La voluntad de no saber.- Heraldo
Fecha Wednesday, 17 September 2014
Tema 010. Testimonios


Durante algunos años mantuve la ingenua convicción de que Escrivá y sus sucesores habían logrado engañar a la Jerarquía de la Iglesia para conseguir cuanto han conseguido y continúan consiguiendo en favor del Opus Dei. Pero hace tiempo que pienso como Ramón: Y por favor, dejemos ya el tema de que JPII "fue engañado" por el Opus Dei, los Legionarios, etc. Las criticas, las denuncias venían de muy antes y desde luego durante su pontificado, igual que la pederastia o los chanchullos del IOR. Roma, cuando quiere, se entera de lo que quiere y un rato más...



Hay un libro que lleva por título “La voluntad de no saber”, cuya lectura recomiendo vivamente. Se trata de una coautoría de José Barba, Alberto Athié y el investigador Fernando M. González. En él se dan a conocer evidencias documentales de que el Vaticano tenía conocimiento y registro abundantes del comportamiento enfermizo de Marcial Maciel desde los años cuarenta. El título del libro no puede ser más elocuente. Existe una voluntad positiva y pertinaz de hacer oídos sordos, de mirar para otro lado, de hacer como que se ignora. En mi tierra se da este consejo para arreglar cierto tipo de problemas: 

-          resuélvelo a la mexicana.

-          ¿Cómo?

-          Hazte pendejo.

 

Hacerse pendejo es no hacer nada, hacer como que se ignora, mirar para otro lado, como dicen en España. No me cabe duda que a veces es el mejor camino; pero muchas otras es simple irresponsabilidad, tibieza, complicidad, mera cobardía. (Remito también a otro libro que se intitula: “No corras riesgos, hazte pendejo”, de Carlos R. Erhard).

 

Conozco personalmente a uno de los autores, D. José Barba, magnífico catedrático e investigador del ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México). Al comprobar hace muchos años su calidad humana y cristiana supe con certeza que lo que se decía del P. Maciel era verdad. Él fue una de las víctimas del depredador sexual.

 

Por su parte, Alberto Athié dejó el sacerdocio por el repetido enfrentamiento con autoridades eclesiásticas que le pedían silencio y “prudencia”, cuando lo único que se les pedía era llevar información al Vaticano sobre las atrocidades de Maciel. Resulta desgarrador leer en este libro su testimonio, en el que señala que, en carta dirigida a Juan Pablo II, le decía que se había visto obligado a renunciar al ministerio sacerdotal porque no lo pude ejercer en su integridad como fue instituido por Jesús de acuerdo con la Escritura y la tradición. Y terriblemente decepcionante resulta leer a continuación: hasta la fecha de hoy, no he recibido ninguna correspondencia del pontífice o de la Santa Sede respecto de mi carta, por lo menos para decirme si procede o no dicha renuncia o algún tipo de respuesta respecto de ella.

 

El libro publica muchos documentos, provenientes de un cuerpo original compuesto por 212 documentos, varios de los cuales provienen de los archivos vaticanos. Esto conecta con la historia oculta de este libro, con personas indignadas con la complicidad y con las acciones que al parecer formaban parte de una operación de “limpieza” de evidencias documentales; personas de buena fe, ofendidas por las mentiras y las simulaciones institucionales que decidieron valientemente no sólo preservar los materiales sino entregar los escritos compuesto de cartas, relatorías, cronologías y testimonios que estos autores exponen a la luz pública.

 

Debo confesar que al terminar una lectura de un tirón, tardé varios días en recuperarme del impacto emocional que me produjo. De lo que no me recupero hasta ahora es de la desesperanza en que logremos que la jerarquía católica haga algo significativo sobre el Opus Dei.

 

Termino esta nota con el siguiente pasaje: La institución eclesiástica, al tratar de salvaguardar en primer lugar su imagen, estabilidad y prestigio –el de la institución y el de sus autoridades-, se coloca incluso por encima de la misma dignidad y de los derechos fundamentales de las personas que han sufrido los abusos, cayendo en contradicción con el principio, tantas veces citado por el mismo papa Juan Pablo II, que afirma que ninguna estructura está por encima de la persona, sino que todas las estructuras están a su servicio y al servicio de sus derechos fundamentales.

 

Heraldo







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=22609