Cómo se comía en la Casa (Cap.1 de 'Toma y Daca').- Flanpan
Fecha Friday, 09 July 2004
Tema 040. Después de marcharse



Cómo se comía en la Casa

Cap.1 de 'Toma y daca'
FLANPAN, 9 de julio de 2004



¡Cómo se comía en la Casa! ¡Y cómo se bebía! Hasta la ley seca, claro... Dudo mucho que el Principe y la Leti tengan en su rancia casa el esmerado servicio con que yo (con que tantos numerarios) hemos disfrutado durante tantos años. Desde luego que a la Leti le servirán buenas viandas, pero no tendrán nunca esos ingredientes que nuestras santas hemanas (esas sí que eran santas) de la Administración ponían en todos sus platos: el Cariño (dulce o salado, según se tratara de postres o de primeros platos), el Esmero y el Ingenio...

Qué cenas de Navidad, qué presentaciones y adornos, qué pavos trufados, qué calditos,qué chuletillas de cordero, qué postres, qué bizcochos para el desayuno, qué caldos (vinos), qué cavas, qué wiskises y licores, que huevos más bien fritos (con puntillitas doradas), qué cenas frías con jamón en jamonera, buen cuchillo y abundante pan cateto, aceite virgen y ajo, qué resopones tras las Misas nocturnas, qué carritos tintineaban (menudas jugos despertaban esos tintineos) en el pasillo los domingos antes de comer, qué aperitivos con esas tapitas de dátiles con queso, de choricitos fritos, vermús, cervezas y colas. Qué decir de las bolsas de excursión: qué completas y energéticas. Con todos sus detalles. Todo tan bien envueltito. Todo tan limpín, que diría Satur. Con tus servilletitas, tu abrebotellas. Sólo faltaba la cesta de mimbre, con sus platos y vasos plásticos. Qué langostas en Benicasim. Que naranjas en La Lloma. Qué finos y patanegras en Aracena. Qué cavas en Cataluña. Qué pulpo en Santiago. Me faltó por probar una casa que había en el cantábrico (asturias o Santander), en un acantilado sobre el mar (creo), en la que me aseguraron que el marisco venía directo de la mar océana.


Que congojanetemente se comía en la Casa. Qué bien nos cuidaban nuestras hermanas.


¿Y fuera? Pues sinceramente, también como muy requetebién.

De Cariño voy servido. Es de otro tipo, pero mi querida Piedra me trata como a un rey, y además me permite cachetearle el muslamen mientras me sirve la ensalada a mediodía, sin niños (en la Casa esto no estaba bien visto: ni con niños delante, ni sin ellos).

Mi nevera está llenita de cervezas fresquitas, y no he de esperar al domingo a tomarlas (en la Casa no podías acceder a la nevera si no tenías la R2 y mucha cara).

Cuando quiero probar un buen vino, no tengo más que bajar al super y elegirlo en la amplia bodega disponible (en la Casa el vino era peleón, salvo en fiestas A: la media de cocina no daba para más). Sale más caro, pero es la desventaja de los caprichos.

Si quiero picar algo antes de comer, o a media tarde, las alacenas de la cocina me esperan (en la Casa si te rugía el estogamo a las 2, habías de esperar a las 2,30 para comer). Sé que no es bueno picar entre comidas, pero todavía mi cuerpo lo resiste.

Y si un día quiero comer bien de verdad (mi mujer no es Arguiñano ni la Admon), la amplia oferta de restaurantes de la zona nos espera a mi y a mi pichoncito mío, para que nos vayamos agustito a darnos un merecida cena romántica, con los niños en casa con una nurse (en la Casa las cenas románticas estaban prohibidísimas, sobre todo si las chatas estaban tan ricas como mi mujer). Comer igual de bien que antes (o parecido) sale mucho más caro, pero hacerlo de vez en cuando me lo puedo permitir, ya que del dinero que ingreso en la caja (de mi mujer) me deja sacar cuanto quiero, y además sin tener que entregarle cuenta de gastos.

Espero no haber herido sensibilidades, ni creo haber caído en la procacidad con lo del cacheteo: entiéndase que comer a solas uno con su mujer, da ciertas ventajas a las muestras de cariño.

Gracias desde aquí a todas las Auxiliares y Administradoras que tanto se desvivieron (ellas no tenían la buena vida de nosotros) por hacer de esas Navidades, Fiestas y comidas de diario, un placer gastronómico y estético (qué mérito tenía llevar esos uniformes de doncella, tan bonitos pero tan calurosos, las mañanas de agosto en un comedor sin aire acondicionado).

He perdido en calidad diaria, pero he ganado en libertad. Con todo el cariño para mis hermanas pequeñas, prefiero la libertad. Y a las que estais fuera, y sois tan buenas cocineras, un consejo: poned un restaurante -ADMON se podría llamar-. Os aseguro que en poco tiempo os darían los máximos tenedores de la Guía Michelin.

Salud y bon apetit.

(continuará)





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