La proporción de Losada.- Lizzy Babieca
Fecha Wednesday, 22 October 2014
Tema 040. Después de marcharse


El otro día almorcé con mi amigo el bohemio –que ustedes no más lo pudieran ver cómo se viste, con colores estridentes, en invierno o verano, de noche o de día- y quedó encantado con mis avances en el camino de la amistad, porque no le ofrecí ningún consejo para su vida. A faltas de reproches de mi parte, se sintió en la obligación de propinárselos el mismo:

-Creo que lo mío es que tengo amor por todos lados y ningún desafío. Capaz que sufrir un poco me haya hecho falta para mejorar un poco...



Yo, que conozco mas o menos su vida y su sensibilidad, le dije que para qué quería más. Es decir, en sus 50 años ha pasado sus correspondientes pellejerías espirituales, y además es buen amigo y sensible, así es que si no le toca sufrir por sí mismo, le toca sufrir por los que quiere. Con eso suficiente. Su rosto se ilumino con esta, mi revelación.

-Realmente creo que nos tenemos que juntar mas seguido –señaló entusiasmado- ¡brindemos!

Fue una sola copita de vino blanco, pero hizo falta mucho café para volver a la oficina en condiciones de producir… me quedé pensando otra vez sobre el sufrimiento, su necesidad y sentido, y me acordé de una conversación con mi marido sobre la proporción de Losada.

Básicamente esta postula que las personas necesitamos, para estar contentas y alcanzar buenos desempeños en cualquier ámbito, cultivar las ideas/sentimientos positivos, pero guardando cierta proporción con los negativos, pues pensar en puros pajaritos y margaritas infinitamente, tampoco hace bien. Llega un punto en que te estancas y dejas de florecer. De esta manera, debes procurar combatir en ti las ideas/sentimientos negativos, pues por cada 1 idea negativa requieres de 3 positivas para neutralizar sus efectos nocivos en la psiquis. Ahora, si lo que quieres es desarrollarte y crecer, debes procurar generar 5 ideas positivas seguidas, pero con el límite de 11, pues si tienes muchas ideas positivas juntas, te estancas y declinas. De modo que los acontecimientos negativos de la existencia, esos que nos hacen sufrir, sí nos ayudan a crecer, a vencer, a triunfar sobre nosotros mismos. Y también a crear cosas buenas para otros.

Ese día fue una sobredosis amiguística, pues por la tarde tenía el cumpleaños de otro amigo de mis tiempos de universidad, que vive en el extranjero y justo andaba de paso. Después de comprarle el regalo, me quedó tiempo para caminar por las callecitas del barrio donde trabajo. Todo muy agradable, a decir verdad. De pronto, una iglesia a la que iba antes mucho, en mis tiempos opus. La atiende gente de la única Prelatura del mundo. ¿Entro o no entro? Tenía ganas de entrar y entré. Genuflexión, que estaba la lamparita encendida, y como siempre, no me costó nada rezar.

Si me miras de afuera, te parezco rara, pero si me miras de adentro, verás que yo puedo rezar y seguir teniendo mis dudas.

Fue un rato de lo más tierno. Puse a todos los seres que me importan sobre la mesa. Uno cuya salud me preocupa, especialmente: “déjalo hartos años más con nosotros, que lo vamos a cuidar y a querer mucho”. Hasta salió al baile Agus, Satur y otros opuslibristas. Me fui muy contenta. Ya en la reunión con los del cumpleaños, había una doctora en literatura que nos contaba –en medio de esta competencia desaforada por publicar en revistas indexadas- cómo el humanismo había surgido de la necesidad que tenían las personas de contarle cosas a los amigos, a través de la correspondencia, de modo que uno siempre cuando escribe, le está escribiendo al amigo/a. ¿Bonito, no? Como nosotros aquí.

Lizzy Babieca







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=22741