siendo vital para el mantenimiento del montaje. La ingenuidad de unos y otros puede llegar a esos extremos de mala percepción de la realidad, incluso de la más cercana.

La Obra de Escrivá no es sólo el concreto “Opus Dei propiamente dicho”, sino también el inmenso “Opus Dei sociológico” (una red de políticos, funcionarios, banqueros, empresarios, jueces, fiscales, periodistas, catedráticos, eclesiásticos, etc.). Quien piense que la Obra es tan sólo lo primero (el Padre, los directores, los curas, las numerarias auxiliares, los Centros de Estudio, la labor de San Rafael, las convivencias de supernumerarios, las obras corporativas, etc.) se queda muy corto y no abarca la total realidad del problema. Quien así piense aún está afectado por la alienación que el Opus le inoculó. Y es que, como se ha advertido miles de veces en esta página web, los “tics” mentales y anímicos que durante largos años de nuestra vida practicamos e interiorizamos cuando pertenecíamos al Opus pueden permanecer vivos mucho tiempo después de nuestra desvinculación.

Me ha dolido que Gervasio, cuyos artículos me parecen de lo mejor publicado en Opuslibros, haya tildado a Antonio Esquivias de “caradura”. No conozco personalmente a Antonio y por eso no me atrevo a descalificar con tanta contundencia a alguien que sufre. Pero sí me atrevo a suponer que Antonio sea algo ingenuo porque, a la edad que él tiene y en atención a su experiencia vital, ya tendría que haberse desprendido de la alienación y debería saber que la Obra de Escrivá, con sus tentáculos en España –no así en otros países de más madurez democrática y sin lastre de franquismo–, es mucho mayor y peor, mucho más perversamente eficaz, de lo que Antonio, al parecer, piensa. Por eso, considero sensatos los amables comentarios de Daniel M. dirigidos a Antonio porque le hacen ver la existencia y la actuación del Octopus Dei en España, adaptándose con pedagogía a las circunstancias por las que Antonio atraviesa.

A pesar de lo dicho, podría no estar mal que Antonio intentase lo imposible y siguiese adelante con su reivindicación. Por un lado, el fracaso le ayudaría a ver con claridad el Octopus Dei que, al parecer, aún no ve a día de hoy. Y, además, estas actuaciones de denuncia –aunque en España tengan todas las de perder en el plano jurídico– son, al fin y al cabo, como gotas que con el paso del tiempo también acaban erosionando la roca.

Josef Knecht







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