En Memoria del Cura Notario.- salypimienta
Fecha Friday, 14 February 2014
Tema 010. Testimonios


Hace unos días falleció en México, Don Alberto Pacheco (qepd) como ya comentó Alchile.

Durante mucho tiempo fue mi confesor, y de verdad que fue una persona a la que estimé mucho, y su muerte me ha causado una gran pena. Don Alberto era un hombre muy poco agraciado físicamente, contaban en las tertulias que una vez san Chema, en un arranque de cariño 'fraternal' le dijo: ¡guapo!, y que él, en ese entonces numerario sin ser sacerdote, le contestó: -¡Ay Padre! no diga mentiras, que eso ni mi madre se lo cree. También se contaba en las tertulias que cuando trabajaba como notario, contrataba en la notaría a las mujeres más feas que encontraba como secretarias, para que no hubiera forma de caer en la tentación ni siquiera de una mirada pecadora.

Me consta que a muchas personas le padre Pacheco les caía pésimo. Yo no recuerdo el olor que despedía (como lo recuerda Alchile), será por que nunca lo tuve tan cerca como para percibirlo, pero si puedo asegurar que era una persona a la que la limpieza en general no le preocupaba mucho; su coche era verdaderamente un muestrario de polvo, salpicaduras y mugre. Tan notorio era que varias supernumerarias nos pusimos de acuerdo para pagarle al que nos cuidaba los coches los días de círculo, para que lo lavara por lo menos, una vez a la semana que el padre iba a confesar al centro. Creo que nunca se dio cuenta de que el coche salía limpio por que nunca hizo un comentario sobre el tema a nadie.

Otra característica del hombre era que además de feo -dicho así de claro- era bastante mal encarado. Nunca, por ningún motivo sonreía. Siempre tenía gesto de enojado, pero... Don Alberto en el fondo era un hombre encantador, por lo menos conmigo siempre tuvo detalles por los que le recuerdo con gran cariño. Al confesar, como buen abogado que era, parecía que lo hacía con el Código de Derecho Canónico en las rodillas, pero, de verdad que fue uno de los pocos sacerdotes de los que me sentía bastante segura de su sigilo sacramental. Fueron muchísimas veces las que le conté cosas muy serias, e incluso graves, que nunca me fueron comentadas de nuevo ni por él, ni por ninguna de mis directoras. Me consta que se divertía con algunas cosas que le contaba, porque varias veces lo escuché reirse a carcajadas con los comentarios que le hacía, y en alguna ocasión incluso me envió recomendada por él con un abogado muy amigo suyo, que tomó mi caso como si yo hubiera sido de la familia del cura. ¡Eso si! fuera del confesionario nunca, ni siquiera de reojo nos miraba a las mujeres. A lo mucho, si nos encontrábamos fuera del centro, lo más que hacía era dirigirnos una inclinación de cabeza, como reconociendo que eramos 'de sus muchachas', pero nada más.

Fue una lástima su ocaso, el que C. Ll. haya hecho todo lo posible por anularlo, porque a diferencia de él, que se sentía el super genio que el mundo esperaba, Alberto Pacheco sí era un hombre muy preparado, con una extensa cultura y hubiera hecho por el opusdei muchísimo más de lo que hizo aquél. Y lo digo porque por lo menos en mi caso, y en otros casos cercanos, Don Alberto siempre actuó como casi nunca se actúa ahi dentro: ¡Con Justicia! Requiescat in pace Don Alberto.

Salypimienta









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