Mientras me tomo un té.- Lizzy Babieca
Fecha Wednesday, 24 September 2014
Tema 040. Después de marcharse


A veces sueño -la imaginación, que le dicen- con una humanidad que se supera a sí misma, un mundo en el que todos optamos por las mejores soluciones a nuestros problemas. Donde crece nuestra alma, nuestra inteligencia y nuestra esperanza de vida (creo que he visto muchas charlas TED!). No se me escapa que llegar a esos estados requiere superar límites en varios niveles: mentales sobre todo, pero también en lo que tiene que ver con asegurarnos la energía suficiente para poder dedicarnos a pensar y a amar. Si tenemos problemas más básicos como la alimentación, la seguridad, la pertenencia o la necesidad que nos reconozcan (galleta-galleta), no estamos en condiciones de pensar en cómo solucionar problemas, o en cómo crear, o en cómo divertirnos.

Como decía, los humanos cuerpos personas (Satur, again), tenemos la costumbre de auto imponernos limites, reglas del juego que aceptamos como si fueran ciertas y en función de las cuales nos comportamos. Creencias que determinan nuestro actuar y las elecciones que hacemos. Que definen qué debemos desear y lo que debemos temer.

Yo aprendí a no tener miedo -de grande y después del Opus- en gran parte gracias a mi marido, un ser al cual no le asusta equivocarse, meter la pata y volver a empezar. Me enseñó a no tenerle miedo a pensar (a sentir la realidad y a analizarla), procurando agotar las diferentes líneas de nuestras ideas, primero; darse el trabajo de contrastarlas con la experiencia, segundo; para finalmente crear sentido. A veces, simplemente no creamos nada, sino que reconocemos. Y otras varias veces más, lo que nos toca reconocer son nuestros errores (algunos de estos errores son magistrales, que dejan enseñanza; otros no, que simplemente idiotas). Ahora, para poder hacer este trabajo, es necesario sentirse seguro, que haya tolerancia al "HERROR". Entonces, hay que mirar de más arriba la cosa -nosotros y el mundo- para ver que estamos inmersos en una cultura, esto es, en una forma particular de ser y hacer, considerada socialmente aceptable. Como la cultura naturalmente genera normas, también impone castigo y produce culpa, que hay que mantener enrielado al personal. Por eso, entendiendo que la cultura de cierta manera nos domina -el pez en el mar no se da cuenta que esta mojado-, si sentimos culpa o miedo, hay que detenerse y pensar. Que la única cultura que podemos aceptar como propia, ya que nos va a reglar, es la que sabemos buena por la experiencia y por el cerebelo. Es decir, que es preciso que elijamos libremente.

De modo que no voy a creer que si me salgo de esa línea de pensamiento, un rayo me partirá en dos. No creo en un Dios castigador. No pasa nada si me salgo de las líneas: nada. Vinimos al mundo por un acto de amor, entramos de lleno en la vida y nos mantenemos en ella porque hacemos -fundamentalmente- actos positivos de amor por nosotros mismos y por otros. Si tenemos esa seguridad sicológica de que podemos explorar distintas soluciones sin que nos pase nada malo, podremos encontrar la mejor solución para todo.

Superar el miedo y los limites auto impuestos, viene a ser, entonces, la primera tarea (¡según yo!).

Acá les dejo un clásico: yo lo ponía a todo full en mi oficina, después  que se iban todos, cuando recién despité.

Lizzy Babieca









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