Me quedé sorprendido con el relato de Alejandro Utela sobre el triste final del padre Danilo. Yo lo conocí en los años 80 en algún curso anual en Argentina. En ese entonces él era bastante joven y muy popular entre el numerariado joven. En realidad si bien convivía con nosotros, mayormente atendía a la sección femenina, de modo que no lo teníamos de profesor ni confesor ni nada en el curso anual. Pero recuerdo varias tertulias con él, en especial una en la que contó como emigró a Estados Unidos y como salió adelante como inmigrante ilegal en ese país, como pitó, etc. Para nosotros era una especie de héroe, y a la gente le gustaba escuchar sus anécdotas. Recuerdo por ejemplo que uno de sus primeros trabajos fue en la construcción, y por ser ilegal, el capataz se abusaba y se quedaba con parte de su salario.

Otro recuerdo que tengo (y que muestra la admiración que la gente le tenía) fue un comentario que hizo otro sacerdote refiriéndose al padre Danilo: “allí está una de las personas más inteligentes que pisan en este momento este país”. En definitiva, que el padre Danilo no era un cura más dentro de la prelatura, en su momento era muy admirado y muy querido. Yo no lo traté personalmente, pero la impresión que tengo es de esas personas esencialmente buenas, sin ninguna maldad, que estaba allí porque se creyó de verdad el verso.

Algo tiene que haber ocurrido para que acabara como acabó a pesar de estar en el “mejor lugar para vivir y el mejor lugar para morir”. Me imagino que en algún momento habrá empezado a darse cuenta de que algo estaba mal en la obra del marqués y lo habrá manifestado, y los directores lo habrán empezado a considerar peligroso y a tirarlo para un costado.

atomito