Y yo que no iba a escribir más.- Lizzy Babieca
Fecha Wednesday, 10 September 2014
Tema 040. Después de marcharse


Se me había secado el cerebelo y ya no tenía mas temas, de modo que le comenté al Venerable Anciano –acá cualquier día fundamos una asociación para promover los saludables beneficios para el alma de las conversaciones con caminata y pucho-, que posiblemente dejaría de escribir en Opuslibros, que se me acababan los temas. Mi natural inclinación me haría empezar a tratar los temas de autoayuda, expresé, ¿y quién quiere escuchar los consejos de otro, luego de haber salido de Opus Dei? Pues nadie pos. Los que salen parados en sus dos pies, enteros, no necesitan esta página sino después de algunos años, cuando la nostalgia les suscita el recordar lo bueno y lo malo. Entonces se van a las páginas oficiales del Opus Dei, y luego a la de la inefable Agus, Opuslibros. Estos no necesitan consejos, sino que entender y dar a entender algunas cosas. Algunos, felicitan y se van. Otros se quedan a ayudar, o se ponen a escribir auténticos tratados filosóficos, históricos o psicológicos...



En un segundo grupo, estamos los que hemos salido más o menos, los que necesitamos la página para informarnos, reconfortarnos, secarnos las lágrimas y recomenzar sabiendo que no hemos sido los únicos. Duramos más o menos poco acá: hacemos la terapia unos meses, y luego:  muchas gracias Agus, nunca te olvidaré. Y , por último, están los que han salido mal, mal, esos que no logran recuperarse sino hasta muuucho tiempo después. A estos la página les sirve como una más de sus terapias, pues necesariamente han de complementar su mejoría con otros medios. Ir al psicólogo o al psiquiatra no es nada del otro mundo, que a veces uno necesita ayuda especializada. Ahora, cómo hacen esta mejoría los ex que han salido muy mal, pues misterio, que no nos alcanza la imaginación ni las manos para poder hacer algún tipo de seguimiento.

De modo que pienso que los que andamos por acá, andamos en búsqueda de un poco de compañía, de alguna buena idea, de algo que arroje luz sobre ese pasado nuestro que a veces entendemos y otras veces no. Por eso no quería escribir más, pues terminaría dando consejos. ¿Consejos por web, sin saber de las personas casi nada? Muy temerario pos. Es como cuando hacíamos la charla fraterna, y no importaba nada lo que dijéramos, que siempre nos transmitían las mismas pendejadas que había decidido el consejo local. Es decir, que dando consejos a priori y sin atención a la persona particular, pues que la podemos cagar. Sin embargo, uno sí puede contar lo que le sirvió y en qué contexto le sirvió, y para eso hay que explicar un poco cómo son las circunstancias personales, la formación y la forma de pensar, para que cada cual decida lo que toma y lo que no.

Así es que empezaré ahora mismo, con temas que han salido últimamente en la página (como estar desnudo y tener hijos) y sobre los cuales tengo cierta experiencia, debido a que he estado en ambas, simultáneamente, tres veces.

Mi marido tiene 3 hijos de su primer matrimonio, y decidimos que queríamos llegar a 7, así nomás, porque nos gusta el 7. Ahora que nos cambiaremos a casa mas grande, y que él se leyó recientemente “Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas”, de Covey –les prometo que yo no le sugerí el libro, que el lo encontró, lo compró y lo leyó solito- quien tuvo 9 hijos, capaz que me proponga cambiar el número. Ya hemos bromeado con el tema. Nos gusta la idea de tener los siete o los nueve. Y nos aguantamos la media pega que significa y el tiempo y dinero que te toma. Es nuestra opción. Para nosotros, se trata de felicidad y alegría. Y jamás de lo jamases se me ocurriría meterme con la decisión de otros al respecto, que yo sé de qué se trata realmente no poder ni ir al baño, sin tener a tus hijos al otro lado de la puerta, diciendo:

-Mami, mamita, ¿qué estas haciendo?

- Estoy ocupada, hijo, ya salgo.

-¿Puedo entrar? ¡Yo te cuido!... según ellos yo necesito que me cuiden al ir al baño. Bendita maternidad!!!

Mi maternidad, así como otras decisiones que tomo, me hacen feliz. No se trata de ser católico o ateo –yo no soy ni lo uno ni lo otro-, sino de ser feliz. De responder a lo que le hace bien a tu alma, a tu cuerpo. Dios quiere lo mismo, si existe, que no puede ser al revés: no puede estar en contra de ti o de tu bienestar, que sería estar en contra de sí mismo. Hay una revista española que mi marido descubrió, que se llama “Filosofía Hoy”. En el número 17 trae un especial sobre Santo Tomás de Aquino. Me puse a leerlo y me sentí arrasada por un meteorito estelar, y es que no me acordaba: Dios nos hizo para que seamos felices, según nuestra propia forma de ser, humanos. Tenemos leyes (líneas, caminos, para los que le de tirria la palabra “ley”) inscritas en nuestra naturaleza que nos hace buscar el bien y evitar el mal –es decir hacer y hacerse cosas buenas y no quedarse pegado en los fallos, en la carencia del bien que es el mal. Yo soy muy tomasiana, aristotélica y agustiniana para algunas cosas. Ratzingeriana para otras. Y es porque estos autores hablan de la felicidad y del amor todo el rato.

No hay que tomarse muy en serio las cosas, nunca jamás. Lo único serio es la muerte, que además es inevitable y natural. Así es que juguemos, como si fuéramos niños en el jardín, al tesoro escondido: ¿Qué me hace feliz? ¿Qué música, temas, libros, amigos?, ¿Qué actividades, bebidas, bailes, platos? ¡Pues a buscarlos ya!

Lizzy Babieca

PD para Dionisio: Me parece que soy mas de la sensibilidad “Rossana”, “Ella Baila sola” y “La Oreja”. Qué quieres: nunca he ido a España y no tengo notica, sino de películas, sobre la etnogeografía que da lugar a la música de Peret. Se supone que tengo algo de sangre gitana en las venas, pero debe de ser poquita.







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