Milagrero, no. ¿¿¿No.......???.- H.A.
Fecha Wednesday, 07 July 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


MILAGRERO NO, ¿¿¿NO...........???

El sucedido cierto o inventado de nicole -seguro que vuelve con otro nombre y ojalá desde nuestro lado- y que ella explica por una personificación del ángel de la guarda, me recuerda esa frase tantas veces repetida por S.J (San Josemaría) de que él no era milagrero. Aunque a renglón seguido añadía que creía en ellos, e incluso remachaba que en la historia de la Obra se habían dado hechos milagrosos que probaban la predilección de Dios. Es como lo de los gallegos, que no creen en meigas pero haberlas haylas.

Bueno, pues el milagroso ángel de la guarda, que se mamó un chaparrón de aupa mientras ella llamaba tan ricamente con el móvil del angelo cristal por medio, no fuera a ser que se repitiera el anuncio de una nueva encarnación ¡y a ver cómo lo explica en el centro!, no es nada más que la aplicación práctica de la milagrería del fundador. Está en la línea del hecho milagroso ocurrido en Madrid, no sé si antes o después de la guerra, consistente en que un señor con barba bajó de un taxi ante la puerta del primer piso donde se instaló un sagrario y le entregó al portero unos candelabros con el ruego de que los subiera al piso en cuestión. Nadie supo quién era o pudo ser -en la versión oficial- el donante, pero todos estábamos seguros, S.J. el primero, de que se trataba de San José.

Pero para milagros estos dos que nos contó una noche don Manuel Arteche a los numerarios que estudiábamos periodismo durante el curso 64/65. Estábamos de convivencia, preparando exámenes, en un albergue de montaña cerca de la localidad navarra de Isaba, creo que se llamaba Belabarce. Con el fuego de la chimenea, la oscuridad de la noche en plena montaña, el rumor de un riachuelo próximo y algún sonido animal que nos llegaba del exterior mientras tertuliábamos acantonados frente a la lumbre, el marco era ideal para los cuentos de terror. El primer milagro: que un día entró Don Alvaro en la habitación de S.J. y lo encontró de rodillas con la cabeza apoyada en el regazo de la Virgen María que estaba sentada en el sillón. Segundo milagro: que un día en el Colegio Romano iba S.J. a entrar en el ascensor en no sé qué planta y que abrió la cancela exterior, entró en el ascensor y volvió a salir... pero diciendo que no estaba el ascensor. ¿Y la ley de la gravedad?. Pues ahí está el milagro, que S.J. no cayó por el hueco del ascensor a pesar de haber estado suspendido donde él pensaba que estaba el suelo del elevador.

Y otro más, pero que salió mal, aunque se arregló después. Los antiguos recordarán que hubo un tiempo en que S.J decía que sabía la fecha de su muerte. Y para mayor efecto, mandó colocar en una arqueta tipo gótico tantos báculos como años le quedaban de vida. La arqueta estuvo, ahora no sé si sigue allí o no, sobre una puerta en la famosa Aula, esa sala del Colegio Romano que recuerda la sala capitular de los claustros cistercienses. La cuestión es que llegó la fecha y no se había muerto. Ergo, Dios Nuestro Señor, en su infinita misericordia, le había concedido unos añitos más.

Y así todo lo concerniente a este asunto: milagros no, porque no somos milagreros: ¿seguro?

H.A.







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