Novatilla en una escuela superior de la Obra.- Mikaela
Fecha Wednesday, 01 October 2014
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Hace unos años, cuando empecé a estudiar turismo me llevé un chasco en la Universidad. Además trabajaba y vivía en un piso compartido, por lo que para mí era imprescindible el sueldo que cobraba para mantenerme (y muy difícil de compaginar con las 8 horas diarias que pasaba en la uni) así que decidí buscar otra cosa que me permitiese tener una más vida decente.

Mi novio de entonces (del que ya hablé anteriormente) y su familia, insistían en que no dejara la Universidad pero después de hacerles ver que aquello era insostenible, me ayudaron a buscar otras cosas y me comentaron que ellos conocían un sitio donde podía hacer algo parecido a lo mío –gestión turística- y que sólo eran dos años...



Sin haber terminado todavía el curso en la Universidad, me voy recomendada por ellos a las puertas abiertas del Centro para ver cómo era y si me gustaba, presentar mi admisión. Me planto unos vaqueros y unas bambas, y sin saber muy bien de qué iba la cosa, me voy para allá con un montón de ideas de futuro nuevas brotándome de la cabeza.

Para empezar, sé que si me han recomendado el Centro es porque pertenece a la Obra, pero al tratarse de una “carrera”, el espíritu no será tan palpable como en un colegio, donde los niños son más fáciles de adoctrinar, y que es privadoconcertado. Con esa información, voy en busca del Centro: un edificio que a primera vista cuesta distinguir de un bloque de oficinas, sólo que más pequeño, más viejo y más feo (por fuera).

Por dentro, el recibidor ¡la hostia! Con moqueta roja y todo, como la gala de los Oscars. Mogollón de flores distribuidas en jarrones, acompañados siempre de sofás ¡Aquí sí que se curran las puertas abiertas! Una recepción con su correspondiente recepcionista, que charlaba con dos mujeres de anuncio Ferrero Rocher (osea, ideal, total, ya sabes), todas vestidas de camareras de eventos azafatas.

Hola, Buenos días y Bienvenida al Centro. ¿Cómo te llamas? ¿De qué colegio vienes? No no, es que yo vengo de la Universidad y bueno, hacía turismo y quiero cambiarme, voy a ver aquí que tal. Ah ya, muy bien, ¿Pero de qué colegio vienes? Pues mujer, ya hace años que no voy al colegio, pero de tal. Uy, no me suena, a ver (se dirige a la recepcionista. Mira en el ordenador) Pues no te tenemos, bueno, te vamos a dar un folleto para que lo rellenes y otro con el itinerario de las puertas abiertas ¿vale? (todo con una sonrisa) Vale sí, claro.

Lo relleno. Nombre. Apellidos. Dirección. Tal. Cual. Estudios Anteriores. Lo normal, vamos. Se lo entrego y, vamos a empezar en un ratito, te acompaño si quieres a la sala donde daremos la primera charla. Vale sí, claro (porque si no yo me pierdo). Y subimos la escalera del recibidor, al más puro estilo de Ana y los 7.

Me siento en una de las sillas de la sala, con varias chicas que ya llevaban un rato esperando a que empezara, y ojeo los folletos de propaganda del Centro que hay encima de la mesa. Llegan las dos mujeres Ferrero, cierran la puerta y se abre la sesión. Lo primero, qué ofrece el Centro. Lo maravilloso que es. Que es laico, pero que es del Opus Dei (una movida del copón), que tranquilas, chicas, que también tenemos alumnas ateas ¿eh? Que aquí no obligamos a nadie. Que es privadoconcertado; y hasta ahí todo bien, pero la tía empieza a enrollarse como una persiana y nos suelta hora y media de chapa (la mujer ya empezaba a repetirse) que no había por dónde cogerlo. Y la acompañante, sentada, reafirmando todo lo que la primera decía –que consistía en repetir las dos últimas palabras-:

-          Aunque por fuera conserve su estado original, por dentro lo tenemos todo completamente reformado.

-          …Completamente reformado.

Puf. Se me estaba quedando el culo plano. Y encima la puerta cerrada, que si te salías dabas todo el cantazo. Pues nada, a aguantar. Salgo de la sala con la dosis de buenrollismo que nos había inyectado a todas la azafata y su acompañante azafata (qué centro tan maravilloso, oye), y nos lleva a la segunda sesión del itinerario: lo mismo pero en otra sala.

Entre sala y sala, vamos todas por los pasillos del Centro, algunas parecía que se lo conocían, otras como yo se alelaban cuando veían en la pared algún cuadro del fundador de la Obra (y este cura ¿quién es? ¿El director de esto? ¿Pero no lo llevan solo tías? ¡Ay, no se!). En la siguiente sala, nos sentamos todas cara una pizarra con proyector y nos meten fotos del Centro con sus correspondientes alumnas, todas con la misma sonrisa que las dos azafatas aquellas que ya empezaban a dar por saco. La charla empieza a ser un poco más formal que antes, pero igual de aburrida así que pienso en escaparme un poco para investigar por mi cuenta, pero en la puerta ¡¡sorpresa!! otras dos azafatas, más jóvenes, escuchando el discurso con total atención.

No puedo salir. Joer.

Nos enseñan las instalaciones. Aquello era impresionante y nosotras lo flipábamos. La verdad es que saben bien cómo vender la moto. Las clases, una pasada. Llegamos a la capilla, dónde nos suelta media hora de chapa, esta vez sobre el espíritu del Opus Dei. Y que una vez a la semana teníamos círculocharla entre todas.

Nos deja un ratito solas esperando la siguiente parada del itinerario, mientras que una chica bajita de las que estaba a ver si estudiaba allí o qué, rubia de bote, de las que dice azí, me dice ¿pero oye, ehto no ha dicho que no era religioso? Eh que me ehtoy liando, porque la mujéhehta ha dicho antes que no, pero luego que sí, porque yo veo que aquí hay láminas de santos (lámina, y de la virgen o del fundador) ¿y la iglesia ehta que tienen aquí montá, qué?  ¿en qué quedamoh? Eh que no me estoy enterando de ná, pero de ná de ná de ná. ¿Y las charlas ehta? Porque en verdad no ha dicho aún ná de las asignaturas (la verdad es que de eso se había hablado relativamente poco) Que la mujeh ehta se queda ahí, hablando, ella sola, y cuando tiro a preguntah algo, me entra un noseque (la verdad es que en el rato que llevábamos nadie había preguntado todavía nada, todo muy raro) que me da miedo lo que me pueda decir.

Nos llevan a una degustación antes de ir a la siguiente sala, con un pequeño catering que tenían montado allí de bienvenida, y nos reparte una de las azafatas jóvenes un folleto de Escrivá de Balaguer, para que nos familiaricemos un poco con el espíritu (¿pero qué ehpiritu?). Lo cojo, y como estaba un poco ya cansada de oír hablar del fundador, lo dejó en la mesa del catering como el que se deja un móvil en la mesa de una fiesta. Empezamos a conversar entre nosotras, las Ferrero se arrimaban más a las que a mi parecer venían de colegios de la Obra, porque de vez en cuando se oía ay! Cómo está tu madre? Vamos, que aquí se conocían algunas.

De repente se oye ¿quién se ha dejado el folleto en la mesa? Ups. Mierda. Miro a las demás, todas lo tienen cogido. Mierda. Perdón, me lo he dejado yo, ahora lo cojo. Toma, mujer. Vale sí, claro.

Me di cuenta que todas las que estábamos allí tenían algo que ver con la Obra y que yo sobraba un poco. En la siguiente charla del itinerario, nos hablan de la elegancia, de la clase, con un PowerPoint hecho por alumnas, también vestidas de azafatas, que daba vergüenza ajenarespeto. Hasta aquí. Me voy.

Salgo por el pasillo y cuando llego a la escalera de Ana y los 7 ¡¡sorpresa!! Está la azafata líder hablando con una futura alumna, cortándome el paso, y al intentar bajar… Ay, ¿pero te vas? ¿no te quedas? Pues mira, es que no me puedo quedar hasta el final, tengo un poco de prisa, pero gracias, muy amables ¡Pero chica! Quédate, no seas tonta mujer, que ahora vamos a tal (no me acuerdo muy bien a qué, pero no me entraba nada quedarme). Después de retenerme un poco, pude bajar la escalera sin ahostiarmela bien, me despedí de la chica de recepción y salí fuera a fumarme un cigarro.

Veo que alguien me dice ehcuchame. La chica rubia de antes.  ¿Pero ehto que eh? Llevamoh aquí toda la mañana y no han dicho nah. Los uniformeh estos, las clases, que son una pasada (la verdad es que sí), pero yo que sé, le he preguntao’ antes una cosa a la mujer que parece la directora, y me ha dicho <<vale sí, espérate un momento>> se ha dao’ media vuelta y no me ha dicho nah. Yo es que no sé, lo veo todo muy raro, me siento muy diferente, aquí van todas hechas un pincel (la verdad es que desentonábamos un poco, aunque no éramos la únicas que no éramos del Opus) y luego eso que han dicho de la Opus, no sé, me suena a secta, parecen todos de los testigos de Jehová esos: con el modelito y las sonrisita esa, y luego lo del folleto, cuando te han dicho eso… Menos mal que yo lo tenía en la mano porque normalmente cuando me dan cosas de estas por la calle las tiro pero por educación… Mira yo soy creyente y he encontrado ehto en internet, me dejé los estudios y quiero empezar a hacer algo, aunque sea pagando, me da igual. Pero no sé que hacer porque lo que me interesaba era el precio y de eso no han dicho na’. Y le hacen mucho caso a las otras niñas, yo he visto que tú salías y bueno…

La verdad es que me cayó bien y le di mi número. Al poco tiempo me llama un número desconocido. Era la azafata del Centro. Estoy en el tren, no tengo cobertura. Me llama al fijo de casa. ¿Cómo saben mis números? Mierda. ¡El folleto con los datos que dan a la entrada!

¿Bueno qué? ¿Te ha gustado el Centro? ¿Estás interesada al final? Por ir preparando la matrícula, que hay pocas plazas. Oye mira, que gracias, pero no, que he decidido quedarme haciendo turismo en la Universidad, donde estaba. Ah bueno, pues nada, que te vaya muy bien. Y me colgó.

Mikaela







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