Los hijos del Vaticano II.- Ruta
Fecha Monday, 07 April 2014
Tema 010. Testimonios


Yo pertenezco a los hijos del Concilio Vaticano II, a los que solo hemos conocido en directo a La Iglesia Católica posterior al Concilio Vaticano II. Todavía actualmente hay personas que han conocido en directo las dos Iglesias, la anterior al Concilio Vaticano II (1962-1965), y la posterior al Concilio Vaticano II. En el Opus Dei también están estos los dos grupos, los que conocieron en directo el Opus Dei anterior al Concilio Vaticano II, y los que solo hemos conocido el Opus Dei posterior al Concilio Vaticano II...



Uno pertenece a ese grupo, que solo conoce la Iglesia Católica, posterior al Concilio Vaticano II; y a ese grupo, que solo conoció en directo el Opus Dei posterior al Concilio Vaticano II, mejor dicho el Opus Dei desquiciado por el Concilio Vaticano II. Dicen que ahora hay un tercer Opus Dei que ya no esta desquiciado y que se comporta como personas, me alegro si es así.

Yo que conocí La Iglesia de los años 70, muchas veces me he preguntado ¿cómo fue posible que siendo yo de La  Iglesia Católica de los años 70, haya visto lo que he visto en el Opus Dei? Y le di vueltas, y veo que en el fondo todos le dimos vueltas a lo mismo, vueltas y mas vueltas, y empiezan las explicaciones: que si San José  Maria no vio nada el 2 de octubre; que si lo vio poco a poco, según le interesaba; que si sobre la marcha iba escribiendo la historia del Opus Dei; que si era un hombre muy poliédrico; que si era muy  narcisista; que si estaba como unas maracas; que si era episcopable; que si no era episcopable; que si era amigo del Caudillo, que si no era amigo del Caudillo, que si las prelaturas personales y las nullíus y la estructura jerárquica de La Iglesia Católica y bla, bla, bla…., hasta el día del Juicio Final, que por fin lo explicarán y nos enteraremos del lío.

Del Opus Dei, nadie puede afirmar, que no sigue la máxima de Francisco: ¡¡¡Hagan lío!!!

Y le dimos vueltas a la madeja, para explicar lo que es el Opus Dei, y lo que ocurrió, y vimos y vivimos allí dentro y los porqués, y como contarlo.

Personalmente, por fin, en mi mente, con las canonizaciones de San Juan XXIII y San Juan Pablo II y la beatificación de Álvaro del Portillo; y el Papado de Francisco y los Lefebrianos que se resisten a volver a La Iglesia, se ha hecho la luz, Fiat Lux (Hagase la luz). Fiat Lux de dos ideas que personalmente explican el Opus Dei que yo conocí, el de la segunda mitad de los años  70 y los años  80.

La primera idea que explica el Opus Dei y todo lo que uno ha visto, seria anterior y posterior al Concilio Vaticano II. La idea de La Madre Guapa. El Opus Dei es, la Madre Guapa, y nada puede hacer quedar mal a La Madre Guapa, ella está por encima de todo y todos, las personas están al servicio de La Madre Guapa, y lo que le ocurra a la gente carece de importancia, todo por la Madre Guapa, la gente debe ser inmolada a la Madre Guapa si el guión lo exige.

La segunda idea que explicaría el Opus Dei que yo conoci, seria una Iglesia Católica posterior al Vaticano II y un Opus Dei, desquiciado por el Concilio Vaticano II. Es sabido el cambio brusco que el Concilio Vaticano II produjo en San José maría, lo destrozó interiormente, por lo que el Opus Dei no tiene excusa para decir que no sabe que lo que es una persona destrozada interiormente, y la tropa pagó las iras del “Capitán”, aunque no entendiera nada, ni el porqué.

Un Concilio, el Vaticano II, atípico, que quiso ser pastoral y no dogmático, inaugurando un nuevo tipo de magisterio en la Iglesia, sin raíces en la Tradición, un magisterio empeñado en conciliar, la doctrina católica con las ideas liberales; un magisterio imbuido de los principios modernistas del subjetivismo y del inmanentismo, y en perpetua evolución.

Solo la próxima Canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, la Beatificación de Don Álvaro y el pontificado del Papa Francisco me han hecho comprender lo que pasó con mi vida.

Se ha dicho hasta la saciedad, que el Opus Dei intervino muy activamente en el Concilio Vaticano II y que el Beato Álvaro del Portillo fue una de sus mejores cabezas y bla, bla, bla, vanidad de vanidades, San José maría puso su índice, lo cual me parece bien, protegía a sus hijos del Concilio.

Por desgracia y por suerte, uno llegó al Opus Dei en un momento en que aunque no se notara, ni se explicara, al Opus Dei le dolía la “cabeza”. El Concilio Vaticano II rompía La Iglesia Católica a trozos y había que arreglarlo como fuera, las personas no importaban nada. Por lo que uno pronto comprendió, al margen de la vocación, que si las personas no importaban nada, uno allí no pintaba nada. Dicen que ahora han cambiado y las personas ya importan algo, así sea. Uno tampoco llego al Opus Dei en vida del Fundador y en los años más duros del Concilio Vaticano II, de 1965 a 1975.

Uno llegó al Opus Dei con el Beato Álvaro del Portillo, una de las mejores cabezas del Siglo XX, y cuando aunque uno no lo supiera, la estrategia a seguir en el gobierno del Opus Dei, y sobre los efectos del Concilio, y la que se le venia a La Iglesia, ya estaba hablada, el Beato Álvaro del Portillo tenia sus ideas sobre que hacer con el Opus Dei y con el Concilio Vaticano II, y como volver a restaurar una Iglesia Católica anterior al Concilio Vaticano II, lo debió de hablar muchas tardes con San José maría y además, luego debió añadir, anticipándose a la Providencia Divina, su aportación personal a la solución. Es inevitable todos queremos poner la cuchara.

El problema del Opus Dei se ha puesto en evidencia, con el paso del tiempo, y mi opinión personal es que ese problema ha sido que el Opus Dei, en todo momento ha querido anticiparse a La Providencia Divina. Luego, cuando La Providencia Divina ya ha sido clara, la han aceptado, aunque siempre, con altas dosis de azúcar para tragársela, por lo demás, como el resto de los mortales. Este es el quid de la cuestión Opus Dei y lo que desde mi opinión personal lo explica todo, lo que uno vio y vivió, el mercadeo de almas, de ideales, de vidas, de sentimientos. Todo había de ser sacrificado a La Madre Guapa y al Orden Tradicional del dedo de San Jose maria.

Primero se  anticiparon a La Providencia, e intentaron que Roma regresara de modo rápido a la fe, a La Tradición de siempre, lo que restablecería el orden en La Iglesia Católica. Luego pasada la primera fase de intentar restablecer el Orden por si mismos, al ver que no se cumplía, aceptaron la Providencia Divina, la misteriosa  parábola  del Trigo y la Cizaña, explicada por Jesucristo, que fue la mejor cabeza del Siglo I. Intentaron un restablecimiento del Orden Tradicional, mas pausado, con el derecho de profesar de manera integra La Fe, que nadie metiera las narices en el Opus Dei, y de rechazar los errores que le son contrarios, con el derecho y el deber de oponerse públicamente a los errores y a sus autores fueran quienes fueran. No importaban las personas, solo importaba el restablecimiento del Orden en la Iglesia, rechazar los errores, oponerse públicamente a los errores, que la Madre estuviera bien Guapa, aunque enfermaran o reventaran los que se creían sus hijos.

Sinceramente uno no pintaba nada allí, estar allí implicaba restaurar el Orden, Orden que a su vez había establecido el Concilio Vaticano II, una cosa de locos, personas sin vocación, eran alistadas al Opus Dei para restaurar el Orden ¿Qué Orden? La vida de las personas era sacrificada sin miramientos a la Madre Guapa y a la restauración del Orden Tradicional en la Iglesia, lo demás, la santificación del trabajo y el espíritu laical, un entretenimiento  para el tiempo libre.

Sinceramente me alegro que se canonice a Juan XXIII, me alegro que se canonice a Juan Pablo II, que se haga Beato a Álvaro del Portillo, que Benedicto XVI haya levantado la excomunión a los Lefebrianos, que sea pontifice el Papa Francisco, que con el criterio clásico del Opus Dei, se parece mas a un cura de parroquia, que al Sumo Pontífice. A ver si así, cuando sean todos santos y La Madre este bien Guapa, por fin el Opus Dei quiera dejar de anticiparse a la Providencia Divina, y ya dejen de pensar solamente en La Madre Guapa (El Opus Dei) y en restaurar el Orden tradicional de la Iglesia; y empiecen a pensar en las personas, cristianamente, y no como algo que se utiliza y luego si se rompe se tira. Sinceramente les deseo que sean buenas personas, aunque para eso tengan que ser tibios.

Lo de restaurar el Orden en la fe de La Iglesia, yo se lo dejo a La Providencia Divina, ya que las mejores cabezas del Siglo XX no han sabido anticiparse a La Providencia. Deseo que después de las canonizaciones y beatificaciones de este año, todos seamos amigos y empecemos a vivir el Concilio Vaticano II, el de verdad, aunque todos tengamos mucho que borrar y limpiar en nuestra casa.

Dios nos cuide.
Ruta de Aragón.







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