¿Por qué pasó el Opus Dei de instituto secular a prelatura?.- Josef Knecht
Fecha Friday, 14 March 2014
Tema 115. Aspectos históricos


Paso a responder a la primera pregunta o perplejidad que Daneel manifestó en su nota del 10.03.2014: ¿por qué se transformó el Opus Dei de instituto secular en prelatura personal? En continuidad con lo que ya se ha dicho varias veces en esta página web, la razón de fondo que mejor explica el esfuerzo de ese cambio jurídico se halla en la megalomanía del fundador del Opus.

Por un lado, sabemos el deseo inmenso que tenía Escrivá (o Escriba) de llegar a ser obispo (ver Guillaume [28.09.2012]: Desde 1942 Escrivá intentó ser obispo). El derecho canónico no permite que el presidente general de un instituto secular –o el dirigente de una orden religiosa– llegue a obispo en el ejercicio de ese cargo. En cambio, estando al frente de una estructura jurisdiccional de la Iglesia, como eran en aquellos años las “prelaturae nullius”, Escrivá ya hubiera podido ser consagrado obispo al frente de la prelatura.

Por otro lado, en los años 50 del siglo XX había comenzado, impulsada por la teología católica centroeuropea, la así llamada “teología del laicado”. Un megalómano como Escrivá no podía permitir que otros le hicieran sombra; por tanto, alegó a comienzos de los años 60, como explica Estruch en su libro Santos y pillos, que él ya había visto la “teología del laicado” el 2 de octubre de 1928 por inspiración divina, de modo que sólo él era el auténtico precursor de esa novedad teológica. Permanecer en la figura jurídica de instituto secular, fundamentada en la espiritualidad del “estado de perfección” de los laicos consagrados, no estaba a la altura de la novedosa “teología del laicado”, más bien fundamentada en la “santificación del trabajo”, “autonomía de las realidades temporales”, “mentalidad laical” y otros conceptos más modernos que los consejos evangélicos del estado de perfección. De ahí que, abandonando el vetusto ropaje jurídico de instituto secular y revistiéndose de un lustroso traje a medida del megalómano, el Opus Dei respondía bien a los parámetros de la “teología del laicado”, tal y como los estableció el Concilio Vaticano II (1962-1965), en el que, por cierto, se creó la nueva figura jurídica de “prelatura personal”.

Es cierto, como dice Daneel, que los planteamientos de la teología del laicado resultan atractivos a una persona creyente. Muchos ingresamos en el Opus Dei atraídos por ese ideal evangélico, hasta que nos dimos cuenta de que la realidad de la vida interna del Opus iba por otros derroteros, muy distintos a los señalados por las apariencias de su versión oficial y muchas veces en contradicción con esta. En el fondo, a los gerifaltes del Opus no les interesa la teología del laicado para nada, como bien ha mostrado E.B.E. en su monografía analizando la teología subyacente a los “documentos internos” de la Obra de Escrivá. Me rectifico: sí les interesa la teología del laicado a la hora de conseguir cotas de poder político y a la hora de acumular dinero procedente de profesionales como banqueros, altos empresarios y otros laicos montados en el dólar o en el euro. Ahora bien, si analizamos la espiritualidad latente en los “documentos internos” de la Obra de Escrivá, no encontraremos ahí para nada la teología del laicado; en ellos se plasma el auténtico espíritu de Escrivá y aún palpita con vigor su megalomanía, con la que Álvaro del Portillo se identificó al cien por cien; y no olvidemos que los documentos internos –y no la hermosa doctrina de la versión oficial– son los que de veras reglamentan la praxis vital y cotidiana de los miembros del Opus, que en muchos aspectos sigue funcionando internamente como el instituto secular que fue años antes.

Josef Knecht









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