La complicidad de los obispos españoles con el Opus Dei
Josef Knecht,
27/06/2014
Como es
natural, también a mí me ha apenado mucho la
noticia del fallecimiento del sacerdote numerario Juan José Martí Martínez.
Que en paz descanse.
A este
respecto quisiera comentar la reciente frase de Heart
(23.05.2014): “Yo veo responsable directo
de estas muertes al opus dei pero indirectamente es también responsable el
Vaticano”. Me parece que Heart se olvida de la corresponsabilidad de los
obispos diocesanos, sobre todo españoles, en los graves daños morales y
psicológicos que el Opus ha causado y causa en muchas personas. Resalto los
españoles porque la Obra de Escrivá se fundó en España y es en este país donde
más se ha desarrollado desde su fundación hasta el momento presente.
Las oficinas
del Vaticano, aun siendo el responsable máximo de todo lo que acaece en la
Iglesia Católica, están situadas geográficamente lejos de los concretos
“frentes de batalla” (pido disculpas por la metáfora militar, que tal vez esté
fuera de contexto). En cambio, los obispos diocesanos palpan mucho más de cerca
los sufrimientos y las alegrías de los feligreses a ellos encomendados. En lo
que se refiere a las tropelías causadas por los dirigentes de la Obra de
Escrivá, suelen ser los obispos quienes reciben en primera instancia las quejas
o denuncias de las víctimas. Los obispos están mucho mejor informados que el
Vaticano acerca de la vida interna del Opus y, sin embargo, por desgracia no
actúan la mayoría de las veces como “buenos pastores” para intentar frenar esos
atropellos que tanto daño causan. Comparto el sensato lamento de Heraldo (Ad mentem Patris):
“Estas cosas destruyen muchas vidas
humanas y la Iglesia no parece interesada en siquiera averiguarlo”. Pero, como
ya sabemos, ha habido excepcionalmente actuaciones episcopales acertadas, como
la del londinense Basel Hume y la de los obispos alemanes en los años 80 del
siglo pasado.
En mi
humilde opinión, los obispos son más corresponsables que el Vaticano en la
cobarde tolerancia con que la jerarquía católica reacciona ante los errores de la
Obra de Escrivá. Los muchos “intereses creados” que los directores y sacerdotes
de la prelatura personal han logrado tejer en el mundo eclesiástico consiguen
que la jerarquía católica haga la vista gorda cuando le llegan denuncias o
noticias tristes como la de la muerte de don Juan José Martí en extrañas circunstancias:
ni siquiera investigan los obispos para saber qué ha pasado; sencillamente
callan y pasan página.
Es cierto
que los obispos españoles están muy condicionados por lo que acabo de denominar
“intereses creados” por el Opus: el hecho de que entre sus sacerdotes
diocesanos haya algunos que pertenezcan a la “Sociedad Sacerdotal de la Santa
Cruz” motiva al obispo a no crearse problemas “llevándose mal” con la Obra de
Escrivá; el hecho de que todavía a día de hoy el Opus esté bien situado en el
organigrama de la curia vaticana hace que los obispos diocesanos se sientan
como un pequeño David ante un gigante Goliat en el caso de que tengan que
abordar una denuncia procedente de una víctima del Opus; el hecho de que, en la
sociedad civil, entre los políticos, jueces, periodistas y financieros
españoles pululen “mandamases” del Opus también hace que los obispos actúen
“con prudencia” a la hora de entrometerse con los asuntos de la Obra de Escrivá.
Es la suma de estas y otras circunstancias –esto es, ámbitos de poder
eclesiástico y civil controlados por el Opus– la que explica la dejadez de los
obispos diocesanos cuando les llega una “patata caliente” de la prelatura
personal: se la quitan de las manos cuanto antes para que no les queme.
No sé si me
equivoco, pero, después de lo que pasó con don Antonio Petit
y con don Juan José Martí, hay motivos más que suficientes para que la
jerarquía de la Iglesia Católica en España tome medidas, por lo menos, en orden
a investigar qué pasa en la vida interna de la Obra de Escrivá; y, si no lo
hacen, cometen una grave omisión o dejación en el ejercicio de sus deberes
episcopales. Más todavía, si la sociedad española se seculariza más y más con
el paso del tiempo, entonces los obispos no deberían lamentarse de ello, pues
por su cobardía ante “intereses creados”, es decir, por su antitestimonio
evangélico son ellos una de las causas –entre otras más, claro está– del
proceso de secularización de la sociedad.
Josef Knecht