Atando cabos.- Daneel
Fecha Monday, 10 March 2014
Tema 010. Testimonios


Me gustaría comentar algunas perplejidades en relación con tres escritos recientes, tres cabos que se han conectado en mi interior. Intentaré ser breve, porque no pretendo tanto hacer una reflexión como provocar para que otros la hagan y nos ilustren

1. En el escrito de E.B.E. sobre gatos y liebres hay algo que no me cierra. Si Escrivá, Portillo y los primeros cientos de miembros estaban contentos con la figura de Instituto Secular, prefigurada en los Reglamentos de Pía Unión de 1941, hasta el punto de que Escrivá afirmaba con orgullo que el Opus Dei había sido puesto como modelo de los demás Institutos Seculares, ¿por qué hubo que cambiar posteriormente? ¿Qué hay de malo en comer gato? Los miembros célibes de otros institutos seculares se consideran laicos consagrados, buscan la santidad en medio del mundo, no es para ellos un asunto problemático, como aparentemente tampoco lo era en el Opus de los primeros años.

2. Dice Thomas que distingue “el malo e injusto ropaje de la Obra del que se resiste a despojarse, de la doctrina de fondo que predica que me sigue pareciendo muy valiosa y luminosa”. Me siento inclinado a reconocer igualmente elementos positivos y, sobre todo, gente muy bien intencionada en la base. Entre esos elementos positivos señalaría quizás: a) la llamada a la santidad en medio del mundo y en particular a través del trabajo profesional, estoy convencido de que fue la idea central que nos atrajo y nos mantuvo dentro a muchos por tanto tiempo; b) una cierta disciplina en la vida de oración (atención al matiz, lo positivo no es que esté todo escrupulosamente reglamentado, sino que no se deje al arbitrio de la pura apetencia del momento); y c) un programa de formación continua relativamente exigente (nuevamente, lo positivo que veo no son los contenidos concretos, sino el énfasis en la regularidad, lo que hoy día se promueve como lifelong learning). Lo que he descubierto en mis años ya fuera (en parte gracias a Opuslibros, pero sobre todo por experiencia personal) es que estos tres puntos ni son tan novedosos ni son exclusivos del Opus. Es más, cada uno de esos tres puntos se vive de forma viciada: a) no hay una reflexión de fondo, que llegue a la base, sobre qué significa santificar el trabajo, fuera de “realizarlo con perfección humana” y “ofrecerlo”; el tema da para mucho, pero tristemente apenas está desarrollado (en el Opus, quiero decir); b) la vida de oración (plan de vida, para entendernos) está excesivamente reglamentada, algo que podría ser adecuado en unos primeros años de formación, pero que sin duda debe dejar paso a dejarse llevar por una “apetencia” bien educada; c) el programa de formación está en manos de formadores sin criterio propio, abocado por tanto al estancamiento. En resumen, un par de buenas y atractivas ideas, con gancho para gente del siglo XX, pero muy mal implementadas.

3. Finalmente, Laotraorilla me ha aportado un punto de vista muy novedoso. En lugar de considerar a Álvaro del Portillo como fiel sucesor de Escrivá, lo presenta más bien como quien puso el germen para la autodestrucción del Opus, mediante reglamentos que acabarían asfixiando la espontaneidad, libertad y creatividad de los tiempos fundacionales.

¿Por qué he relacionado estos tres escritos? Ni yo mismo lo tengo claro, pero pienso que juntos los tres pueden dar la impresión de que hay algo genuinamente positivo en el origen del Opus, que ha sido corrompido, y por lo tanto sería de alguna forma recuperable. No obstante, pienso que además de la corrupción de la reglamentitis de Portillo hay muchas otras corrupciones que son atribuibles directamente a Escrivá (y muy especialmente la inmoral práctica de la dirección espiritual “colegiada”, sin la cual el Opus como institución me resulta inconcebible). Sería muy bonito un Opus que se limitara a predicar la santidad en medio del mundo, a enseñar a convertir la vida ordinaria en oración, y a formar verdaderos cristianos de vanguardia, pero dudo mucho que ese Opus imaginario pueda existir.

Por otra parte, creo que es en el libro de Joan Estruch, que ya comenté en una ocasión, donde se sostiene la tesis de que la santificación de la vida ordinaria no es un tema claramente fundacional, sino que más bien fue introducido posteriormente, precisamente en los años en que Escrivá aparentemente cambia de opinión acerca de los institutos seculares (resumen del asunto gracias a Josef Knecht). Uff, el Opus es un fenómeno de lo más complicado, imposible de explicar con una o dos simplificaciones.

Saludos cordiales,

Daneel









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