Giovanna se refería hace dos días a un
artículo laudatorio del periodista Salvador Aragonés sobre del Portillo en La
Vanguardia del pasado
día 16. Los lectores deben saber que al autor de dicho artículo pertenece al
Opus Dei desde hace más de cincuenta años como miembro supernumerario. Lo saben
ahora los lectores de esta web, pero los de La Vanguardia, no. ¿No sería más profesional y
honrado avisar a los lectores de que el autor del artículo pertenece al mismo equipo,
club, secta, organización, empresa, lo que sea, que la persona sobre la que se
supone que está escribiendo objetivamente? Sí, lo sería. Pero en el Opus Dei
eso de decir la verdad no se lleva. Se prefiere ir de tapadillo, sin decir toda
la verdad aunque no mintiendo abiertamente, pero sabiendo que se ocultan datos
que deberían conocerse. Es lo de siempre, algo que resulta particularmente
odioso en los profesionales de la información. Aragonés cuenta en ese artículo
sus relaciones "profesionales" con del Portillo debidas a sus cargos
en diversos medios de comunicación -todos vinculados con el Opus Dei, lo que
tampoco se dice ni siquiera en el blog de Aragonés-. En fin, lo mismo de
siempre. Pero quienes sí lo saben son los dueños de La
Vanguardia y sus
profesionales de la redacción, y todos ellos se habrán tragado el artículo, con
agua o con vino, y muy pocos a gusto. Siempre hay en estos casos una mano -poco
inocente, en verdad- que mece la rotativa, si se me permite la metáfora.
Aragonés, como tantos otros, es la
voz de su amo. Y para eso los hicieron periodistas.
Bastian.