A la
vista de los últimos documentos sobre
las pretensiones episcopales de Monseñor, me reafirmo en una sospecha
que ya formulé aquí en su día: la de que él tenía metida en la cabeza la
imagen, para él modélica, de don Ángel Herrera Oria, que durante muchos años
dirigió la ACNP desde su sede episcopal de Málaga.
Cierto
que aquello le robaba tiempo para administrar su diócesis y recuerdo haber oído
contar que un periódico de aquella ciudad, con evidente sorna, publicó una
noticia que decía algo así como “ha llegado a la ciudad para pasar unos días en
ella nuestro obispo, Mons. Herrera…”.
Por lo
demás, es sabido que en cierta época Escrivá mantuvo estrecha relación con
Herrera, que fue quien lo colocó en la Escuela de Periodismo de El Debate, por
él fundada (aunque, cosa curiosa, en algunos currículos oficiales se decía
“Escuela de Periodismo”, sin más). Al parecer, andando el tiempo se
distanciaron, porque Herrera, según los de la Obra, había tratado de
fagocitarla. En lo sucesivo, en las casas de la Obra la ACNP y sus cosas fueron
tema frecuente de bromas; por ejemplo, a cuento de la que los propagandistas
llamaron “Casa de la Iglesia”; y en todo caso, entre los famosos “tecnócratas”
y los democristianos de Herrera jamás hubo el mínimo feeling.
Pepito