Estas semanas han sido emocionalmente intensas para todos con la muerte de la mujer de Satur. A varios nos ha pasado más o menos igual, que nos fuimos de aquí a su blog, y que nos hemos puesto a dejar comentarios, a mirar fotos y a escuchar sus canciones. Una forma moderna de acompañar. Uno siempre puede conocer más a una persona y siempre puede quererla más, y es que el corazón es un órgano muy elástico: yo pensaba que a Satur ya lo quería lo suficiente...

Lo anterior se une a la experiencia personal de unos días pasados con los míos. Ya habíamos comido y estábamos a la intérprete, frente al fuego. Mi hermana menor, trae su guitarra y se pone a interpretarnos dos temas propios. Yo no sabía que componía. Para mí, ella andaba puro dando jugo con la guitarra, pintándola un día verde y otro rojo. Y resultó que entonaba y que las letras tenían un perfecto sentido. Un auténtico descubrimiento. Luego el hermano penúltimo, me trae un óleo que él mismo había pintado: un bisonte, de regalo para mi padre. Qué Picasso y qué Matta. También sabía que pintaba -desde los cuatro, que yo le daba mis hojas recién arrancadas del cuaderno-, pero no cachaba que su técnica era tan buena. ¿Que me gustó darme cuenta de que tienen cierto talento artístico? Más que eso, me gustó sentir cómo creció mi corazón para quererlos más. Es como un mareo cortito. De pronto pasa que uno se va de un tirón a lo más profundo de uno mismo y la percepción de la realidad se vuelve más rica. Como con visión HD.

Se puede vivir en HD, enamorados y alegres, si nos preocupamos de cuidarnos bien, para estar equilibrados. Nos acostumbramos a estar un poco enfermos como especie, a vivir muy estresados, apurados, con problemas para dormir, comiendo mal, con el rollo saliendo por la camiseta, con dolor de espaldas y las piernas crujientes. Nos acostumbramos a fumar más de la cuenta –mea culpa, mea máxima culpa-, a elegir la opción “b” cuando podríamos elegir la “a”. Para disfrutar al máximo, para servir al máximo, hay que cuidarse mucho muchísimo. Lo primero, no enojarse. Eso de que la vena de la sien se hinche y nos pongamos rojos, es para accidentarse vascularmente, además de que nos genera perjuicios en el ánimo, pues andamos puro generando mierdita después. Por eso hay que, no más uno se da cuenta de que se está enojando, RES-PI-RAR. Tres respiraciones profundas, poniendo la lengua detrás de los dientes de arriba. Así oxigenamos el cerebelo, que vuelve a tomar el control, que casi pierde por la amígdala. Después: hidrátese. Somos agüita, raudales de amor, hay que tomar por lo menos unas ocho tazas al día de lo que sea: té, café, jugo, etc. Luego, procurarse una alimentación sana: no saltarse ninguna comida, primero, y luego mezclar en el plato distintos colores, para asegurarse los nutrientes. Consumir harto pescado, frutas y verduras (Si el Venerable Anciano lee esto, seguro que me llega un palo, que él “no come nada verde”). Si les da lata lo del pescado –yo conozco muchas maneras de cocinarlo para que salga sabroso, con ajo y aceite de oliva- siempre pueden ir a la farmacia y comprarse omega 3, o espirulina, un alga en forma de capsula que se llevan los astronautas al espacio. Ya, por último, lo que nadie quiere escuchar: hay que hacer un poco de actividad física. Un poco más que sea, para el mantenimiento de los cuerpos donde vivimos las humanas personas. Si usted no hace nada de nada, empiece por caminar por la cuadra unos diez minutos, hasta que llegue a los 40. Después, si se anima, súbase a una elíptica. Tres veces por semana y ya puede declararse campeón/ona de la vida sana. Ya verá como el cielo será más azul, el agua más clara y usted, muy probablemente, mas bello/a. Como Bill Clinton. ¿Vieron a Bill Clinton en su reciente cumbre Global? Tiene 68 años, el caballero. No sé si será ejemplo de algo más, pero de saber cuidarse, si.

Lizzy Babieca