Hago la siguiente observación al
escrito de Lapsosinar.
Me parece que su artículo tiene un
tono algo pesimista, y se inclina a suponer que el hecho de carecer de documentos
fehacientes hace poco menos que inútil lo que yo y otros hemos escrito. En cuanto
a mí, le diré que sólo por un momento pensé que debería publicar mi
estudio para darle el refuerzo de un ISBN. Luego me di cuenta de que el
asunto sólo nos interesa a nosotros, los ex, a los que siguen dentro, y sus padres.
Y que para todos ellos hay una fuente magnífica, que día tras día va ganando en
calidad, cantidad y prestigio: opuslibros.
He seguido desde hace muchos años,
más de quince, los crímenes de Maciel y otros pederastas, las denuncias de sus
víctimas ante los obispos, prefectos de Sagradas Congregaciones Romanas, y
últimamente ante Ratzinger, Juan Pablo II y Benedicto XVI. La Santa Sede –salvo
Pío XII que al final destituyó a Maciel-- respondió como de costumbre: no hacer
nada hasta que la prensa les pone entre la espada y la pared. ¿Para qué
sirvieron las denuncias de las víctimas y de otros? Para acumular
"carbones encendidos" sobre las cabezas de quienes estaban obligados
a enfrentarse al problema; para que pasado el tiempo la historia hiciera
justicia a las víctimas y a sus agresores. Entre éstos, todos aquellos que, por
venalidad, pereza, carrerismo o provecho político no actuaron cuando podían y
debían hacerlo.
Y lo mismo pasará con la Obra. Las
autoridades romanas tienen toda la información porque me consta que les ha
llegado a las propias manos hasta el máximo nivel. Pero no quieren ver y no
verán. Se podrá decir también en el futuro que fueron perros mudos, zorras cuidando
el gallinero.
Con todo, el inmenso trabajo
acumulado en opuslibros no es inútil. En mi estudio, y en otros estudios históricos
o canónicos, están muy documentados (en algunos casos con documentos
irrebatibles, como los que quiere Lapsosinar), si no los hechos históricos tal
como ocurrieron, al menos la manera deliberadamente engañosa con la que fueron
presentados por la prelatura: ante la Santa Sede para los procesos (?) de
beatificación y canonización, y ante los miembros del opus para imponerles
enseñanzas y mandatos como procedentes de unos santos que transmitían
directamente la palabra y la autoridad de Dios.
Cualquiera que haya seguido la
marcha de opuslibros desde su fundación se da cuenta del enorme efecto que ha tenido
y sigue teniendo sobre la prelatura: se han visto obligados a desdecirse, a
desdecirse de sus desdichos, a cambiar el sentido de los Estatutos, a ponerse
en ridículo, a realizar fechorías que claman al cielo, etc. Ahora mismo, cualquier
numerario que haya leído con atención esta página, sabe que no le pueden decir
nada si se confiesa con un sacerdote "de fuera", que puede callarse
lo que le dé la gana en la confidencia, o no hacer la confidencia, que el
director del Centro no le puede mandar nada que no sea de la organización del
grupo de supernumerarios o del lavado de ropa o cosas así, que con buena conciencia
puede tener su cuenta corriente privada y guardarse el dinero que le parezca,
lo haya sacado de la caja del centro o de su trabajo, etc. ¿Por qué? Porque en realidad
así lo reconocen los Estatutos
y así lo ha reconocido a regañadientes su prelado en la
carta del 1 de octubre de 2011.
Los de dentro tienen ahora elementos
de juicio para optar ante una organización tan opaca, llena de medias mentiras,
de desobediencia a la Santa Sede, de abusos contra la ley natural. Pueden optar
por el cinismo, o sea por contribuir activamente a la mentira. Pueden optar por
marcharse. Y, si no pueden marcharse por no tener dónde y cómo vivir, pueden
optar por quedarse sin contribuir a la mentira, aunque eso es de lo más penoso.
De modo que me gustaría decir a
Lapsosinar que se anime, que no espere ayudas del lado del Vaticano, y que en
cambio, vea las victorias que poco a poco se van obteniendo desde opuslibros.
El destapar la mentira, cualquier mentira, ya es de por sí una victoria.
Jaume