Querida Lizzy,

Ya sabes que me gustan tus escritos. El último en particular. Dices que "Cuando amamos a alguien, le estamos dando permiso para hacernos sufrir". Esto me ha recordado algo que escribí hace más de diez años, cuando estaba en pleno proceso de reelaborar mi vida tras la salida, y en particular todo el tema de la amistad. Espero que te guste.

Recuerdo el día en que supe que eras mi amigo,

          aquel día me alegré por algo bueno que te había sucedido.

Aquel día me sentí a gusto en tu compañía,

          dejé de mirar el reloj para ver la hora de marcharme.

Aquel día escuché lo que me contabas

          sin tener que hacer un esfuerzo por no distraerme.

Aquel día yo te abrí mi corazón

          y fue para ti como entrar en tu propia casa.

Aquel día te entregué el poder de hacerme sufrir,

          sabiendo que, en tu no emplearlo nunca,

          encontraría la mayor felicidad.

Aquel día ya no fuiste ni un padre en quien apoyarme

          ni un hijo al que aconsejar,

          sino uno igual a mí, padre, hijo y hermano al mismo tiempo.

Aquel día dejaste de ser una persona "interesante",

          alguien que podía reportarme alguna utilidad,

          alguien de quien podía servirme.

Aquel día dejaste de ser mi siervo

          para ser, simplemente, mi amigo.

Un abrazo,

Daneel