Si a tu hija no la ves bien ES QUE NO LO ESTÁ.- Luciana
Fecha Monday, 05 May 2014
Tema 105. Psiquiatría: problemas y praxis


Querida Sinfonía:

¡Qué pena me ha dado leer tu correo! Transmites mucho dolor detrás de tus palabras. Créeme que siento mucho lo que estás pasando.

Me he decidido a escribirte estas líneas porque lo que planteas respecto al estado de salud de tu hija me ha inquietado, y considero importante a la hora de intentar ayudarla, que te interiorices sobre algunos aspectos tales como: ¿Tú sabes qué medicación está tomando? ¿Quién se la recetó? ¿Bajo qué diagnóstico? ¿Sabes el porqué de la necesidad de aumentar la dosis?

Mucho se habla en esta web del llamado “empastillamiento”; aparentemente un método habitual entre los miembros de la Prelatura para “ayudar” a quienes tienen dudas de vocación a perseverar. Yo las llamo “pastillas de la perseverancia”, y dando crédito a los testimonios aquí disponibles, la forma en que se administran resulta en muchos casos absolutamente irresponsable, quebrantando todo código ético por parte de los profesionales de la salud que las prescriben. Es más, en algunos casos esta forma de actuar (por acción u omisión) hasta se puede considerar un delito –pero no me meto en ello ahora, no viene al caso. Por esto te sugiero que te informes sobre el tema, en especial el diagnóstico y tratamiento. Yo en tu lugar intentaría que tu hija se deje examinar por un profesional (médico psiquiatra) de tu confianza, absolutamente neutral y ajeno a la Obra.

Por otro lado me resulta llamativo que la hayan dejado pasar tanto tiempo en casa de sus padres. Que las directoras hayan aceptado eso es un toque de atención, tómalo en cuenta. No pase que luego de esta crisis ellas decidan que tu hija “no tiene vocación”, y a la culpa que ya siente se le sume una sensación de frustración, un sentirse fracasada por no haber podido estar a la altura de lo que Dios le solicitaba, y se empeore su estado.

Pues bien, ahora me gustaría hablarte como madre: las mamás en general (por una especial gracia de Dios) sabemos lo que pasa por el corazón de nuestros hijos con solo mirarlos a los ojos. Aunque nos quieran engañar, la mirada de una madre atraviesa el cuerpo y es como si leyera directamente en el alma. No es para menos ¡si en nuestro cuerpo se gestaron! Pues bien, tú nos cuentas que a tu hija no la ves bien, y yo te digo: si TÚ no la ves bien, es que NO LO ESTÁ. Te digan lo que te digan. Confía en tu instinto, reúne fuerzas y actúa con decisión. Así como le has dado la vida, tienes el derecho a devolvérsela si unos desalmados se la están quitando.

Mi consejo, asegúrate bien de su estado de salud antes de dejarla volver a su centro, y si tú crees –por lo que te he dicho antes- que tu hija no está en condiciones de tomar esta decisión en este momento, pues busca los medios de retrasar su regreso. En esto cuentas con ventaja, pues ya la tienes en tu casa. Algo que ayuda muchísimo es HABLAR. No me canso de decirlo. Aconséjale que hable, que hable mucho contigo, con sus hermanos, con gente que la quiere de verdad. También sería bueno que trate el tema con personas que han estado en su lugar y han superado el trance. Intenta que escuche la otra campana. Aquí en Opuslibros hay mujeres que estarían encantadas de hablar con ella y seguramente le den una visión muy diferente de la que ha escuchado hasta ahora. Y sobre todo la tranquilizarán, que es lo que está necesitando especialmente.

Y a ella demuéstrale que la amas –díselo muchas veces, pues las palabras son importantes. Mírala a los ojos, abrázala, intenta infundirle esperanza e ilusiones. Explícale que mucho de lo que siente ahora es consecuencia de esas “pastillas para no soñar” que está tomando. Invítala a escribir una lista de todas las cosas que le gustaría concretar en su vida, y hazle ver que muchas de ellas sí son posibles. Tu hija, como tantos otros en la Obra, lo que necesita más que nada es “una FAMILIA”. Necesita personas que la quieran desinteresadamente, que la quieran como es, con sus virtudes y con sus defectos; necesita sentirse valorada y acompañada, en las buenas y en las malas. Y cuando las palabras ya no bastan, pues la presencia es suficiente. Tu caricia de madre no pasará nunca desapercibida para tu hija. Como te dijeron ya antes, dale mucho amor, que lo necesita, y yo agrego: en nombre de ese AMOR también ponte firme y decídete a luchar por ella. Ella tal vez ahora no tenga la voluntad para hacerlo, y como cuando era niña y la debías cargar porque sola no llegaba a ningún lado, tal vez ahora la debas cargar de nuevo –por un tiempo- hasta que se encuentre fuerte nuevamente para poder hacer pie por sí misma. Es muy joven para darlo todo por perdido; tiene muchos años por delante, solo que ahora no los ve porque su voluntad está adormecida. De a poco irá cobrando confianza y esa culpa que ahora siente se irá yendo poco a poco.

En fin, si algo no debes perder es la esperanza. Recuerda que “allí arriba” (como diría mi abuela) hay un Dios que todo lo ve, y tu esfuerzo no caerá en saco roto. Ten paciencia y confía. Por mi parte estaré rezando por ambas.

Un abrazo,

Luciana

PD: si quieres contactarme pide mi correo a Agustina; estaré encantada de serte útil.









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