Hace unos meses he descubierto la
página y la he venido leyendo. He conocido muchas de sus historias de vida. Me
voy a presentar, no soy ex miembro de la prematura, ni lo he sido. Sólo he
recibido algo de formación, mantengo contacto esporádico con algún sacerdote, y
en realidad siempre he sentido un mutuo aprecio. Me acompañaron cristianamente
en momentos dolorosos de mi vida y también en los prósperos y felices. Hace
tantos años que voy por los centros que no puedo precisar si en algún momento
sentí presión para que me asociara. Pero, simplemente el Señor no lo quiso.
Tanto ellos como yo nos lo planteamos en más de una oportunidad.
Sin embargo, al leer las distintas
vicisitudes que ustedes cuentan, algo me empezó a hacer ruido en mi cabeza. Es
la vida que llevan los que conozco, que están adentro. Por un lado yo he visto
y percibido mucho de lo que relatan a menor escala, lógicamente por mi menor
compromiso. Pero o bien me dieron respuestas o bien me las di yo, y acepte todo
como muy lógico y con otra visión. La opinión de ustedes les aseguro que cuenta
como de hermanos con más experiencia. Y veo que no todo es negro o blanco, los
grises son miles.
En primer lugar, y el motivo por el
que me decidí a escribir es por el inmenso cariño que siento por los hermanos
de adentro que aún están. Me han hecho pensar en lo sacrificada que debe ser su
vida, en la tribulación de aquellos que quizá estén con la duda de que hacer,
en el desarraigo que viven, en la soledad acompañada, en esa frágil jaula de
cristal que puede ser para algunos vivir la vocación que quizá no tienen.
Entiendo que sea cual fuere la edad
que pitaron, los que trato ahora son mayores, (aunque también los hay de 17,
19, y veintialgunos) y cada uno vuelve a renovar su decisión día a día, como en
un matrimonio. Uno es quien tiene que empezar a plantearse el sentido de la
incomodidad y ver como modela su vida y bla bla bla. Todo lo que uno supone de
un adulto. Pero según lo que cuentan, ellos a veces son como adolescentes, como
que quedaron congelados el momento que entraron. Y sobre todo les falta
muuuucha calle!
Y es allí donde siento que se puede
intervenir. Me gustaría serle una válvula de descompresión. Intuyo, pero no lo
sé, que algunos están pasando el trance. Como dicen empastillados, con depre.
Poco aislados de la movida. Y entiendo que no muchos le van a facilitar, aunque
sea, un afloje en la estricta regla de vida, que los ayude a ser más felices.
Cada uno vive la realidad de su
vocación de forma muy diferente según se refleja en las historias. Las hay muy
dolorosas e injustas, muy humildes y sobrias, muy llenas de afanes y
desencantos, todas, todas llenas de la enorme generosidad de la ingenuidad. No
todos creo que quieran, deban, puedan o necesiten irse. Les agradecería alguna
sugerencia, por ahora sólo se me ocurre acompañarlos, hacerle pasar buenos
ratos y algún que otro presente que pueda alegrarles la cosa.
Les aseguro que elevo ir corazón al
Señor de los Cielos y la Tierra para que todos, especialmente los que han
dejado encuentren felicidad y no tengan una pizca de encono en sus corazones.
Son todos muy valiosos, espero seguir en contacto.
amalio