Compartir el paso por la Obra con los hijos.- Aquilina
Fecha Monday, 14 April 2014
Tema 040. Después de marcharse


Compartir el paso por la Obra con los hijos
Aquilina, 14/04/2014


Querida Hijadeexnumerarios,

Al leer tu intervención del pasado viernes me sentí llamada en causa, pues mi hija, de 21 años, es precisamente como tú una hija de dos ex numerarios.

La historia de tus padres tiene algún punto en común, y muchos más distintos, de la mía. Mi esposo y yo salimos un poco menos jovenes de la Obra, yo con 35 años y casi 18 de militancia, él con 37 y unos 15 o 16 dentro. Nos conocimos en una situación bastante inusual, en un proyecto de emergencia promovido por el ICU, dentro un grupo de gente más o menos joven que quedó aislada del resto del mundo a lo largo de unos seis meses. Yo había dejado la Obra poco más de un año antes, él seguía dentro aunque ya no sabían cómo toreárselo, pues iba a su aire y sólo podía sobrevivir dentro encargándose de situaciones muy... border line, por decirlo de alguna forma...



Fue todo muy complicado y no lo voy a contar por no alargarme demasiado y por no querer hurgar en detalles de vida que no son sólo míos. La substancia es que ninguno de los dos estábamos aún listos para volver a una vida normal y para tomar decisiones y compromisos tan importantes. Dos años después nos casamos, fuimos a vivir a Mozambique por una temporada, nació nuestra hija y después de otros tres años no tuvimos más remedio que separarnos, por las grandes dificultades que encontramos en seguir viviendo juntos.

Aunque él siga viviendo en el exterior, por tener una hija juntos nunca nos alejamos totalmente, y siempre hemos intentado, dentro de nuestra situación, no privar la niña de sus dos padres.

Aunque no se pueda en absoluto generalizar y reconozca que existen muchas excepciones, yo tengo mis opiniones acerca de la oportunidad de que dos ex numerarios se casen, por supuesto basadas en mi experiencia personal pero también en muchas consideraciones bastante generales. La vida dentro del opus te enrarece, te deforma, el trabajo de reconstrucción posterior es largo, dificil y de éxito incierto... si todo esto lo multiplicamos por dos, todo se vuelve mucho más dificil.

Creo haberte hecho un cuadro suficiente para colocar mi respuesta a tu requerimiento. Más reflexiones mías sobre el matrimonio entre ex y sobre la capacidad de los ex de entrar pronto, después de su salida, dentro de una relación sentimental, si pueden interesar a tí u a otros, puedes encontrarlas en este link de hace unos 10 años: que a su vez hace referencia a este otro.

Yo siempre he hablado mucho y de todo con mi hija, desde muy pequeña, y pronto supe del problema que, antes o después, ella iba a darse cuenta de un “vacío histórico” en la vida de sus padres: en cuanto aprendiera a contar, a apreciar la duración del tiempo, y a reconstruir las distintas anecdotas de la vida de sus padres, iba a darse cuenta de que se encontraba frente a un vacío de casi 20 años, si yo no encontraba la forma de hablarle de nuestra historia. En esta tarea no podía contar con el padre de la niña, por vivir él lejos y sobre todo por su introversión y por su quedarse “en buen plan”, lo que le quitaba las ganas de profundizar acerca de estas vivencias. Me daba cuenta de todo esto, pero tampoco es muy facil contar cosas por el estilo a una persona joven, que todo su mundo está constituido por lo que vive en su entorno familiar.

Ni yo ni su padre seguimos frecuentando el ambiente de la obra después de salir más allá de ese episodio de colaboración con el ICU que ocasionó nuestro encuentro, pero teníamos muy ocasionalmente contactos con algún ex combatiente, así que la existencia de algo que se llamaba Opus Dei, que tenía que ver con nuestro pasado, se abrió camino poco a poco en la cabeza de mi hija. También me ayudó a enfrentarme con el asunto el hecho de que una hermana de su padre sigue siendo numeraria, por lo que era normal de vez en cuando aludir a ella y al hecho de que vivía lejos de su familia, con otras compañeras que compartían con ella una forma de vivir distinta de la de sus otros tíos y tías.

Cuando ella tenía unos 6 años, a petición de una persona que me preguntó acerca de mi experiencia en el opus, escribí la primera versión de lo que iba a ser “Reconstrucción”, mi testimonio de mientrada, vida y salida de la Obra que  unos años después, en 2003, se publicó en Opuslibros. La primera versión de este escrito era bastante más breve y sintética de la actual. Sólo en un segundo momento, después de darla a leer a personas que también se habian ido y que me aconsejaban profundizar un aspecto u otro, llegó a tener las caracteristicas actuales.

Al contestar al requerimiento de esa persona, tuve la ocasión de focalizar y fijar recuerdos personales que, por el tiempo que iba aumentando y por los mecanismos de remoción provocados por el sufrimiento del proceso de salida, iban difuminándose en mi memoria. Por esta razón le dí este título, aunque con el tiempo “recostrucción” llegó a significar el proceso de recostrucción vital con el que todos los ex miembros hemos tenido que enfrentarnos al salir. Y mientras iba escribiendo y “recostruyendo” mi pasado, me dí cuenta de que ese escrito era el medio con el que podía compartir con mi hija ese pasado. Sus 6 añitos, por entonces, eran demasiado pocos, pero pasados unos 4 u 5 más –ahora no recuerdo bien- aprovechando también de su madurez y capacidad de escucha, y sabiendo como a los niños le encanta sentirse tratar de mayores y envueltos en cosas serias y un poco secretas, un buen día le dí, con cierta solemnidad, un sobre cerrado que contenía mi “Reconstrucción”, con la instrucción de guardar ese sobre hasta el cumplimiento de sus 15 años. A partir de entonces, si quería, podía leerlo. Me pareció que, si yo a los 15 años y medio pude pedir la admisión y empezar a vivir como numeraria, para ella no sería demasiado temprano enterarse, al menos de forma mediata, de toda esa realidad.

Al consignarle el sobre, le expliqué que cuando ella llegó, yo y su padre ya éramos bastante mayores, que el día de mañana podía hacerse preguntas acerca de lo que habiamos vivido los dos antes de su nacimiento, y puesto que tantas cosas los mayores no tienen el tiempo, y a veces la capacidad, de explicarlas a una niña de su edad, que por esta razón quería confiarle ese sobre. Que a lo largo de una larga temporada yo y su papá, cada uno por su cuenta, habíamos vivido lejos de nuestras familias, como ahora lo estaba haciendo su tía, y que en aquellas páginas iba a encontrar muchas explicaciones. Y que sobre todo con ese gesto yo quería que ella supiera que podía hacerme cualquier pregunta acerca de cualquier cosa mientras que la vida le hacía surgir la curiosidad de saber.

Ella tomó ese gesto con mucha sencillez, aunque se notaba que le daba mucho orgullo ser juzgada inteligente para una responsabilidad como esta.

Cuando se acercó el momento en el que podía abrir el sobre, la que estaba un poco ansiosa era yo. Intentaba coger de sus expresiones si había leido mi escrito y qué emociones le suscitaba, pero ella es muy controlada, no salía nada, y al final fuí yo que le pregunté si había abierto el sobre y qué le parecía. No me pareció especialmente impresionada. Algo lo había ido entendiendo sencillamente con el paso de los años, por ser avisada de que “algo” había detrás de mi consigna.

Unos años después llegó Opuslibros, y dentro de algún tiempo unas cuantas relaciones virtuales se volvieron presenciales, y naturalmente estas personas entraron en relación también con mi hija: las encontró, le contestaba al telefono, fuimos huespedes y hospedamos en nuestra casa. Hasta con alguna más joven se entabló una relación más directa y personal, y se entrecambiaron correos. Mi pasado es asumido con cada vez más naturalidad sin necesidad de muchos discursos.

Ahora, cuando mi hija me propone escuchar una música de los años ’70 u ’80 que yo, quizá, desconozco, o quiere que yo apruebe alguna actuación de jovenes que me parece un tanto atrevida, se vuelve bromista y suelta algo por el estilo: “Claro, qué vas a saber tú que por entonces te encontraba en el Opus...” y no pierde ocasiones de tomarme el pelo, con más o menos cariño. Yo estoy tranquila, porque aunque sucediera que se tropiece con alguien que quiera hacerle descubrir que tiene vocación desde siempre, ella tiene sus anticuerpos, y esto sin necesidad de demonizar nada o nadie. Le tiene cariño a su tía numeraria aunque hable de ella con cierto aire de suficiencia muy tipico de la gente adolescente y joven que piensa haber entendido todo del mundo y de la vida, y no se da cuenta de que aún le esperan muchas sorpresas, y en este campo todo es muy sereno.

Yo creo que entre padres e hijos hay necesidad de enfrentarse, con el paso del tiempo, con varios argumentos escabrosos. Nuestro paso por el Opus al fin y al cabo, es uno entre otros, especialmente si al salir los ex numerarios no siguen muy conectados con el ambiente de la Obra, como fue el caso de tus padres. Si se logra establecer un clima de abertura, de franqueza y de cierto humor, la forma de hablar y de asumir se encuentra. Por supuesto, tampoco es suficiente la buena voluntad de los padres, hay que coincidir con las disposiciones de caracter y temperamento de los hijos. Otra cosa que creo es importante si los ex queremos escarmentar con nuestras vivencias, es alimentar las capacidades críticas de nuestros hijos. Yo, desde cuando juzgué que mi hija, por su edad, ya podía hacer de menos de creer que su madre era la solución de todos sus problemas, empecé a decirle: “Mira hija, nadie te quiere más en el mundo que yo, pero tú tienes que pensar con tu cabeza y contrastar siempre, dentro de tí, aún las cosas que te aconseje yo, porque no es cierto que lo que está bien para mí esté bien igualmente para tí”. Se lo dije en algunas ocasiones con referencia a mí, y en otras con referencia a otras personas que me daba cuenta que eran muy importantes para ella. ¿Acerté con esta actitud? No lo sé, pero lo cierto es que mi hija creció con capacidad crítica y bastante serena a la hora de aconsejarse conmigo o con otros y al final tomar sus decisiones.

Voy a acabar: hace un par de horas, encontrándonos juntas ante el espejo del cuarto de baño, le conté a mi hija que estaba escribiendo esta intervención, y le dije que, si le daba la gana, podía ser interesante sentir su versión. Ya veremos qué decide... 

Felices Pascua de Resurrección para todos, y para tí un abrazo especial,

Elena







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