Antes de volver al trajín.- Lizzy Babieca
Fecha Wednesday, 30 July 2014
Tema 010. Testimonios


Acabadas las vacaciones de invierno por acá, vuelve el trajín. Ustedes por allá, na ni ná, que están de siesta de piyama y orinal. Yo me aproveché y me leí todo Satur, again, y me alcanzó para Agustina en youtube y la entrevista completa de don Miguel Fisac. Es decir, un remember completo, conciso y ¿entrecortado?

Pues que me la he pasado bieeeennn!, acordándome de todo. Gratias tibi deus, gracias tibi!, por haberme puesto y por haberme sacado. Hoy pensaba -que también me he dado vuelta en la palangana buscando las queridas viejas caras de aquellos años, con nostalgiaaaaa- que nunca he tenido un momento desde mi salida, hace ya siete años, en que se me haya pasado ni por un segundo la idea de volver. Y volver, volver, volveeeeerrrrr! Jamás. El solo pensamiento me retuerce las entrañas y me corta la respiración. Es que era todo ese amor tan pero tan falso, como la foto de la beatificación de don Álvaro, con cruz pectoral en vez de micrófono. Lo sabíamos varias que nos mirábamos por sobre toda esa mierda, y lo conversamos hasta el hartazgo, una vez afuera. Porque desertamos a saco, con 1, 2 y hasta 20 años allí dentro. Con decir que de mi círculo de agregadas, queda solo una. ¡Y no es que no trataran de echársela también!...



En ese centro del que no quiero acordarme, había una kruger, que a todas les encontraba problemas afectivos de apegamiento pegote... es decir, que a todas nos encontraba un lesbianismo incipiente, y dale con las preguntas del sacerdote, que se disculpaba por preguntar, porque -en mi caso- sabía bastante bien que la cosa no era esa sino todo lo contrario y viceversa. Pues que la kruger le hizo la vida a cruadritos a una que llevé, que pitó y despitó por esta persecución krugeriana. Y a esta otra agregada que les cuento, la tuvo muy en las cuerdas, pasándola mal que mal. Y resulta que la que despitó no fue ella, sino que la amiga, una chica top ten golden globe, que se cabreó de la estupidez, personal e institucional. ¡Qué suerte tuvo y qué lástima que la otra decidiera no seguir su ejemplo! Esta que sigue ahí -la única- debe de estar ya más cerca de los 40 que de los 30, y de seguro debe pasársela acompañando a las mayores (el 90% del personal) al médico o a por churrines. Lo digo con tanta tirria como admiración.

Pues que nos hemos juntado hace cosa de un año las ex a hablar, a desahogarnos, a replantear algunas cosas, a terminar las conversaciones iniciadas con esas miraditas sobre la caca. Y todavía me sorprende la coincidencia de experiencias y pareceres. Consuela pensar que la loca no era una, que vamos a ver que era cosa de sentido común no ver las tremendas vigas que llevábamos, que no en un ojo, ¡en los dos!

Y hay temas que me han dolido especialmente: uno de ellos es el de la práctica de extirpar a las mujeres de la obra -numerarias y agregadas-, su partes íntimas internas suyas propias. Presenta una alguna dolencia por esos lados, que se soluciona extirpando una cosilla poca -un ovario, ¡solo uno!, por ser-y los muy bestias de los doctores de la obra opinan que es mejor sacarlo todo junto, el otro ovario (el sano) y de yapa, el útero. Para qué tenerlos, si no los vas a usar, ¿cierto?. Y ahí tienes a fulanita, que se empina a penas por los 35, dando su consentimiento en plan buen espíritu.

La excusa para tan aberrante práctica, era la prevención de futuras dolencias, con el consecutivo ahorro en dinero y molestias para la interesada. ¡Muy previsora la obra y qué solícita! A cualquier señora de la calle, con ídem dolencia, le tocan lo imprescindible y le conservan el resto, aunque ya haya pasado los 50 años. ¿No hay en este tipo de prácticas un desprecio implícito sobre lo que es ser mujer? Perdónenme todos, pero no me imagino a un señor numerata, al que hay que sacarle un huevín por enfermedad, enfrentado a la disyuntiva de aprovechar la ocasión de extirpar también a los acompañantes, por razones de prevención o de pobreza...

Pues que esta ex agregada, con sus 40 y algo, una vez fuera todavía podía haber querido engendrar -de hecho ella y su querubín pin pín, querían- pero no se pudo. El cuchillo opusdeístico había pasado también por allí. No solo dañan la psiquis, que también el cuerpo.

Como les decía, me he dado un festín de lecturas. Esto no ocurre de la nada, sino cuando algún encuentro gatilla recuerdos y memorias. Generalmente, cuando me pillo a un opus querido de mi alma y de mi corazón en la calle, soy muy efusiva, que no puedo evitarlo. Está en mí. Me contestan de igual manera. Aunque también me han tocado los que hacen que no me ven o ponen cara de rotwailer. A esos los miro a los ojos que no se me mueve un pelo. Son muy idiotas estos, que los otros no, que a los otros los "encomiendo" a sus dioses, en plan "pero qué bella, bellísima persona", y con un hilito de baba colgando.

En las lecturas que he repasado, ya con siete años de por medio, marido, hijos, arrugas, vida, el opus se ve bien distinto. Igual de dañino que el primer día, pero no muy lejos de la cultura que lo vio nacer, desarrollarse y prosperar. Don Chema -"no me separéis la Che de la Ma"- es hijo de su tiempo todo. El no podía menos que perseguir el marquesado y hacer el loco con el obispado, tantos años, como sabemos que paso (antes solo lo intuíamos, leyendo, por ejemplo, piadosamente a Vásquez de Prada, 15 minutos; ahora podemos documentarlo). Se trata de los años 20', 30' y 40' del siglo XX, los mismos que vieron nacer, en distintas partes del globo, figuras con la misma vocación de grandeza, aunque con destinos desiguales. Es la cultura de las grandes obras y el triunfo social por medio del éxito económico. La empresa que monta José Escriba -estoy segura que ya se le ha pasado todo su mirris por las pompas y los nombres estilosos, y que no se enojará porque lo consigne acá el nombre que le dieron sus papis- está inspirada por los mismos principios del siglo: trascender y prosperar. La humanidad toda se trenzó en dos guerras mundiales en pos de esto mismo. Pues él se montó el opus dei.

Satur, a quien designé mi padre espiritual tras la salida -anécdota a parte: mi marido que escribe muy bien se pone celoso cuando me ve pegada al celu riéndome a carcajada limpia. "Qué lee, mi cielo", "Que a este tontorrón de Satur, que mira las cosas que pone", y se ríe también, y eso que no conoce del opus más que lo que le he contado-, que decía que Satur habla unas tres veces de la tertulia de don Chema en Tabancura. Ya son 40 años de la tertulia, y no se me olvida que el pillín aprovecha de piropear a las concurrentes ubicadas en la tarima. Así que picada por el bicho de descubrir a los bellezones, me meto en youtube a revisar la tertulia. Qué va Satur!, que las chicas son todas unas preciosas, pero ay de ti que las veas ahora en sus 60 y más, que conservan su belleza varias, que no la mentada "vocación". Pues que en esa tertulia san Chema explica que el opus no lo fundé yo, que no señor, que he sido un estorbo, y mientras esto dice, oh sorpresa, que afirma con la cabeza y hombros lo que niega con la boca... mecagüen? San Chema en persona -el que sabe algo de lenguaje corporal, que me desmienta- dice con su cuerpo todo que él sí que fundó el opus. Ya lo sabía yo adentro, que era muy enredado aquello del 2 de octubre, campanas y demás. No me calzó nunca aquellas catalinas destruidas por humildad. Pero uno traga que te traga, con visión sobrenatural, que le dicen. Ahora, que no tengo visión sobrenatural ni extraterrestre, sino una muy humana, puedo darme cuenta de la utilización de dios y de la iglesia para los fines del nunca obispo, san Chema. Que eran nobles sus fines, pues al menos él lo creía. Y también don Álvaro, a quien responsabilizo por haber institucionalizado y sacralizado aún los pedos del santo. Con vuestro perdón, que ya sé que así no habla una lady, pero díganme a quien se le ocurre que los despliegues de mal humor -y humores peores de aquel hombre- merecían el mote de virtud, de humildad, de amor de dios, y todo en grado HEROICO.

Viendo esa misma tertulia, todo hay que decirlo, que uno sale edificado. Tanta belleza en la entrega. La super con sus 17 hijos, todos de la obra, aquel en Nairobi, que es para echarse un moco. Y es que el opus es campeón en estética, elegancia de las formas y gestos, mientras no los contradigas y critiques. Ya lo decían las super mentes dotadas de orejas, mucho mejor que yo en mil años, que acá hemos pitado todos seducidos por un ideal principalmente estético, que la belleza nos la ha ganado. Y enfrentados a la realidad, descubrimos con los años las fealdades de la novia, y ella, tan pringa, que nos dice que no, que es perfecta y santa, cuando se le ven las uñas encarnadas de los pies, que huelen a kilómetros. Qué no, que el problema eres tú, que no me comprendes... y vamos, pues. Yo también al casarme me creía perfecta y el chasco que me he llevado al darme cuenta de mis fealdades. Y pues que el sentido común -que no el sobrenatural, ese dejémoslos para los más avanzados- me decía que en que siguiera creyéndomela, iba a quemar vivo al marido, y peor que eso, me iba a limitar en mi crecimiento verdadero. Pues eso: que la obra está estancadísima porque está pegada a sí misma. Y se alimenta de las  subculturas en las  que se mueve, que la sostienen y soportan, que son bajas culturas, aquellas que se aseguran, se defienden y dan poquito. Lo mismo la iglesia. A no engañarse con el papa jesuita, con aquellos pro-hombres que han consentido y aprueban la soberbia de la institución beatificando a don Álvaro, aunque sea como mal menor. Los que esperan el reino de los cielos aquí en la tierra, según los evangelios, habrán de vérselos solitos por un bueeeen tiempo más. El opus dei seguirá recogiendo pitajes mientras hablen de dios y de servir, y mientras la iglesia diga pues que estos suman más que restan. Que en tiempos de crisis todo sirve.

Y claro que estamos en crisis. No solo el opus y la iglesia, si no que la humanidad toda se está moviendo, a distintos ritmos, hacia una porrada de cambios que no te explico.

Yo ya les deje mi consejo, ¿eh?, fruto de mi experiencia en algo tan doméstico como vivir con el marido y criar a los hijos: hay que preguntarse constantemente cómo mejorar, pedir perdón por las metidas de pata, y ver cómo le hago para aportar al otro, a los otros y a mí misma. Y para esto no hace falta ser cristiano o budista. Tampoco hay que ser especialmente virtuoso o humilde, porque si tengo la uña encarnada y los pies me huelen, pues cómo negarlo. Basta con ser humano persona no más. Y, bueno, tener algo de olfato.

Lizzy Babieca







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